Sin la mística que se espera para estos tiempos de crisis, la CGT realizó su acto conmemorativo del día del trabajador en el estadio del club Obras Sanitarias. El único orador fue Juan Carlos Schmid, quien rechazó el modelo económico y repudió la respuesta gubernamental de “palos y gases” ante la protesta social. En el diagnóstico que desarrolló, el triunviro indicó que las causas que derivaron en el paro del 6 de abril se mantienen intactas aunque avisó que la central obrera continuará apostando al diálogo con “prudencia y madurez que no es resignación”. Por si acaso, advirtió que no cederán a las presiones de los que “nos quieren llevar a la confrontación”.

El acto fue corto. Apenas 16 minutos duró el discurso de Schmid que estuvo dirigido a los delegados y dirigentes que colmaron el estadio con una capacidad de cuatro mil personas. Abajo del escenario había una doble fila de asientos para los invitados especiales. Allí se ubicó el único ex secretario general que estuvo presente, Hugo Moyano. Pero ese espacio reservado mostró más de media docena de sillas sin ocupar. Ninguno de los participantes esperaba un anuncio importante y mucho menos la convocatoria a una nueva media de fuerza. El que lo reconoció fue el diputado y titular del gremio de Peajes, Facundo Moyano, quien poco antes del comienzo del acto, y ante la consulta, respondió sin ambages: “¿Otro paro? No, este año hay elecciones y la gente decidirá con su voto”.

El más joven de los Moyano no se equivocó. Schmid no anunció ni paro ni plan de lucha. Realizó un diagnóstico sombrío desde el atril muleto de la CGT, ya que todavía no recuperaron aquel que “perdieron” el 7 de marzo pasado, bajo la atenta mirada de los secretarios generales que lo acompañaron en el escenario. El líder de Dragado y Balizamiento recordó primero que en este mismo estadio la CGT acordó el año pasado reunificarse y que la fusión se concretó a pesar de las diferencias y contradicciones internas con el objetivo de “dar respuestas al gobierno” de Mauricio Macri.

Sobre la administración macrista dijo que “ha puesto en marcha un trazado económico que ninguno de nosotros comparte”. En ese sentido, el triunviro advirtió que las condiciones que generaron el paro del 6 de abril “continúan vigentes” y, para más datos, le dio a la audiencia una rápida enumeración: la eliminación de las retenciones al agro y las mineras; el incremento de las tarifas de los servicios públicos; “el crecimiento galopante” de los precios de la canasta básica “que ha convertido a los supermercados en creadores de súper ganancias”; los “intentos de ponerle techo” a las paritarias; el “drama” educativo y las importaciones que “estrangulan la producción nacional particularmente en el rubro textil, del calzado y los metalúrgicos”.

Schmid redondeó este análisis con una pregunta que le deparó uno de los pocos momentos de aplausos: “¿Quién puede sostener en la Argentina que con media población que tiene dificultades para llegar a fin de mes puede creer en una democracia y en la República? ¿Quién carajo puede sostener que eso es viable en este momento de la historia?” A pesar de tamaña descripción, dijo que la central sindical insistirá con el diálogo “prudente y maduro” que para nada debe confundirse con “resignación”.

Para Schmid estas premisas no sólo le permitió a la CGT responder “a las críticas por izquierda y derecha que nos quieren conducir a una confrontación”, sino que desde esta “prudencia y madurez” le dice al gobierno que “hay que gobernar para todos si de verdad queremos cerrar la brecha social, debemos terminar de zanjar las diferencias entre millones de compatriotas que no tienen ninguna oportunidad y otros que se llenan los bolsillos a costillas del sacrificio nacional”.

Schmid avanzó un poco más en su crítica y fue la única vez que se refirió con nombre y apellido: “Le digo a la ministra (de seguridad, Patricia) Bullrich que el conflicto social no se resuelve con palos ni con gases, el conflicto social es una consecuencia del malestar que tiene nuestra sociedad y lo digo con todas las letras, los problemas se resuelven en el diálogo y con el acuerdo, nunca con los palos ni los gases”. Una frase que provocó uno de los aplausos más cerrados del breve acto.

A lo largo de su escueto discurso Schmid tensó la cuerda pero nunca llegó a cortarla. De hecho insistió que la CGT no es parte del problema sino de la solución y hasta deslizó una crítica a la oposición cuando afirmó que existe un “falta de imaginación y de iniciativa de la clase política para ofrecer alternativas que nos saquen de este estancamiento”.

No había llegado el mediodía cuando el discurso finalizó y los dirigentes que ocuparon el escenario entonaron la marcha peronista, se felicitaron entre ellos y se fueron. Allí estaban el triunviro Héctor Daer; el secretario gremial de la CGT, Pablo Moyano (Camioneros); José Luis Lingeri  (Obras Sanitarias); Andrés Rodríguez (UPCN); Amadeo Genta  (Municipales porteños); Rodolfo Daer (Alimentación); Julio Piumato (Judiciales); Abel Frutos (Panaderos); Omar Plaini  (Canillitas); Sergio Romero (UDA), Víctor Santa María (Suterh), Juan Pablo Brey (Aeronavegantes) y Jorge Sola (Seguros). Entre las ausencias más notorias fue la del triunviro Carlos Acuña y los referentes de la UOM, Antonio Caló y Francisco Gutiérrez.

A Hugo Moyano el acto lo dejó “conforme” porque el mensaje fue muy claro porque “la única verdad es la realidad, y la única realidad es cada vez mayor desocupación, cada vez menos trabajo. Está muy lejos de la promesa que hizo el Gobierno en su momento”.