Ortodoxia es un término derivado del griego que significa “pensamiento correcto”. La ortodoxia económica sería lo “correcto” en términos de ciencia económica. Sin embargo, lo normal es que sus hipótesis resulten ajenas a la realidad y, por ende, de la ciencia. Por caso alega la “producción óptima, distribución progresiva del ingreso y equidad en la riqueza”, pero prioriza lo financiero sobre lo productivo, que conlleva a la reducción del salario real, el endeudamiento, el aumento de pobreza y la concentración de la riqueza.

La heterodoxia económica, en cambio, se basa en la teoría de J. Keynes y M. Kalecki. El eje central es que los salarios y jubilaciones deben crecer por encima del aumento de la inflación, lo que potenciaría el mercado interno, el crecimiento económico y la distribución progresiva del ingreso nacional con inclusión social.

El relato conservador

La ortodoxia no es más que el relato político del poder económico, que esconde en su repetición de frases convencionales el objetivo de anular al Estado del ámbito de la economía y así mellar el poder político. En forma particular, minar la soberanía monetaria del Estado repitiendo que "en cualquier circunstancia la emisión genera inflación, ya que ésta es un fenómeno monetario".

La realidad demuestra que la mayoría de los países emitieron moneda para paliar los efectos de la pandemia y no tuvieron su correlato inflacionario. 

Además la inflación en Argentina es un fenómeno peculiar porque también son específicas sus determinaciones políticas. Resulta útil en cada análisis integrar política y economía. Surge entonces la siguiente pregunta: ¿Por que el actual gobierno tiene inflación, aumento de pobreza e indigencia y, por ende, perjuicio social?

La respuesta es simple, sin ser única: los precios de bienes y servicios siguen referenciados a un dólar subjetivo empresarial y los ingresos fijos (salarios y jubilaciones) están en pesos y a la baja, como política impuesta por los formadores de precios.

Gobiernos

Más allá del eufemismo se trata de grandes empresas que conforman el poder económico que tienen el poder de fijar precios para sostener el máximo beneficio sin considerar costos de producción y, mucho menos, costos sociales. Es decir, imponer precios que aumentan ganancias y, a la vez, condicionan el poder político.

Cuando el poder económico llega al gobierno a partir de un partido político se dará la coincidencia de intereses entre el poder político y el poder económico y, por ende, resultarán inevitables las calamidades que ha soportado la sociedad: endeudamientos impagables, quiebra de pymes, desempleo, caída del salario, pobreza.

Lo contrario ocurre cuando un gobierno defienden los intereses sociales. Para ello impondrá políticas económicas heterodoxas para intentar modificar la relación precios-salarios-utilidades a favor de la sociedad. 

Sin embargo, en este marco se profundizará la puja entre el poder político y el poder económico, ya que este último seguirá disponiendo a favor de sus intereses con parte del Poder Judicial, medios de comunicaciones que integran dicho poder y la potestad de imponer precios oligopólicos.

A un año y medio de gobierno heterodoxo, con pandemia y endeudamiento extremo heredado, la relación entre precios, salarios y utilidades continua similar al período ortodoxo anterior.

Balances y ganancias

En el 2020, los salarios crecieron 33 por ciento y la inflación tuvo un aumento de 36,1 por ciento. Los salarios perdieron 3,1 puntos.  Según un estudio de Claudio Lozano, los beneficios interanuales de formadores de precios dedicados a los bienes alimenticios fueron los siguientes:

* Mastellone Hnos., cuya actividad principal es la industrialización y comercialización de productos y subproductos derivado de la leche, contabilizó un alza de ganancias interanual de 32,7 por ciento al primer trimestre 2021.

* Molinos Río de la Plata aumentó las ganancias interanuales al primer trimestre de 2021 en 96,1 por ciento.

En ambas empresas, que integran el poder económico y se dedican al rubro alimentario, el alza promedio de sus productos es superior a la inflación media. Es decir, esas ganancias en pandemia tienen como contrapartida la caída del salario real e incremento de niveles de pobreza e indigencia.

Como atenuante a la actuación del Gobierno surge el grave problema de la pandemia. Sin embargo, la intervención cautelosa en la economía agrava los efectos tanto sanitarios como económicos de la misma. Si existen necesidades humanas impostergables la mayoría de la población se desplazará en busca de conseguir recursos en la actividad económica, sin considerar restricciones y asumiendo el riesgo de contagiarse y afrontar situaciones graves o irreparables.

Otro atenuante es la deuda, contraída por el gobierno neoliberal anterior, bajo el agraviante argumento de saldar déficit fiscal en pesos endeudándose en dólares a corto plazo y bajo el libreto de equilibrar las cuentas fiscales. 

Mitos

Paul Samuelson decía: "Es una superstición o mito que el presupuesto público deba estar equilibrado… una de las funciones de las religiones es la de asustar a la gente mediante mitos, para que se comporte de la manera deseada". Albert Camus afirmaba: ”Los mitos tienen mas poder que la realidad”.

No se puede evaluar como un éxito el equilibrio fiscal cuando, en realidad, se trata de una derrota social, además agravada en situación de pandemia. La emisión de moneda soberana para financiar el déficit fiscal no genera inflación porque el Banco Central puede emitir y esterilizar y, además, porque emitiendo crece la economía. 

Pretender primero solucionar el equilibrio fiscal para reducir inflación y luego crecer, como aconseja el FMI, es una receta ortodoxa que esconde la intención de elevar niveles de pobreza para que se acepten por obligación salarios a la baja .

Si se quiere crecer se debe operar a la inversa. Es decir, financiar con emisión el crecimiento para lograr mayor recaudación que permita regular la base monetaria y así sostener salarios reales, como camino virtuoso del crecimiento y distribución equitativa del ingreso.

Si los salarios no crecen sobre el alza de la inflación, muchos de los que votaron a este Gobierno lo seguirán votando, pero otros que también lo votaron -en el marco cultural de la era posmoderna- harán lo contrario. La economía es economía política o es ortodoxia neoliberal.

Vale recordar a Jean Paul Sartre que enunciaba: “El existencialismo es un humanismo”. El peronismo es también un humanismo pero no sólo en teoría, sino en la práctica. Su fundamento político es la praxis transformadora hacia el objetivo de justicia social, independencia económica y soberanía política, que implican la defensa de la vida y de la dignidad humana, que deben ser muy consideradas más aún en pandemia.

* Docente, economista, contador público e integrantes del Club Argentino Arturo Jauretche.

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