“De no existir la alternativa digital estaríamos en el horno”, dice Charo Bogarín, y le pone onda al presente. Apuesta al lado claro de la oscuridad, en su caso haciendo foco en los cambios en la industria musical que aceleró la pandemia, como el de pasar del disco entero al “sencillo”, nada menos. “Si uno tiene puesta la mirada en lo macro, aunque vaya haciendo adelantos mediantes sencillos, el concepto de álbum no se pierde ni diluye. Se va mostrando, o asomando diría”. Punto a su favor entonces, en este caso con la mira puesta en “Pajarito”, el single que acaba de subir a plataformas y que utiliza como ejemplo de su optimismo. Con él, apuesta a varias cosas, tres en especial: mantener su público atento; ahorrar dinero en publicar discos físicos; y mantener una presencia sin tener que esperar un año entre disco y disco. “Obviamente, la pandemia agudizó más este proceso de cambiar de lo físico a lo digital, o del álbum al sencillo. No nos olvidemos que vender discos físicos depende de la circulación de la gente, de la apertura de negocios, de hacer conciertos en teatros, festivales, y así, justo todo lo que no pasa ahora”.

Ante tal posicionamiento, la edición de un single toma otro cuerpo, claro. Obliga a penetrar en la canción que conlleva, y hacerla explotar desde adentro. En este caso, a través de un canto pícaro, cuya sustancia pasa por trazar analogías entre la naturaleza animal y la humana, algo que la cantora y compositora viene haciendo con o sin Tonolec, el dúo de música electronativa, que forma con Diego Pérez desde que empezó el milenio. “Las alegorías que hago en mis canciones del sentir humano con personajes de la naturaleza, humanizan más a las mismas”, sostiene ella. “Me permiten ser menos literal y más metafórica. Pero éste, además, no es un pajarito cualquiera porque tiene su identidad. Es un pajarito patrio que dice ´Tu pechito es colorado / mi pecho blanco y celeste / son colores de la patria / de mi tierra / y de mi gente´… Es una canción que tiene territorio encima, es picaresca y tiene sus guiños. En momentos de tanta angustia e incertidumbre, las canciones tienen el poder de levantarnos un poco el ánimo, la mía va en ese sentido”.

Sin abandonar Tonolec, la Charo transita el cuarto año de su faz solista. El que contenga “Pajarito” será su tercer disco en tal plan, tras La Charo (2017) y ese intenso homenaje a Mercedes Sosa, llamado Legado (2019). “El álbum que vendrá está compuesto de cantos que hacen un recorrido por diferentes estados de ánimo, y también de sonoridades que podemos reconocer como latinoamericanas. Inspirado en el folclore de cada territorio que pude conocer, visitar, y admirar. Además, tendrá una instrumentación muy particular, al involucrar arpas, maderas, cuerdas, acordeones, mucha percusión, y contrabajo”, anticipa La Charo, también multiinstrumentista. “En cada composición que hago de nuevas canciones, trato de ir ahondando mi mirada y anclando mi estilo en diferentes sonoridades, ritmos e instrumentos típicos de cada región. Metiéndome cada vez más adentro, de las culturas que son parte de este continente vasto y por demás rico en su folclore”, explica ella, acerca del tono general no solo del disco, sino de todo su devenir solista.

Respecto de Tonolec, el dúo está esperando que se abran las fronteras para tocar en vivo. La última vez que lo hicieron --con público-- fue en la Feria del Libro de Cuzco, Perú, en 2019; y después ofrecieron dos streaming. Uno para la feria del libro del Chaco, y otro en el Tasso. “Por ahora, con Diego no estamos componiendo para Tono… Le estamos dando un respiro”, asegura Bogarín. “Igual, es difícil para mí separar una obra de otra, porque en ambos proyectos compongo música y letra, además de cantar al frente, y tocar instrumentos. Creo que la diferencia está en que como solista intervienen otros productores musicales”, refiere ella. Tales son tres: “Tilín” Orozco, Juan Blas Caballero y Lucio Mantel, en este orden los productores de sus tres discos a la fecha. “En Tonolec, en cambio, la constante somos dos: Diego, yo y esa es la unidad indisoluble. En La Charo, en cambio, yo soy la constante y la variable van siendo quienes producen mis discos, lo cual me permite divisar nuevos horizontes”.

El facilitador de horizontes actual sería Mantel, entonces. Sobre él apunta ahora La Charo. “Lo convoqué un día inspirado y musical, escuchando sus canciones y admirada de la brillantez de sus composiciones, de su sentido agudo de la canción, de su gusto refinado en los arreglos musicales. Es un artista y productor con todas las letras, que trabaja enfocado desde un concepto, lo cual para mi es fundamental. Así funciona el vínculo, sumando que también toca algunas guitarras eléctricas”. Respecto de las presentaciones en vivo, en tanto, la formoseña de sangre guaraní prefiere guardarse en beneficio de otros haceres. Además, de estar preparando la Fonoteca del Canto Originario para el INAMU --cuyo propósito es el de digitalizar cantos en lenguas ancestrales sobre territorio argentino—, está esperando el resultado de su tesis para el posgrado en Gestión Cultural y Comunicación, mientras da un taller virtual bajo el nombre Canto Nativo. “Aunque es obvio que no le pierdo el tranco a mi disco, al que le seguimos dando las pinceladas que faltan para tenerlo a punto caramelo para fin de año”, promete.