“En cinco años pasaron muchas cosas: los tiempos de composición, de arreglar los temas, de interpretarlos, de conseguir los medios para grabarlos, y en el medio, una pandemia”, recapitula Cintia Trigo cuando recuerda los orígenes de la Trova Tanguera, el proyecto colectivo al que convocó colegas junto a Vanina Steiner, Luz Balaña y Pablo Sensottera. El resultado del proyecto es un disco potente, profundo y comprometido con el presente: Viento sur, del que participan más de 20 solistas, grupos y orquestas del circuito del tango contemporáneo. Viento sur tiene otra particularidad, pues el grupo organizador invitó a les artistes a conformar duplas creativas inéditas y esas obras fueron luego puestas en manos de terceros para ser interpretadas y grabadas. La mayoría del disco se grabó en los estudios de la Universidad Nacional de Lanús (el conurbano sur es uno de los pilares territoriales y espirituales del nuevo tango). Cuando el coronavirus impuso su urgencia, los responsables de los temas que restaban grabar se las ingeniaron para hacer su parte. Y en medio de todo eso, se les ocurrió hacer un tema colectivo -que da nombre al disco-, grabarlo, filmarle un videoclip y presentarlo como anticipo de la placa. Una actitud muy representativa del alma autogestiva de esta corriente del tango. “‘Viento sur’ sintetiza el disco: pensada y gestada entre todes”, plantea la cantante y compositora de La Vagabunda.

“Con la Trova adscribimos a una corriente del tango interesada en la denuncia, en mostrar conflictos a nivel social y económico”, explica Trigo. “Nos parecía que no es la vertiente más reconocida ni más interpretada, porque muchas veces se le dio más popularidad a los tangos sobre nostalgia, el amor o temáticas más filosóficas, y notábamos que en el ámbito del nuevo tango-canción había muchos colegas interesados en versificar sobre problemáticas muy específicas de la actualidad”, profundiza. “La idea que siempre tuvimos es que la canción es una herramienta de lucha, muy poderosa, que tenemos a nuestro alcance para visibilizar conflictos, proponer nuevas ideologías y paradigmas: el nuevo tango canción enarbola otras luchas y tiene idelogías que quizá no son las mismas de los tangos tradicionales”.

En el proceso, revela Trigo, fueron descubriendo que muchos músiques compartían inquietudes similares. Esa sensación se hizo palpable mientras Balaña desarrollaba un documental en torno a la experiencia y entrevistaba a cada protagonista. “Muchos músiques participan en agrupaciones o militan de distintas formas y que sobre todo militan al tango como un género que es patrimonio de la humanidad y de la Argentina, pero que está vivo, que tiene para aportar a la tradición del género, entre otras cosas la nueva perspectiva sobre el mundo y los conflictos propios de este siglo”.

La mecánica, inusual en esta época, era característica de las primeras décadas del tango e incluso de su llamada “edad de oro”, en que alguien escribía los versos, otro la música y una orquesta -o muchas, sucesivamente- la interpretaban. “En estos momentos aparecimos los cantautores, que hacemos letra, música y encima la cantamos, pero romper con eso hace que todos defendamos la cosa con el mismo ahínco”, considera Trigo. “Era una manera de hacer fuerza grupalmente y que eso a la larga nos beneficia a todos: si se conoce el tango nuevo es más fácil que fulano o mengano tenga lugar para tocar o las radios pasen sus canciones, que la gente que todavía no sabe ni que existimos se entere que estamos haciendo canciones nuevas de tango”.

Violencia de género, contra las mujeres, contra la comunidad LGBT, la estigmatización de roles, la trata de personas, explotación infantil, trabajo esclavo, xenofobia, marginalización y criminalización de la pobreza, gatillo fácil, medios de comunicación, capitalismo, violencia obstétrica, institucional, psiquiátrica. Esos temas aparecen en distintos matices dentro del listado de canciones. Algunas incluso resultaron premonitorias. “Por ejemplo, ‘Afuera’, de Juan Serén, habla de cómo los medios de comunicación sugestionan al ciudadano para temer a todo lo que está fuera de su sillón, y fue loquísimo porque anticipó hace un par de años lo que pasa ahora con la pandemia, cómo la agorafobia se fue subrayando terriblemente”. En cuanto al tema colectivo que da nombre al disco, Trigo lo define como “un manifiesto tanguero-político donde decimos qué nos interesa y nos une, lo que queremos construir y terminar”.

Otra de las cosas que sucedieron en estos cinco años, pero particularmente en el año y medio desde que comenzó la pandemia, fue el fortalecimiento de la organización colectiva del tango. Trova en su momento convocó a la Asamblea de Colectivos Tangueros y muchos de sus integrantes ahora revistan en la Asamblea de Creadores e Intérpretes de Tango. “Estamos tratando de ponernos de acuerdo para resolver en conjunto los problemas que nos dificultan subsistir y hacer nuestras tareas de manera más decente, más digna, y encontrar apoyo del Estado, espacios para nuestras tareas. Fue fructífero este parate en tanto pudimos pararnos y pensar juntes. Es insólito que toda la comunidad tanguera pueda organizarse y tener un poco más defuerza a la hora de proponer al Estado posibles soluciones y revalorizar el tango que es un patrimonio de la humanidad, que la Argentina debe capitalizar y proteger”.