El jueves por la tarde, cuando la policía bonaerense desenterró el cadáver de una joven en una casa del partido de San Martín, las peores sospechas estaban confirmadas: una mujer más había sido asesinada, 28 en 28 días. Ayer, el padre de Araceli Fulles confirmó en la morgue judicial que el cuerpo era el de su hija. Tras el reconocimiento, Ricardo Fulles criticó a la fiscal Graciela López Pereyra y consideró que “no se hizo lo que se tenía que hacer de entrada”. En el informe preliminar de la autopsia, los forenses establecieron que la joven de 22 años, que estaba enterrada bajo una capa de tierra y cal, murió estrangulada. Tras el hallazgo en la casa, que ya había sido allanada durante la investigación, la policía intentaba dar con el dueño de la vivienda y principal sospechoso, Diego Badaracco (29), quien anoche fue detenido después de estar prófugo desde el jueves. En la causa ya son siete los apresados. En tanto, ayer la policía bonaerense desafectó a un oficial hermano de dos de los apresados; al subcomisario encargado de los rastrillajes y al oficial principal de la comisaría de San Martín (ver página 16).

El jueves por la tarde, conducidos por un perro de la División de Canes Rastreadores K9, policías de la Bonaerense –junto a bomberos y personal de Defensa Civil– volvieron a allanar la casa de Badaracco. Ya lo había hecho al comienzo de la investigación. Esta vez, en la casa ubicada en Alfonsina Storni 4477, casi esquina 9 de Julio, en Loma Hermosa, a 15 cuadras de donde vivía Araceli, los investigadores encontraron en el fondo de la propiedad un sector con tierra removida y cal bajo el cual estaba, cubierto por una sábana, el cuerpo desnudo de la joven.

El hallazgo abrió una serie de dudas: ¿estaba el cadáver cuando se realizó el primer allanamiento o fue llevado después?, ¿hubo impericia en el primer rastreo o algún tipo de complicidad? Respuestas que deberá dilucidar la fiscal a cargo, Graciela López Pereyra.

Los equipos de Policía Científica trabajaron más de cinco horas para desenterrar el cuerpo, mientras familiares de Fulles aguardaban en las inmediaciones. La descomposición del cuerpo impidió un reconocimiento en el  momento y el cadáver fue trasladado a la morgue del Hospital Carrillo, donde se realizó la autopsia.

Según las primeras conclusiones de los forenses, la joven sufrió un estrangulamiento a lazo –es decir, muerte por estrangulamiento– y la datación de la muerte sería coincidente con una fecha cercana a su desaparición, el 2 de abril.

Al mediodía, en la sede judicial, los padres reconocieron el cuerpo de Araceli por sus tatuajes. “Me tocó reconocer el cuerpo de mi hija. Ese hijo de puta me la quemó con cal viva a mi negra, la desfiguró. No es mi nena. Pero están sus tatuajes y los aritos que yo le regalé. Tiene los tatuajes de papá y mamá, y de River”, dijo la madre tras salir de la morgue.

En tanto, el padre apuntó contra la fiscal y consideró que “no sabe ni dónde está parada, no supo nunca, ni desde un principio”. “Esto no se termina acá, porque ahora van a venir muchas cosas que se hicieron mal. No se hizo lo que se tenía que hacer de entrada. Hasta cierto punto estuvimos solos”, señaló.

Entre los cuestionamientos a la fiscal, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 de San Martín, está la demora que tuvo en cambiar la carátula de “búsqueda de persona” por la de “desaparición forzada”, además de que no solicitó la colaboración a la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex).

Por otra parte, como las tareas para desenterrar el cuerpo de Araceli comenzaron durante la tarde y terminaron casi a la medianoche, ayer a la mañana personal de la Policía Científica volvió a rastrillar la casa.

En el baño de la obra en construcción, ubicada en el fondo de la casa, los investigadores encontraron un pedido de auxilio escrito en un papel higiénico y con la firma “Ara”. Los peritos buscan determinar si la letra de la nota que dice “Ayuda” coincide con la caligrafía de la joven, y en ese caso saber si estuvo retenida en ese sitio y cuánto tiempo antes de ser asesinada.

El jueves, antes de allanar la casa, los policías fueron a buscar a Badaracco, quien había declarado tres veces como testigo en la causa, al corralón donde trabaja, en Zeballos 7365, de José León Suárez. No lo encontraron, pero hallaron el camión que utiliza para hacer repartos y en él, los peritos, encontraron rastros de ADN de Araceli.

Algo que no resultaba a esa altura sorpresivo, porque Badaracco, cuando volvió a declarar, abrió el paraguas, y confirmó que había tenido  relaciones sexuales con la chica en un camión del corralón.

Por la tarde, el dueño del comercio, Carlos Damián Alberto Cassalz, de 34 años, fue detenido, acusado del delito de “homicidio agravado”, al igual que otros tres hombres, los hermanos Jonathan (29) y Emanuel (25) Ávalos y Marcos Ibarra (32).

Además, quedaron detenidos dos compañeros de trabajo de Badaracco en el corralón: Hugo Martín Cabañas (46) y Marcelo Ezequiel Escobedo (37), acusados de “encubrimiento” por ayudar a Badaracco a escapar.

Araceli había sido vista por última vez el 2 de abril, cuando salía de un asado en el barrio Lanzone, y el último contacto fue con su mamá, a través de un WhatsApp a las 7.11 del domingo. Allí le decía que estaba volviendo y que preparara el mate. Los peritos aún no corroboraron que el mensaje haya sido enviado por ella.

La hipótesis de los investigadores es que alguien conocido la llevó engañada a la vivienda de la calle Alfonsina Storni, donde varias personas quisieron abusar de ella y ante la resistencia, la mataron. Sin embargo, para los investigadores faltan muchas piezas, porque tampoco está claro que la casa de Badaracco haya sido la escena primaria del femicidio.