¡Flor de despiole presume la aparición de Psicocandy! "Estoy esperando las reacciones de los detractores", dice el dibujante Nicolás Brondo. Pero nada de esto sucederá. En todo caso, si algún escandalizado levanta la voz, será solitaria, como una rara avis.

La historieta, por naturaleza, es díscola, transgresora. Los lectores lo saben, por eso leen y es por eso que el medio resiste. Es cierto, desde hace un tiempo cierta corrección política la amenaza, pero no sólo a ella. En tal caso, no se trata más que de un peligro menor, de cara a un siglo de historias a cuestas, de un caudal sorprendente. De todas maneras, abordar el sexo y de manera desenfadada, no es habitual.

Pero hay que ir por partes, ya que es mucho lo que Psicocandy encierra y despierta. Por un lado, se trata de una coedición entre los sellos Atmósfera (Córdoba) y Rabdomantes (Rosario). Una tarea combinada que abre un proyecto ambicioso, que apenas inicia.

En efecto, Psicocandy es el primer libro de la serie Ojo Eléctrico, dedicada a reunir varios títulos, todos al amparo de un mismo universo, en donde puede que sus personajes se crucen. Cada título, una propuesta distinta. Todas, eso sí, vinculadas por el amor incondicional a David Bowie. ¿Asociación rápida, para lectores versados en música? Nada de eso, sólo un hálito que anima y dispara, que cuenta con la espalda de un guionista notable: el cordobés Damián Connelly.

"Utilizo muchas referencias musicales, me encanta, siempre están presentes cuando escribo. Psicocandy tiene una cosa de psicodelia, de cosa sexual extraña que me gusta", le dice el escritor a Rosario/12. ¿Y qué es Psicocandy? Es una suerte de explosión visual, que detona en un futuro algo viejo, entre experimentos genéticos, chicas sin pudor, violentas, una corporación malvada, animalitos y animalotes, mucho sexo explícito. Connelly se ríe, y subraya: "Tiene un toque feminista, es girl power".

La línea visual traza su recuerdo con el de otra chica de temer, la Tank Girl del inglés Jamie Hewlett, un aire desbocado que se cuela en tanto reminiscencia que permite autonomía, virtud del cordobés Nicolás Brondo: "En algunos títulos de Ojo Eléctrico predomina la violencia, en otros el miedo, lo onírico, ¡y a mí me tocó el porno! --comenta--. El loco (Connelly) me mandó un guión que era un delirio, pero también me eligió por el estilo estridente que suelo tener, algo 'popero', de una línea bien gruesa, tirada con bronca, de caras deformes, con pezones (risas). Así que le dije 'esto tiene que ser así', le pasé unos bocetos y le gustaron. Tenía que ser una historieta vertiginosa, rebuscada, con cuestiones narrativas complejas en donde hay viñetas que se mezclan con otras; la idea fue esa, hacer algo delirado".

 

“Psicocandy tiene una cosa de psicodelia, de cosa sexual extraña que me gusta. Y es girl power”. Connelly

 

Se nota que Brondo la pasó bien, su trabajo destila disfrute. Seguramente en consonancia con una de las premisas del escritor: "Elijo al dibujante en función del género a trabajar, para que se sienta cómodo. Eso es algo que tengo elevado como máxima, que el dibujante se divierta con lo que está haciendo --explica Connelly--. Yo hablo mucho con los dibujantes, me termino haciendo amigo, y eso es algo que va desde la búsqueda principal: analizo todo, bastante, y además está bueno aprender con el dibujante que trabajás".

La verdad sea dicha, Psicocandy no es pornografía. Sí tiene sus momentos explícitos, seguramente difíciles. Brondo dice que no hizo nada parecido antes. "Todo el tiempo pensé en el lector, en cómo iba a pegar una chica con poderes violando un gorila. No es pornográfico, no es algo excitante, sino que es violento, con tintes cómicos, paródicos. Psicocandy trata de algo libre, que puede ser gracioso, con viajes a otra dimensión. Si bien hay cierto erotismo en algunos dibujos míos, nunca había sido tan fuerte, fue toda una experiencia".

Del hacer de Connelly, Brondo se explaya porque "sabe cómo llegar a elegir el tema, cómo lograr un cómic feminista, con una mujer que es una luchadora, para quien el sexo es tan vital como respirar, como debería ser. Está llevado al extremo, a la parodia, pero lo básico es eso. Igualmente, él se preocupaba y me dejaba claro que Honey es mayor, que tenía 18 años. 'Pero loco, ¡hay una mina violando un gorila qué te vas a preocupar!', le decía".

Todo esto, se señalaba, a partir del cedazo que supone David Bowie. Brondo aclara que él no se fanatiza nunca con nada, "mi autor favorito es todos los que me gusten". Y continúa, "a mí su muerte me pegó bastante, el tipo tenía un plan desde que nació hasta que se murió. Y Damián me contagió su fiebre Bowie durante el proceso. A mí me gusta mucho laburar con música, pero al dibujar Psicocandy me cuidé mucho de no escucharlo demasiado. No quería condicionarme, para que no se notara. Vengo viendo el arte de los demás libros, y son todos así, ninguno está totalmente influenciado por una estética Bowie, y eso es buenísimo porque cierra bastante bien, no cansa".

A Connelly, la música del inglés le resulta sustancial. Dice que en Psicocandy el vínculo aparece en "el rebelarse, en hacer algo poco común, en el tema de la corporación; el eje de la historia es la rebelión contra un sistema. A lo largo de sus años, desde la estética Bowie fue cambiando para acoplarse a los distintos gustos, esa fue una de las cosas que lo potenciaron muchísimo. Cuando tuvo que ser industrial lo fue, cuando tuvo que ser pop, también. Tuvo todas sus variantes y esa es también la meta principal de la línea: tratar de encontrar ese cambio camaleónico de un libro a otro".

El título próximo de Ojo Eléctrico es Paint It Black, de Rodrigo Canessa y Nicolás Barbera, única excepción en donde la pluma de Connelly deja el puesto de escriba. Sobre Paint It Black, Connelly asegura que es "desmedidamente violento, con un personaje muy perturbado. El público se va a encontrar con otro tipo de narrativa, y así será con todos los libros que siguen", entre cuyos autores aparecen Fernando Calvi, Sil Chibi, Leo Luján, Facundo Belgradi y Quique Alcatena.

¿Hacer historieta es rebeldía? "Sí, hacer historieta autogestiva ya es un síntoma de rebeldía, es algo tan difícil de hacer y tan de corazón... No hay otra forma de hacerlo", concluye Connelly.