Con respecto a la ultraderechización de la derecha argentina ya no hay mucho que decir. Continúa el giro transgresor, desinhibido y furioso de las ultraderechas actuales. No tiene ningún pudor, ni verguenza en atacar todo lo que es digno desde un punto histórico. En todo caso el giro mundial negacionista de las ultraderechas en la Argentina alcanza límites esperpénticos.

En efecto, la concentración monopólica de medios ha engendrado monstruos que parecen competir en crueldad, cinismo y en incompetencia periodística. Todo esto reproduciría una matriz mundial que se expande, pero lo que destaca el paso al límite de la reacción argentina es que se ha instalado en la guerra fría de los 70 del siglo pasado.

Es posible que en el punto de partida del delirio se encuentre la vacuna Sputnik V. A partir de allí surgieron envenenamientos de la población, jorobas provocadas, espías rusos encontrándose en Cuba con políticos kirchneristas , negociaciones secretas sobre centrales nucleares etc.

Estos delirios según distintas variantes se relanzan. La derecha espontáneamente ha captado un valor agregado en el delirio: en primer lugar supone un cambio de registro en el discurso de modo tal que no puede ser rebatido. Una noticia puede ser contrastada, el delirio es pronunciado con una certeza absurda donde ni siquiera puede ser rebatido, no se puede responder a lo que no existió nunca.

A su vez el delirio apunta a una construcción paranoica de la realidad donde se apunta a un mito constitutivo del sujeto en sus primeras teorías infantiles: somos manejados por fuerzas anónimas que juegan con nosotros porque carecemos de la sustancia necesaria para ser amados, somos material disponible para que las fuerzas ocultas nos devoren. El mismo lobo que nos va a destrozar anuncia que viene el lobo.

Es un plan de infantilización de la población de corto alcance. Esto no está solo calculado por las derechas, les ha tocado una civilización neoliberal donde el empuje al odio no encuentra en la sociedad barreras de sublimación. Las vidas precarias se multiplican, no solo precarias económicamente, también precarias en el amor y en la ética.

Por ello en la política actual, además de la necesaria vocación transformadora se trata de generar confianza, confianza en que los unos y los otros somos merecedores del amor que impide ser tratados como muñecos de una película mala.

En Argentina, esto se redobla en una coreografía espectacular, estamos en los 70, la guerra fría está presente en toda su identidad y el enemigo interno infiltrado debe ser exterminado. No es necesario nombrar al enemigo interno. Pero la derecha prueba la metodología que en el 76 les permitió " formatear " la Argentina de un modo autoritaria.

El límite de toda esta operación es que la mediocridad imbécil de los que llevan estas políticas es que ya son zombies ( Macri ya lo es ) y que los que los siguen hablan una lengua muerta, un disco rayado que la Pandemia aún encubre.

En medio de la confusión reinante que la pesadilla de los 70 y la guerra fría que compulsivamente repiten se han convencido del propio delirio maligno que ya no tiene retorno. La repetición se cierra con lo siniestro pero no abre ninguna puerta histórica porque la humanidad ha comenzado a pensar y buscar otra vida que les permita habitar este mundo de un modo digno. Y por ello han olvidado al pueblo que viene de nuevo por la verdad de la justicia, lo único que ha hecho posible la convivencia en común. La derecha ultraderechista del siglo XX en Argentina ni imagina con qué clase de Pueblo se va a encontrar en el siglo XXI .