Una mujer trans descubre que es madre de un hijo de diez años. Mañanas de septiembre parte de una premisa que tiene una filiación con hermanas mayores como AJ & The Queen y Priscilla, la reina del desierto. Pero hay dos grandes diferencias entre la flamante serie brasileña con aquella protagonizada por RuPaul y del largometraje australiano que marcara un cimbronazo para el movimiento LGBTQI+. El trance de su protagonista no sucede bajo las convenciones de un viaje en la carretera. La otra tiene que ver con las postales de San Pablo prescindiendo de toda pintorequismo tropical. La primera temporada, compuesta por cinco episodios de media hora, ya está disponible en Amazon Prime Video.

Tres décadas, dos meses y diecinueve días. Cassandra (encarnada por la cantante Liniker) necesitó de todo ese tiempo para tener un lugar propio. Pudo mudarse del sofá de una amiga, está enamoradísima de Ivaldo (Thomas Aquino), durante el día trabaja como motociclista mensajera y, lo más importante, siente que su carrera como cantante de covers en un local nocturno empieza a darle frutos. Hasta que se enterare de que hay otro fruto dando vueltas. Gersinho (Gustavo Coelho), el hijo que tuvo con Leide (Karine Teles) viene a patearle el tablero existencial. “Recién estoy acomodando mis cosas y me entero de esta mierda”, desgrana.

Dirigida por Luis Pinheiro y Dainara Toffoli, Mañanas de septiembre tiene como faro excluyente a esta mujer afro y trans en medio de un contexto gris. Lo mismo puede decirse para el resto de los personajes. Uno de sus aspectos más destacables es el cruce, sin demasiada estridencia, entre lo que implica la aparición de Gersinho junto con su rutina diaria. La protagonista se gana el pan como delivery mientras que por la noche emula a una cantante de MPB llamada Vanusa (el nombre de la serie es de un tema suyo). Demasiadas mochilas como para que el filho le reclame atención. “Olvidá a tu padre. Lo viste, ya no es un padre”, dirá Leide ante la desaprensión inicial de Cassandra por el pequeño al que llama “paquete” o “pendejo”. En una entrevista con El País, Liniker lo dijo bien claro: Leide representa para Cassandra un pasado que ya no le pertenece mientras que Gersinho es “el futuro para el que no estaba preparada”. ¿Neorrealismo queer?

El otro logro está en la naturalidad con la que Liniker interpreta a esta mujer que es objeto de discriminaciones explícitas y prejuicios permanentes. “Si no fuera por la voz pasarías una mujer de verdad”, cree elogiarla una persona en la calle. El colectivo trans es retratado sin maquillaje ni excesos, al punto que la realización de O2 Filmes podría compartir estantería junto a la serie documental Archivo de la memoria trans que por estos días emite la señal Encuentro. En cuanto a su fotografía y sonoridad, se aprecian las imágenes de ese mastodonte urbano junto a la selección musical vinílica, estridente y pop.

La ficción, a su vez, pone de manifiesto los distintos tipos de maternidad, ya sea una que se prostituye para mantener a su hija o una vendedora ambulante y mechera ocasional. Y su protagonista, quien además de sus sueños y batalla por la identidad, hace malabares por tener una relación, se ocupa de llevar a Gersinho al colegio, y emociona cuando éste cuela un “papá” y “bonita” en la misma oración. “Soy Cassandra y soy una mujer”, le aclarará luego. En definitiva, Mañanas de septiembre enseña que hay varios modos de maternar, paternar y transternar.