La estrella roja                6 puntos

Argentina, 2021

Dirección: Gabriel Lichtmann.

Guion: Pablo Besarón y Gabriel Matías Lichtmann.

Duración: 72 minutos.

Intérpretes: Héctor Díaz, Juan Leyrado, Thelma Fardin, Ana Katz, Julieta Zylberberg, Rafael Spregelburd, Walter Jakob.

Estreno en Complejo Gaumont.

En su tercer largometraje, el realizador Gabriel Lichtmann se transforma en un inexistente Héctor Díaz. Díaz, a su vez, encarna a un personaje llamado Gabriel Lichtmann, director de cine obsesionado con las desventuras de Laila Salama, reina de las celebraciones locales de Purim en 1934 y espía internacional que supo prestar servicios en el británico MI6. De ella se dice que compartió lecho con el mismísimo Erwin Rommel y que, bajo las órdenes de los cazadores de nazis comandados por Wiesenthal, tuvo bastante que ver con la captura en Argentina de Adolf Eichmann. Ostensiblemente un documental falso, La estrella roja parte de los pocos datos y objetos que Díaz/Lichmann encuentra en un viejo arcón: un libro con claves ocultas, la partitura del tango que da título a la película, la información de que Laila se casó y se transformó en Silvia Céspedes, esposa, ama de casa y madre de un único hijo, antes de su muerte en un accidente de aviación que pudo haber sido atentado. Como Sergio Wolf en Yo no sé qué me han hecho tus ojos, pero del otro lado del espejo, el cineasta-detective aparece en cámara visitando lugares y entrevistando a historiadores, especialistas y gente ligada personalmente a la enigmática protagonista.

Mezclando, como si se tratara de naipes de distintas barajas, material de archivo con imágenes actuales pasadas por los filtros del blanco y negro y los rayones creados por un software digital, el viaje incluye el descubrimiento de un film dentro del film (ambos, desde luego, creaciones de los guionistas), cuyo legendario estatus de “perdido para siempre” aporta un elemento de especial atractivo cinéfilo. Allí aparece, como un montajista amante de la mitología del cine nacional, el actor Walter Jakob, uno de los varios rostros reconocibles de La estrella roja. La propia Laila está interpretada, en gran medida a través de fotografías, por Thelma Fardin, al tiempo que a Juan Leyrado le tocó en suerte el rol del hijo de la misteriosa dama. El alto judaísmo en sangre, que ya estaba presente en su ópera prima Judíos en el espacio, permite que Lichmann juegue con la(s) ficción(es) y recree una historia posible en tiempos de esa Argentina elegida por los ex jerarcas nacionalsocialistas como destino ideal para diluirse en una nueva identidad.

Más allá de las tenebrosas resonancias de la Shoah, el carácter lúdico del proyecto se evidencia desde un primer momento. No todas las escenas funcionan y la repetición de ideas, a pesar de un breve metraje de 72 minutos, comienzan a erosionar el camino. Sin embargo, en su estructura laberíntica, de múltiples senderos que se bifurcan, Lichtmann logra transmitir con cierta energía la sensación de que en toda construcción cinematográfica –ya sea que esté basada en la más estricta realidad o en una rabiosa fabulación– se esconde siempre el ángel del simulacro. Sobre el final, como también ocurría en el mencionado film dirigido por Wolf y Lorena Muñoz, un geriátrico se transforma en el ámbito de las revelaciones finales, aunque apenas unos minutos antes alguien menciona que, tal vez, Laila Salama no sea otra cosa que una leyenda. La posibilidad de que el enigma central sea una u otra cosa (o ambas a la vez, o algo más) cohabitan en un film que incluye otro desvío cinéfilo en la escritura del guion de Wakolda, de Lucía Puenzo, y una escena que permite que Ana Katz y Julieta Zylberberg disfruten del juego de roles asignado. Todo es verosímil y, al mismo tiempo –como podría afirmar Orson Welles, el papá y rey de este particular género– todo es falso de toda falsedad.