“¿No me creés? Te quiere la Juventus”. Dalila Ippolito recuerda siempre con emoción ese llamado de su representante. En Argentina eran días de cuarentena estricta y la futbolista más joven en disputar un Mundial con la albiceleste estaba a punto de partir a Europa para sumarse al tricampeón italiano. Quien se lo anunciaba por teléfono y luego viajaría con ella para firmar el contrato, era Chavi Pascual, un ex arquero nacido en Bilbao que se retiró en Argentina y hoy es uno de los nombres clave del incipiente mercado de pases del fútbol femenino. “Hace más o menos cuatro años yo ya estaba representando a varones y decidí abrir mi propia empresa con un socio argentino, ahí empezamos con el femenino a raíz de mi amistad con la familia Dalila”, cuenta este vasco-argentino que conoció al tío de la mediocampista en su paso por la valla de Excursionistas.

Entre sus representadas, Chavi suma también a Solana Pereyra, la arquera de 22 años que pasó de UAI Urquiza (como Ippolito) al Tacuense español, y a Mariana Larroquette, goleadora de la Selección que de la mano de Chavi dejó la competitiva Liga de Noruega para desembarcar en la NWSL estadounidense, meca mundial de la disciplina. “Estados Unidos era un área donde nos interesaba abrir camino. Fuimos haciendo contactos y así se dio lo de Mariana al Kansas City. Fue el primer fichaje extranjero de la franquicia y la segunda argentina de la historia en jugar en la liga norteamericana”, repasa. 

La primera había sido Estefanía Banini, quien ya dejó el Washington Spirit y acaba de jugar la final de la Copa de la Reina con el Levante. Si bien el partido coronó al Barcelona, la mendocina se hizo notar con un golazo de volea: la avanzada argentina es un hecho consumado, casi todas las jugadoras de la Selección encontraron su destino futbolístico en el exterior. “Fuera de la Selección, estamos muy fuera de radar para los clubes europeos. Me encontré, por ejemplo, con que evaluaban los 15 minutos que jugó Dali contra Escocia, eso era prácticamente todo lo que veían para decidir un posible fichaje. Si bien después estudian un poquito más, todavía nos falta peso. La Selección es la que abre camino y después vienen todas atrás”, explica Chavi con un acento que va del porteño más llano a las inconfundibles inflexiones de la península ibérica. 

–Las consultoras internacionales dicen que el fútbol femenino es la nueva tendencia económica mundial. ¿Cómo ves la proyección del negocio desde tu rol?

–El negocio todavía no existe en Argentina y está dando sus primeros pasos en Europa, creo que es un plan a largo plazo. Esa, por lo menos, es mi visión de lo que el fútbol femenino a nivel económico y comercial puede generar a nivel económico. Ha crecido mucho en Europa, en las ligas importantes hay buenos contratos y como consecuencia empieza a haber un poquito de negocio alrededor en cuanto a las marcas, en cuanto a los representantes y en cuanto a los pases de los clubes, que prácticamente no hay pero empiezan a haber. Todavía está en ciernes pero creo que va a crecer mucho en los próximos diez, quince años.

–Durante el 2020 varias futbolistas sellaron sus pases al exterior: UAI Urquiza, por ejemplo, perdió ocho jugadoras y tuvo que rearmar el equipo. ¿Por qué tantas en un mismo momento?

–Creo que fue un año muy importante: el haber jugado el Mundial, los juegos Panamericanos con la medalla de plata y un posicionamiento de la Selección Argentina, y en consecuencia sus futbolistas, en los ojos y en la cabeza de los directores de los clubes españoles y en el caso de Dali, Italia. Si bien había jugadoras argentinas que se habían ido previamente, se habló mucho de las jugadoras argentinas y eso facilitó los pases.


En Europa los contratos de las futbolistas están lejos de las grandes cifras del masculino pero consolidan una brecha importante respecto del mercado argentino. “No en todas las ligas europeas las jugadoras son profesionales, cada una está regulada de distinta forma –amplía Chavi– pero obviamente es más que en Argentina por una cuestión de cambio”. Allá, en promedio, los salarios van de los 1000 a los 3000 euros mientras que acá las futbolistas perciben un mínimo de 24.000 pesos (cuando se reglamente la última paritaria, serán 27.000). Con respecto a la regulación, Boca sigue siendo el único club que tiene a todas sus futbolistas contratadas. “La profesionalización lo que hizo fue marcar los tiempos de los contratos. Antes, las jugadoras, más allá de que podían tener una ayuda o un viático, tenían una ficha amateur, como los juveniles: ahora los contratos marcan los ciclos en los que ellas se tienen que comprometer con los clubes o los momentos en los cuales pueden tomar la decisión de irse”, señala.

–En Argentina los contratos suelen ser de un año y eso hace que los pases no se paguen porque las jugadoras se van libres al exterior.

–Sí, eso sucede de la misma forma con los varones pero con una diferencia: para el mercado europeo todavía no es fácil evaluar cuánto debería costar una jugadora argentina o de un país latinoamericano. Los pases que vemos en las noticias, del Werder Bremen, del Lyon... son jugadoras que ya están en Europa y que, por estar jugando ahí, tienen un valor en el mercado. El problema es que en el fútbol femenino no hay una compensación por formación como en el masculino.

–¿Debería haber derecho de formación en el fútbol femenino?

–Hoy todavía difícilmente un club europeo va a pagar por una futbolista argentina para llevarla, se frustraría la posibilidad si el club pidiera dinero. Al mismo tiempo, te digo que los clubes cada día están invirtiendo un poco más y también merecen algo. Hay que buscar un punto en el medio para que ese algo no limite que las jugadoras puedan dar un salto a un fútbol más competitivo donde salarialmente tienen mejores condiciones. Las jugadoras quieren dar el salto, emigrar y jugar en Europa pero todavía los mercados no están equiparados como para que al club le retribuya.

–¿Influye que las futbolistas empiecen a jugar a los 15 o 16 años?

–Tenemos un déficit muy grande de inferiores, hay pocos clubes que trabajan con las jugadoras desde más abajo y se juntan chicas de 12 a 16 años en una reserva. Va todo de la mano: que crezca el fútbol femenino, que el plan de desarrollo de la AFA se implemente con un torneo de reserva un poco más organizado, con un torneo juvenil, con categorías sub-15, sub-14, sub-12... Es todo un proceso, no es de un día para otro.

–¿Cuál es el diferencial de las futbolistas argentinas en las grandes ligas del exterior?

–Creo que valoran la creatividad y esa idiosincrasia donde las que son ofensivas, son gambeteadoras, y las que son defensivas tienen esa garra, ese coraje de la jugadora de acá. Va en paralelo al masculino: la pasión por ganar, por progresar, por crecer y por ir a un fútbol con más facilidades, con más estructura, con más posibilidades de crecimiento. Obviamente en Europa hay jugadoras muy buenas pero por ahí tienen otra tranquilidad y a veces les falta un poquito del hambre de gloria que tiene la jugadora argentina o latinoamericana en general.

* Ornella Sersale, Sofía Martínez, Florencia Pereiro, Lucrecia Álvarez