Un hecho que pasó desapercibido, probablemente porque sucedió casi en paralelo al conflicto por el cierre de las exportaciones de carnes, fue que el 13 de mayo de 2021, desde Santa Fe, la empresa emitió un comunicado en el cual informó que: “un grupo mayoritario de accionistas de Vicentin han aceptado una manifestación de interés no vinculante presentada por tres compañías, de extensa trayectoria en la industria”. Estas tres compañías son: la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), Molinos Agro (Pérez Companc) y Viterra Argentina (ex Oleaginosa Moreno Hnos., socia de Vicentin en la planta de Renova).

La impunidad que les otorgan jueces amigos les permite avanzar con el mismo modus operandi con el que desde hace años actúan para sostener sus privilegios, a costa de quienes producen y trabajan el campo. El carácter “no vinculante” solo será un puñado de palabras que adornan el resto del comunicado.

Si para muestra está el fallo del juez Fabián Lorenzini, por el cual restituyó la administración de Vicentin a sus directivos y otorgó el rol de veedores a los interventores designados por el Ejecutivo, pudiendo frenar decisiones de un presidente electo por el pueblo.

Poco importan las y los productores, cooperativas, agropymes damnificados (estafados): “1895 empresas que en junio de 2020, aún no cobraban sus granos entregados, entre acopios, cooperativas, corredores, correspondientes a la deuda comercial por más de 25.000 millones de pesos, y por la deuda financiera (casi 64.000 millones de pesos), 37 bancos que en junio de 2020, no cobraban sus créditos, 586 proveedores de bienes y servicios que quedaron enganchados, 19 acreedores fiscales, 98 acreedores accionistas y préstamos impagos a tres de sus sociedades vinculadas”, se explica en Vicentin: la Estafa Blanca, documento del Centro de Estudios Agrarios.

La Nación y Clarín y algunos medios de menor monta hacen las veces de protectores de la opinión popular, al punto de hacerle creer ser parte de “la corona” a plebeyos y esclavos, y hasta algunos estafados: “Todos somos Vicentin”.

El modus operandi de Glencore

De esta manera se da una pelea que favorece a quienes especulan, quedando relegados quienes producen y trabajan en el campo. Una situación histórica que se remonta al siglo XIX, cuando la oligarquía portuaria no dudó en cerrar negocios con los empresarios británicos, entregando la Banda Orienta y el Alto Perú, y sometiendo a las nacientes industrias de las demás provincias, que mal se llaman del “interior”.

Esa mirada permanente al exterior generó ese desarrollo desigual que hoy muestra pobreza y hambre, mientras los grandes grupos económicos registran ganancias extraordinarias. Sólo observar cómo definen el precio de los alimentos, cobrándolos dolarizados y pagándoles lo menos posible a quienes lo producen, o ni pagándolos como en el caso de Vicentin.

Con el título de “El modus operandi y el antecedente de Moreno”, el informe dossier “Vicentin: La estafa blanca”, del Centro de Estudios Agrarios, muestra como una de las empresas que ahora quiere quedarse con parte de Vicentin SAIC, se quedó con Oleaginosa Moreno a finales de los ’90: “a mitad de 1997, Oleaginosa Moreno, uno de los principales complejos productivos de la Argentina, repentinamente se encontró en una grave situación financiera, su presunta iliquidez sacudió el mercado. Nadie lo esperaba, dicen que llamaban del exterior, incrédulos de que el Grupo Moreno anduviera con dificultades”.

En aquel momento Glencore, hoy Viterra y socia de Vicentin en la planta Renova, fue quien “rescató” a la empresa argentina, “interviniendo la gestión de las empresas del grupo: Oleaginosa Moreno, Oleaginosa Oeste y Sucesión Antonio Moreno”. Para agregar que "el 2 de diciembre de 2019, justo antes de declararse repentinamente en quiebra por una deuda de 350 millones de dólares, Vicentin, socia de Glencore en la planta Renova -el mayor establecimiento de molienda del mundo-, le vendió el 16,67 por ciento de las acciones. En abril 2020, Glencore ofreció 325 millones de dólares, por el restante 33,3 por ciento de Renova, en principio rechazada por el juez de la quiebra y la empresa”.

La Cuenca del Plata

Es decir, la maniobra no es nueva, pues es el modus operandi de Glencore. Las “leyes” del mercado hacen que este accionar resulte menos demoníaco que la intervención y/o expropiación de parte del Estado Nacional, aun cuando éste resulte ser el principal estafado y, obvio con ello, todas y todos los ciudadanos.

Vicentin continúa siendo parte de la estructura de comercio exterior del sector que genera más de la mitad de las divisas que se producen en el país. Una estructura dominada ampliamente por el sector privado y los intereses de algunas familias acomodadas y privilegiadas. 

Es importante no abandonar el tema y unirlo a la agenda de la Cuenca del Plata, mal llamada hidrovía, porque desde la visión y la acción integral de esta estructura de comercio exterior, cuyas mercancías nacen en la producción agroalimentaria, se le agrega valor en las agroindustrias y desde los puertos transita a través de los ríos hacia el Atlántico, es posible construir una nación económicamente independiente.

Pensar en el Estado participando de la estructura de comercialización agroalimentaria sobre la quebrada Vicentin hace posible no solo garantizar que a las y los productores se les pague, sino que se les pague mejor. A la vez que se participa en la generación de divisas y el testeo de un negocio que actualmente favorece a las grandes empresas agroexportadoras transnacionales.

* Directores del Centro de Estudios Agrarios (CEA).