Casi dos millones de suscriptores en su canal de YouTube, cientos de videos con un promedio de casi un millón de vistas cada uno, un papá tachero y una madre ama de casa en Parque Patricios: Daiana Hernández tiene 25 años y es la youtuber más importante del país. ¿Quién lo dice? Las métricas de Google, las multitudes de fans, Michelle Obama, las marcas detrás de cada una de sus apariciones y sobre todo, la jovencísima guardia de la diversidad. Desde que en 2016 Daiana salió del closet en la plataforma audiovisual (antes, lo había hecho fuera de la red) no deja de acumular historias de pibes y pibas marginados de sus casas y rechazados por sus padres. Como cualquier figura harto googleada y “googliana”, ella tiene representante/asistente propia; trabaja en su casa y vive al 100% de sus posteos: gana dinero y logró independizarse hace rato. Sale de noche y de día, pero no sin el vértigo aquel de la estrella que es reconocida, perseguida y fotografiada de inmediato. Estudió dirección de cine y tv pero se siente actriz. Le cuesta distinguir entre la chica que le gusta y la que gusta de ella porque ella es quien es. Su mechón de pelo teñido es emulado hasta por niñas de menos de diez años y su producción desborda cotidianeidad, humor y denuncia. Entre sus trabajos para la web hay cortos de terror, frescos folklóricos de los colegios, la historia del aro en su lengua, técnicas de masturbación, escraches a pajeros, anécdotas, búsqueda de novia y algunos debates. En términos del sociólogo y colaborador de SOY Ernesto Meccia, esto es un nuevo, nuevísimo régimen homosexual posigualitario, porque detrás de cada click generado por Daiana en el presente, hay un estímulo del pasado que para ella es fundamental: la sanción de la ley de matrimonio universal. En 2010, antes y durante esa discusión social, la posibilidad de una “libreta rosa” le permitió plantarse en su casa de una buena vez y salir a marchar hacia y por su propia lesbiandad. Bienvenidos a la influencia. La flamante.

El año pasado saliste del closet en Youtube, ¿qué te pasaba hasta ese momento?

–Antes no decía nada porque no quería involucrar mi vida con esto. Pero a medida que me fui dando cuenta de que la gente se interesaba, o que le gustaba saber de mí y me preguntaban, dije “Ok”, aunque tampoco sabía cómo lo iban a tomar, no te voy a mentir. Ya tenía más de un millón de seguidores y hay un montón de gente, de muchos países, con formas de pensar diferentes. Pero fue el momento de arriesgar y anteponer mis valores, lo que yo misma tenía en la cabeza: no es nada malo y si ellos me querían, pensé, iban a aceptarlo. Me pareció que era lo correcto: dije “Lo voy a decir”, a pesar de todo me voy a animar. Y hubo comentarios de todo tipo: negativos, por ejemplo, pero la mayoría de las personas se lo tomaron muy bien y yo generé un lazo diferente con la gente porque podía abrirme ante ellos en mi totalidad y ellos también me conocieron más. A partir de ahí noté un cambio en el canal. Hay una relación que tengo con mi audiencia, es loco ¿no?, pero la tengo. Y eso creció mucho a partir del hecho de que me puedan conocer más y poder abrirme.

¿Y cómo era antes de tu salida del closet?

–Antes era algo que no podía contarles, que no podía decir. Si salía con una chica, me tenía que esconder, por si me sacaban una foto o me veían en la calle. 

¿Alguna chica con la que salías te lo recriminó?

–No me pasó porque las personas con las que estaba entendían que era mi trabajo y era difícil salir a decir eso, porque también esto de YouTube es nuevo y uno no sabe cómo la gente va a reaccionar. Acá en la Argentina muy pocas personas habían dicho por YouTube que eran homosexuales. Fue arriesgarme para ser libre, porque si esto sigue creciendo, dije, yo voy a tener una novia y me van a ver. Pero más allá de que me vean, a mí me hubiera gustado cuando era adolescente tener una persona que salga a hablar del tema. Entonces, hay muchos chicos que me escuchan, me siguen. Seguramente muchos necesitan escucharlo y sentir ese apoyo. Fue buenísimo porque me empezaron a llegar miles de mensajes de chicos que hasta les mostraron el video a sus padres para que los padres puedan comprender más. En ese video salen mis papás y eso ayudó mucho. 

¿Cuándo reconociste tu orientación sexual?

–Cuando era chica, de esto no se hablaba ni se veía. La primera vez que yo me di cuenta de que me estaba gustando una chica tenía 14 años. A los 15 tuve mi primera novia. 

¿Y tuviste fiesta de 15?

–Sí, hice cumpleaños de 15. 

¿Y bailaste el vals con ella?

–No, porque ella no fue al cumpleaños; en ese momento estaba de novia con otra. Después se puso de novia conmigo. Ya nos conocíamos, pero no vino. Su novia no la dejó venir. 

Supongo que sospecha algo…

–Y… yo creo que sí. 

¿Con ella cuánto tiempo estuviste?

–Tres años, hasta los 18. 

¿Tus padres no sabían nada?

–Absolutamente nada. Fue un momento bastante torturante porque mi mamá sospechaba y le costaba muchísimo comprenderlo. Yo no tenía posibilidad de decírselo. Ella me decía cosas terribles y me quería mandar al psicólogo. No quería decírselo porque me iban a cortar todas las libertades. Lo oculté mucho tiempo hasta que a los 17 años me empecé a cansar y empecé a buscar en redes grupos de lesbianas. Cuando cumplí 18, salió la ley de matrimonio igualitario. Yo organicé marchas. Administraba un evento de Facebook con 15 mil personas interesadas y me contactó la Federación LGBT para poner un día en común y hacer juntos una marcha. Cuando salía hacia esa marcha, mi mamá me preguntó dónde iba y yo le dije: “A la marcha a favor del matrimonio gay”. 

¿Y ella?

–Se quedó. Y aproveché y le dije todo. Y me fui, contentísima. Orgullosa. 

“Ustedes no se imaginan lo mucho que medité hacer o no este video”, confiesa Daiana en el arranque de “SOY HOMOSEXUAL” (sí, con mayúsculas), el video del 21 de febrero de 2016 en el que se rev(b)ela y recopila la bronca: por qué decir lo que los heterosexuales no se ven obligados a decir nunca; por qué “remarcar la desigualdad”. ¿Por qué? Porque el 14 de febrero de ese año, en Mar del Plata, un grupo de autoproclamados neonazis atacaron el boliche “Nevermind”, del activista Javier Moreno. Eso, cuenta a cámara, la motivó. Resultado: 2 millones 300 mil reproducciones y 37 mil comentarios (“Muchos de los que critican luego van y ven porno de lesbianas”, dice uno de los “mejores” mensajes, según la jerarquía que por sistema otorga la tecnología youtubera). La pieza incluye un “mamístico”: “Como mamá, yo soñaba con que estuviera de novia con un muchacho y se casara de blanco” pronunciado por la progenitora. 

¿Cómo viven su orientación sexual hoy los jóvenes de Argentina y de la región? ¿Qué te cuentan?

–Los padres ejercen mucho peso y ellos repiten. Pero igual los adolescentes están mucho mejor que antes. Cuando yo era adolescente era un desastre; yo en el colegio no lo podía ni decir. Hoy, con las leyes, hasta con lo que hacemos nosotros, cambió todo. Obviamente todavía hay gente que no. Me da mucha pena por eso cada tanto vuelvo al tema, para que no se sientan solos. Yo lo pasé muy mal. Me llegan historias terribles, de rechazo total de los padres, que los echan de la casa. 

¿Cuál fue para vos el momento más doloroso?

–Me parecía horroroso no poder decir quién soy. Hija única, yo era muy unida a mis padres y les contaba todo, pero en un momento no pude contarles más nada, ni de felicidad ni de tristeza. Aquella primera relación que tuve con una chica fue medio jodida porque su ex vivía amenazándome, me quería cagar a palos. Decía que le iba a contar a mi mamá. 

¿Lo usaba como extorsión?

–Sí. Y además me querían pegar en el colegio y yo no se lo podía decir a nadie: si le contaba a mi mamá, quedaba claro que era lesbiana. A la salida del colegio me hacían bullying. Mi mamá siempre estaba alerta, tratando de ver con quién hablaba por teléfono. 

Entre los 10 comunicadores vía “botón rojo de play” más convocantes de la Argentina, hay un fuerte cupo diverso: en ese top ten, Daiana comparte una non-sancta trinidad gay-lésbica con otro youtuber desenclosetado, Alejo Igoa, y con el dúo “Bajo ningún término”, compuesto por Bárbara Martínez y Pablo Agustín. Eso sí, para la señora de Obama, Daiana fue la elegida. 

¿Cómo llegaste a presentar, y a entrevistar, a Michelle Obama durante su visita a la Argentina?

–Estaba grabando un video y me llama un representante de Google. Me cuenta que iba a venir Michelle Obama y que iba a hacer un evento llamado “Hagamos que las mujeres aprendan”. Ella iba a traer a unos youtubers yanquis pero quería a algún youtuber de acá para que diga lo mismo en español. Le dije que sí, pero no sabía que se trataba de presentarla. Me mandaron lo que tenía que decir para presentarla y además me dijeron que, como no iba a darle entrevistas a medios tradicionales, yo tenía la posibilidad de entrevistarla si quería. Obvio que dije que sí. 

¿Y entonces?

–Estudié toda su vida. Vi todas las notas que dio. Le mandé a Google unas 8 preguntas, que tenía que aceptar la Casa Blanca. Quedaron 3 o 4 preguntas que yo podía hacer en poco tiempo. Y el video, luego, también lo tuve que enviar para que sea aprobado. 

El reportaje en cuestión, casualmente, es uno de las publicaciones que en comparación, cuenta con menor cantidad de reproducciones: una repercusión nula al lado de, por ejemplo, “Mi rutina en la mañana”. Sí, fin y fines del periodismo. 

¿Cómo es esa relación entre alguien como vos, que está grabando en su casa, y una megaempresa como Google? ¿Siguen paso a paso lo que hacés?

–A mí Google me apoyó mucho. Siempre está para darnos charlas, capacitarnos, ofrecernos viajes. El año pasado nos llevaron a Nueva York y a México. Todo el tiempo quieren que generemos contenido y apuntemos a más. Tienen muy en cuenta a los creadores y la verdad es que está buenísimo que no estemos solos.

Entre quienes te comentan suelen decirte “No parecés lesbiana”…

–Sí, eso me molesta bastante. ¿Por qué la lesbiana tiene que ser un camionero directamente? Y muchos incluso no me creen. ¡Me da una bronca lo de los estereotipos! También están los que te dicen: “Vos porque no me probaste a mí”. Eso es parte de la sociedad también. 

¿Qué te gustaría ser?

–Todo lo que hago, lo hago porque me gusta actuar. Más allá de que estudié dirección de cine y televisión, para tener más herramientas. Hago esto porque amo actuar. Me encanta hacer ficción. Si sale alguna propuesta de hacer una película, yo quiero. Me gusta mucho Ellen Page (la inoxidable Juno) y también Ellen De Generes. 

¿Tus viejos ven siempre lo que hacés?

–Sí, salen en muchos videos. No siempre sino por necesidad de guión. Después a la gente le empezó a gustar y los empezaron a saludar por la calle. Eso también a mi mamá le costó más que a mi papá. 

¿Qué te parece que pasó entre el coming out de Sandra Mihanovich y Celeste Carballo en la TV de los 80 y vos?

–Admiro muchísimo a Sandra y Celeste. Más por el momento en el que hicieron lo que hicieron, que capaz que la carrera se les iba al tacho. Si hasta tuve miedo yo de lo mismo, mucho tiempo después… Hay una diferencia grande que es que antes no te enterabas tanto de lo que decían o pensaban los demás: ahora sí. Esto es una red. Antes, lo decías por televisión y se enteraban muchos, pero con una repercusión limitada. 

“No quiero que parezca un casting público ni nada que se le parezca; no sé cómo llamarlo en realidad, pero creo que por este medio puedo conocer a alguien que nunca me voy a cruzar en los lugares que frecuento” grabó hace un año en “Estoy soltera. Busco pareja”. 

Repercusión extralimitada.


Daiana Hernández

Colegio público del barrio porteño de Parque Patricios en la primaria y en la secundaria. Estudios terciarios de realización audiovisual en un instituto privado de Belgrano y un primer video subido a “KeePlatoo”, su canal, en octubre de 2012. En él, tras presentarse, Daiana repasa “los típicos” de un colegio: los personajes que no faltan ni fallan, como “El colgado”, “La puta”, “El copión” y “Los cursis”, todos actuados por ella misma. Los temas de cada video no tienen lógica ni consecución, y van de “¿Con qué youtuber cogerías?” a “Mi papá me maquilla” (padre y madre, elenco estable siempre) y “Juntada en el Planetario”, retrato de uno de esos encuentros masivos de nativos digitales y afines. Sí hay un eje en “Expectativa versus realidad”, un dilema presente en varios videos (“El Mundial. Expectativa versus realidad”; “El transporte público. Expectativa versus realidad”; “La primera vez…”, y así). El canal también incluye una extensa conferencia entre varios colegas de Daiana de todo el continente para repudiar el bullying y una reflexión sobre el femicidio de Micaela. “Si encontrás por la web algún comentario muy estúpido, mándame una captura de pantalla y un mail” invita en otro momento, en una práctica clave de su éxito: lo “metainternético”, la parodia leve de la red de redes. “Amor, el otro día estaba leyendo sobre sexualidad y me dieron ganas de hacer un trío” le propone a su novia,  con look chaboncita e interpretada por ella misma. “¿Tendrías sexo con menstruación?” se pregunta en otro, mientras disfruta del eco de su departamento vacío, recién independizada. “Suscribite antes que me muera”, demanda, con espontaneidad y firmeza, a lo locutora vehemente con chillidos teens. “¿Qué opinás de las películas pornográficas? Estamos en un parque de la capital y le vamos a preguntar esto a la gente”. “Hay muchas personas que me dicen: ‘Ser youtuber no es un trabajo. Andá a buscarte un trabajo nena’. Entonces yo me pregunto, si me pusiera a buscar otro trabajo, ¿qué sería de mí?”. 46 mil “Me gusta” y 2 mil sugerencias laborales.