Entre los candidatos de Juntos por el Cambio, María Eugenia Vidal y Diego Santilli no fueron los únicos dirigentes que optaron por un cambio de domicilio express para candidatearse en distritos donde no vivían, ni Sabrina Ajmechet la única que pone en tela de juicio la existencia de un genocidio durante los años '70. Entre ellos también está el tucumano Pablo Walter, octavo precandidato a diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires a pesar de que este año se había mudado a la localidad bonaerense de Tigre, y es exsenador de Fuerza Republicana, el partido del fallecido represor Antonio Domingo Bussi.

Walter es miembro del Consejo Nacional del PRO y durante el gobierno de Mauricio Macri estuvo al frente de Aysa, la empresa que durante esos años inició una serie de obras cloacales nunca concluidas en el conurbano bonaerense y que, en vez de destinar sus fondos en obras, firmó un acuerdo de 2 millones de pesos para acceder a palcos VIP de la Bombonera.

Walter: tucumano, con domicilio en Tigre y candidato en CABA

El precandidato macrista entró en la lista que respalda el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta en lugar de la máxima autoridad formal de esa fuerza política, Patricia Bullrich. Pero lo particular del caso no es que Walter se candidateara, sino que lo hiciera por un distrito del que se había mudado en marzo de este año.


Al menos así lo había anunciado a través de sus redes sociales, cuando en su cuenta de Instagram contó: “La mudanza implica un nuevo comienzo, pero la pandemia nos enseñó a disfrutar cada día desde el amanecer al anochecer. #chauPalermo #holaTigre”, publicó en su cuenta de la red social, con fotos de un horizonte soleado y otro anochecido.

Meses más tarde, el precandidato macrista publicó en la misma red social varias imágenes de los sitios donde está su nueva propiedad, que no es la que hizo valer en su inscripción como candidato porteño.


Un hombre de Bussi en Tucumán

Walter, quien comparte lista con la cuestionada historiadora negacionista Sabrina Ajmechet, tiene una larga carrera política con origen en Tucumán, su provincia natal. Allí inició su militancia en la vieja UCeDé (Unión del Centro Democrático) y luego se pasó a las filas de Fuerza Republicana, la fuerza creada por el represor Antonio Domingo Bussi.

Primero fue concejal y luego diputado provincial, y por su cercanía al condenado por delitos de lesa humanidad, por entonces gobernador, y a su hijo, Ricardo, se convirtió en uno de los virtuales voceros el bussismo en Tucumán.

Walter también fue senador nacional por FR, el partido que desde el Congreso nacional supo operar en contra de toda iniciativa vinculada a los derechos humanos. De hecho, en 2003 fue una de las fuerzas que en la Cámara alta votó en contra de la nulidad de las leyes de Obediencia de Vida y Punto Final.

Tiempo después, cuando se conocieron las cuentas bancarias que Bussi tenía en Suiza,  Walter se alejó de esas filas y se enlistó en el Movimiento Federal Recrear, de Ricardo López Murphy, hoy también aliado del macrismo. Con los años, se acercó al PRO de la mano de Esteban Bullrich y fue uno de los armadores de esa fuerza en las provincias del noroeste.

El paso de Walter por Aysa

Cuando en 2015 Mauricio Macri llegó a la Presidencia de la Nación, Walter fue designado como director de Aysa. Al final de esa gestión, la empresa estatal terminó con un déficit de 14 mil millones de pesos.

Cuando los números ya estaban en rojo, uno de los gastos que la administración de Juntos por el Cambio había aprobado en 2019 fue un acuerdo por 2 millones de pesos anuales con Boca Juniors, por entonces presidido por Daniel Angelici, en concepto de invitaciones para ver partidos en sectores VIP de la Bombonera.

Entre los fundamentos con que se justificó ese gasto exorbitante que nada tiene que ver con las obras sanitarias para la que fue creada la empresa se habla de “la importancia de conocer el Mundo Boca”, las “relaciones sociales” entre la compañía estatal con la comunidad, y “las vivencias y la mística” que despierta la Bombonera.