"Ella se fue alejando cada vez más, no sabíamos dónde iba ni quién era él. Antes era alegre, una persona bellísima, con los bucles hasta la cintura. La relación le robó el alma. La veíamos apagada, callada. Le robó su vida y su hijo", describió Claudia lo que sucedió con su amiga María Eugenia, la mujer que durante 23 años fue sometida por Oscar Racco en una casa de Santiago al 3500. Fue durante el juicio al acusado de 60 años, quien enfrenta un pedido de pena de 18 años de prisión por los delitos de privación de la libertad, reducción a la servidumbre y abuso sexual contra la mujer que pudo escapar en mayo de 2019. La madre de la víctima, quien llevaba registro de cada gestión para recuperar a su hija anotada en una libreta de almacén, fue directa: "Este hombre nos arruinó la familia", dijo. En la misma jornada, el acusado intentó defenderse, negó los hechos que le imputan y llegó a decir que la víctima era "re feliz" con él.

Claudia terminó la secundaria con la hermana de María Eugenia. Conoce a su familia  desde que eran adolescentes. "Teníamos una relación muy cercana. Estábamos siempre juntas. La familia de ellas fue nuestra familia", relató sobre los años previos a 1996. "Euge y el nene, hasta sus dos años, compartían momentos con nosotras. Pero después todo eso se fue perdiendo, la hermandad que teníamos", lamentó sobre los momentos posteriores a que María Eugenia conociera a Racco, a fines de 1995. Con el tiempo, advirtieron que "era otra persona. Se fue alejando". Hasta el episodio de mayo de 1996 que marcó a toda la familia. "Ocurre algo en su casa, una pelea, violencia, amenazas de parte de Racco. Juliana nos cuenta el incidente, las amenazas de este hombre a su papá, que murió sin poder ver a su hija. Nos contó que por ese hecho terminaron en la comisaría, y a María Eugenia la mandan a la misma celda que él. Los liberan porque él conocía gente ahí y ella se termina yendo con él, pero nunca supimos dónde".

En 23 años, la mujer recordó que su amiga "volvió dos, tres veces. Siempre decía que se escapaba. Una de las veces yo vivía en otra casa. Llegó sola, dijo que se había escapado, nos pidió ayuda, nos contactamos con la familia, la fueron a buscar. Nos contó que se había tenido que tirar de algún lado, que él no la dejaba salir. No existía el celular, no teníamos ningún tipo de comunicación ni sabíamos dónde vivía. Cada vez que ella volvía, él aparecía, empezaba a molestar personas, a buscarla, llamaba por teléfono, presionaba, hasta que lograba que se fuera con él. Ella nos decía que era violento", rememoró. 

"Yo salía con un chico que conocía a un comisario. Cuando empieza a pasar todo esto le pido que averigüe quién era él y nos dijo que no nos metamos, que era una persona muy pesada". Y aclaró: "La familia de Eugenia nunca dejó de buscarla, al papá se le fue la vida intentando que ella vuelva a su casa. Su mamá se dedicó a ese nieto al que le habían robado la madre. A las amigas se nos fue la vida pensando si estaba viva o muerta. Si estaba bien o mal. Facu es mi ahijado. Lo adoro, esa criatura fue la luz de nuestros ojos, el primer bebé del grupo. Las cuatro pendientes de él. Le destruyó la vida, le robó a su mamá, que era muy bella, la más chispa. Una de las veces que volvió estaba con el pelo cortito. Vestida como un hombre. Le habían robado su identidad", describió en el tramo más emotivo de su testimonio.

Susana, la madre de María Eugenia, declaró por Zoom. "Soy parte de los sufrientes de este juicio", comenzó la mujer de 73 años. Cuando mencionó a su esposo contó que "falleció en 2009. Sufrió una gran depresión. Para él, lo que pasó fue muy terrible emocionalmente". María Eugenia tenía 19 años cuando Racco la llevó a su casa. "Yo creía que me iba a morir", dijo la mujer, varias veces. Al describir al acusado dijo que la buscaba con vehículo por el jardín del nene, cuando la casa quedaba a dos cuadras; que "la llamaba todo el tiempo, se metía". Cuando Eugenia estuvo internada --luego de tomar pastillas, por no saber cómo afrontar la situación-- "él le dijo que era mayor de edad, que se podría ir" del efector. "Ella tenía miedo de que nos mate a todos", agregó.

Cuando Racco la llevó a su casa, la madre no dejó de insistir. "Me dieron el teléfono de un abogado. Yo iba anotando todas las visitas, porque pensaba qué le decía el día de mañana a Facundo. Si la habíamos buscado o no. Yo siempre guardé papeles en una libreta vieja de almacén", dijo sobre el cuaderno que mencionó también el hijo de María Eugenia. Y agregó que en una de las visitas al abogado, les dijo "que era imposible, porque había recibido una amenaza. Racco lo amenazaba".

Pero eso tampoco la detuvo: "Todas las veces que la llamaba, él me gritaba. Cuando iba, le pedía que venga conmigo y ella me hacía caras, como que no podía. El siempre estaba ahí, yo quería verla, saber si mi hija vivía o no vivía". La mujer cree que fue el hecho de saber que su hijo iba ir a vivir a otro lado lo que la movilizó para escapar. 

El acusado pidió la palabra. "Siempre le dije que era dueña de su vida. Pero se sentía muy feliz conmigo", dijo, además de hablar mal de las personas allegadas a María Eugenia. "Esto está todo armado, cualquiera se da cuenta. Yo soy puro dulce", dijo para negar los golpes y abusos. Incluso, llegó a decirle al tribunal otras cosas de la víctima: "No sé si saben que es ninfómana". Y para negar que le cambió el nombre por el de Lucía Puccio, dijo que fue una decisión de ella.