Aunque la situación epidemiológica y las restricciones que se imponen para tratar de frenar la propagación de los contagios de covid eran fuerte indicios para la suspensión del desfile, la magnitud del Bicentenario de la muerte de Martín Miguel de Güemes y la insistencia de la Asociación de Gauchos, estiró la decisión del Comité Operativo de Emergencia (COE) hasta ayer cuando finalmente resolvió no autorizarlo.

Tal era la incertidumbre que la municipalidad había encarado las clásicas tareas de reforzar el pavimento para evitar las patinadas de los caballos en la zona aledaña al monumento del héroe gaucho, cuyas tareas de refacción también se aceleraron en los últimos días para estar listas el 17 de junio.

La decisión fue comunicada por el COE ayer mismo al presidente de la Asociación Tradicionalista, Francisco Aráoz, que sin embargo anunció que si no hay desfile improvisarán una marcha por distintos puntos de la ciudad.

El jueves durante la recepción que hizo Aráoz en la Catedral a los gauchos llegados de otras provincias en la denominada Marcha Patriótica, había confirmado por su cuenta que el desfile se hacía, porque respetando los protocolos no había riesgo de contagios.

“Mira tantos kilómetros que hicieron ellos y ninguno se contagió”, ejemplificaba señalando desde el atrio de la iglesia a los recién llegados, que luego se trasladarían a la Legislatura para ser recibidos por los senadores que allí sesionaban.

Desde el COE admitieron que el desfile en sí no representaba un riesgo ya que con barbijos y respetando la distancia se reduce la posibilidad de propagación del virus, pero el problema radicaba en la cantidad de participantes que se anunciaba, el aglomeramiento del público que seguramente se acercaría como todos los años y las reuniones informales posteriores entre los participantes del desfile.

“No se iba a hacer el asado, pero después iba a ser complicado impedir que se junten 10, 30 u 80 gauchos a socializar en distintos puntos y ahí es cuando se relaja el protocolo”, señaló una fuente del COE, aplicando un criterio similar al que, por ejemplo, se aplica para mantener suspendidos los diferentes torneos de fútbol amateur que hay en la ciudad de Salta, en donde el problema no es la práctica del deporte sino los “tercer tiempo”.

Según trascendió la marcha que harán los gauchos en reemplazo del desfile iniciaría en el monumento 20 de Febrero y recorrería las calles de la ciudad. Todavía no hubo respuesta ni del COE, ni de ningún otro organismo provincial o municipal, que debieran prestar asistencia a esa actividad, como por ejemplo Tránsito o la Policía Vial.

La ausencia de desfile igualmente no quita que se vayan a realizar el 17 de junio los tradicionales actos protocolares en los que participan las autoridades de la provincia y del municipio, primero en la Catedral, donde se encuentran los restos de Güemes, dentro del Panteón de las Glorias del Norte y luego en el monumento. Originalmente se había previsto la presencia del presidente Alberto Fernández, pero aún no fue confirmado oficialmente que el mandatario nacional arribe a la provincia.

En los fundamentos de la resolución 16 del COE, indican que los gauchos pidieron autorización además del desfile, para poder hacer la Guardia bajo las Estrellas, pero la postergación definida por el organismo solo hace referencia a lo primero, lo que permite inferir que sí se autorizará entonces la permanencia de grupos reducidos haciendo la vigilia al pie del monumento hasta entrada la mañana del 17.

Posponerlo para el 7 de noviembre

El Comité de Emergencia además sugiere como fecha tentativa para realizar el desfile el domingo 7 de noviembre, con motivo de un nuevo aniversario de la batalla de Suipacha, sucedida en 1810, en el amanecer del movimiento independentista, que tuvo a Güemes como uno de sus protagonistas.

Considerado el primer triunfo de un Ejército patrio, la batalla se dio en el actual territorio boliviano, en ese entonces denominado Alto Perú. La figura del salteño, con rango de capitán en ese primer Ejército del Norte comandado por Juan José Castelli y Antonio Balcarce, empezaría a tomar un rol importante cuando luego de la retirada de Cotagaita y ante el acoso de los realistas a la retaguardia de las tropas, al mando de un escuadrón de caballería compuestos por salteños y jujeños, protegió hombres y artillería hasta que pudieron hacer pie en cercanías al río Suipacha.

Luego durante la batalla volvería a ser decisiva la participación de su división en la arremetida contra las tropas realistas emboscadas en la quebrada de Choroya, que terminaron con el desbande del ejército español y una resonante victoria desde lo material por la cantidad de elementos y armamento que obtuvieron, y desde lo psicológico, ya que luego del triunfo, las ciudades altoperuanas que aún no lo habían hecho, se manifestaron a favor de la revolución iniciada en mayo en Buenos Aires.

Con todo a favor las tropas patriotas solo avanzarían hasta el límite del Alto Perú, sin adentrarse en territorio del virreinato peruano, lo que, tregua firmada mediante, permitió reagruparse a los realistas y revertir la suerte al año siguiente en la batalla de Huaqui, que ocasionó la desordenada retirada que solo se frenó en 1812 en Tucumán, cuando bajo las ordenes de Manuel Belgrano frenó la marcha de ese ejército realista que amenazaba con llegar a Buenos Aires a liquidar al gobierno central.

Quedará en la historia como en el parte de guerra de Suipacha que escribiría Castelli, casi que omite destacar la participación de la caballería al mando de Güemes, cuya tarea sería rescatada por otros testigos que dejaron testimonio del combate.

También persistirá la incógnita de saber si la táctica empleada en ese primer logro influyó en las posteriores planificaciones del salteño cuando se hace cargo de la defensa de la frontera norte a pedido de José de San Martín, ya que la sorpresa y el aprovechamiento al máximo de las ventajas que ofrecía el terreno de combate fue una constante aplicada por las guerrillas gauchas.