Old Joy

2006

Luego de dos largometrajes producidos en los años 90 –River of Grass (1994) y Ode (1999)– Kelly Reichardt volvió al ruedo de los festivales de cine más prestigiosos y el amor incondicional de la crítica con Old Joy, microrrelato de una noche y un par de días en la amistad de Mark y Kurt. Con un estilo de cámara ligero y engañosamente “desprolijo”, deudor de cierto cine de la década del 70, la realizadora retrata el reencuentro de Mark (Daniel London), en pareja y a punto de ser padre primerizo, y Kurt (Will Oldham), quien vive de prestado y atraviesa los treinta y pico como si se tratara de una adolescencia tardía. Un breve viaje en auto a un paraje rural de Oregon marca este relato melancólico sobre el final de una etapa de la vida. Los diálogos no necesitan ser explícitos: en las miradas de los amigos, en ese baño de inmersión con aires de despedida, en los disparos con cebitas a una hilera de latas frente al fogón se adivinan todos los deseos del pasado y las ansiedades ante el futuro. Producida entre otros por Todd Haynes, compinche inseparable de Reichardt, el film señala el reinicio de la filmografía de una cineasta talentosa como pocas, presentando de paso a la perra Lucy, coprotagonista de su siguiente largometraje.

Wendy and Lucy

2008

Wendy (Michelle Williams, en la primera de sus cuatro colaboraciones con Reichardt) está hecha un desastre. Viene de Indiana y quiere llegar a Alaska, donde dice que le espera un trabajo, pero su auto se rompe en un pueblito de Oregon. Eso no es todo: luego de una serie de eventos desafortunados, su inseparable perra Lucy desaparece, y en la perrera local no tienen noticias de ella. Con un estilo similar al de Old Joy, que la directora abandonaría de allí en más por un nuevo esquema formal, la trama pone a la desesperada Wendy en contacto con algunos pueblerinos, incluido un viejo y bondadoso vigilante de parking y un mecánico de autos interpretado por Will Patton. Wendy and Lucy puede verse como el retrato realista de un ángel caído en el sistema económico de los Estados Unidos, pero también como una fábula con moraleja incierta en la cual la protagonista debe superar una serie de pruebas para poder encontrar su verdadero destino. Con cabello corto y oscuro, Williams brilla en el rol central, una joven de apariencia frágil pero resistente a las inclemencias naturales y humanas. La mirada hacia la “América profunda” es notable, como ocurre en el resto de las películas de Reichardt, ya sea que transcurran en el presente o el pasado.

Meek's Cutoff

2010

El primer neowestern de Reichardt, aguafuerte de un grupo de personajes en tránsito, es un prodigio de puesta en escena y una reconstrucción minimalista de época alejada de estereotipos. El año es 1845 y el lugar, desde luego, el desierto de Oregon. Tres matrimonios, ejemplo cabal de aquellos pioneros que se trasladaban hacia el Salvaje Oeste en busca de una nueva vida, viajan junto a un guía llamado Stephen Meek (un casi irreconocible Bruce Greenwood). El territorio es duro y hostil, y a la falta de agua se le suma la posible presencia de indios poco amistosos. La descripción de la trama, sin embargo, no permite adivinar las mayores virtudes de Meek’s Cutoff, relectura del western cuyo énfasis está puesto no tanto en la acción (aunque acciones hay, y muy diversas) como en la delicada y precisa construcción de una cosmovisión. Como muchas “películas del Oeste” enraizadas en el concepto del viaje, también se trata de una road movie, en la cual la aparición de un hombre perteneciente a la tribu nez percé altera el delicado equilibrio de los blancos. Michelle Williams, Will Patton y Paul Dano encabezan el reparto de una película que abrió nuevos senderos en la obra de la realizadora, apoyada en el guion de su colaborador desde los tiempos de Old Joy Jonathan Raymond, el autor de la novela The Half-Life en la cual se basa First Cow.

Certain Women

2016

La única película coral de Kelly Reichardt adapta libremente tres cuentos de la escritora Maile Meloy. Abandonando los paisajes rurales y urbanos de Oregon por locaciones de Montana, donde transcurren originalmente los relatos literarios, el film retrata la relación de una abogada y uno de sus clientes, recientemente accidentado en el trabajo, el vínculo matrimonial de una pareja dispuesta a construir una casa desde cero, y los encuentros esporádicos de una docente y la ciudadora temporaria de un rancho y sus caballos. Cada encuadre, cada plano y su duración, están precisamente calibrados, pero el resultado es todo lo opuesto a la frialdad o el cálculo. Para Certain Women la realizadora contó con un casting de excepción –Laura Dern, Jared Harris, Michelle Williams, Kristen Stewart, entre otras y otros–, pero la única estrella de la película es su tono tristón y profundamente humano, donde los anhelos parecen estar siempre al alcance de la mano antes de esfumarse. La ligazón entre las tres historias es ligera y casual y no hay aquí ningún terremoto ni lluvia de sapos que pretendan imponerse como metáfora de tal o cual trama existencial. La mirada de Reichardt abarca bosques enteros obervando meticulosamente ciertos árboles, sus ramas y hojas.