A última hora del domingo 25 comenzó lo que en horas pasaría a llamarse -para los medios y luego para la sociedad- el Caso Chano. ¿Pero lo que se informó es lo que ocurrió? La pregunta no va dirigida a dudar de lo acontecido, sino a la sospecha de que lo que ocurrió está escrito previamente en una serie de sucesiones y criterios automatizados por los medios. Es decir, la construcción de un caso a partir de los criterios que lo posibilitan.

¿En qué consistió esa construcción si es que fue así? ¿Qué participación tuvieron y tienen los medios en el resultado de los mismos hechos que son "informados"?

Unas horas después del explotadísimo "Caso Chano" (esta misma columna puede enmarcarse dentro de esa ola mediática, por qué no), el mismo día, y a 400 kilómetros de distancia que para internet es nada, una familia pasaba por una situación "casi calcada", con reclamo de atención, intervención policial, balas de goma a destajo, cinco heridos, entre ellos el paciente y sus familiares, enfrentamiento entre vecinos y policías.

Difícil asegurar que la información del "Caso Chano" haya provocado algún tipo de reacción, o haya desestabilizado emocionalmente a la persona en riesgo en Mar del Plata. Cómo saberlo, cómo saber si repercutió en ella o en la propia familia, si es que tuvo noticia de lo ocurrido. La idea de internación (que innegablemente está instalada en los medios como solución, intervención policial para la internación) que da vueltas  cada vez que los medios hablan de lo que pareciera salirse de lo que se supone la norma. Solo conjeturas. Difícil decir si influyó y cuánto. Difícil, pero imaginable a la luz de la facilidad (y esto sí está demostrado) con que las noticias se multiplican, sobre todo unívocas, y repercuten en la conciencia social. Un espejo que viola las leyes de la física:  se vende como espejo de la realidad, pero el reflejo es previo o, al menos, produce efecto.

Imaginemos entonces: una persona en riesgo, que se desestabiliza. Un pedido de ayuda familiar por imposibilidad de contención. Intervención errónea porque es policial y la policía que echa mano a sus recursos, escasos por falta de formación (es obligatorio y es hora de que estén formados en el tema), y de altísimo riesgo, si no mortales, si se ejecutan. Después, en el caso marplatense, llega la reacción de la familia, la reacción de los vecinos, y lo que derivó en la distribución a granel de balas de goma. Esto es lo que se sabe porque es lo que se publicó. ¿Donde está la construcción previa, entonces?

En que, para los medios, el hombre que se desestabiliza pasa de ser una persona en riesgo a ser una persona "de riesgo". ¿Quien informa de ese riesgo a los medios? Por lo general, quien interviene primero. Y casi siempre interviene primero la policía, cuya acción en definitiva es lo que transforma la situación en noticia. No existen o son escasísimas las notas sobre intervenciones de equipos de salud mental, ya sea porque puedan ser escasas las intervenciones o, más presumiblemente, porque por muchas que sean carecen de interés periodístico por ausencia de espectacularidad. 

Espectacularidad son los tiros, las balas, los gritos, la desesperación, la intromisión sobre el drama privado llevado a los hogares como espejo de una realidad que es porción del total, para terminar representada en el espejo como totalidad a fuerza de visibilidad. Todo eso también posibilita toda una secuencia de repeticiones que instalan próximas escenas espejadas. ¿Cómo lo hacen? Instalando el mismo criterio: hay un peligro y como respuesta al peligro, se informa, lo mejor es que intervenga la policía. Se subraya entonces la "buena" intervención policial ante "el peligroso" o se la defiende cuando daña. ¿Cómo? Dando por cierta la pseudo reflexión sobre la bondad de las pistolas Taser, por ejemplo, porque asegura la participación policial y pone en debate con qué herramientas deben intervenir los policías.

Lo peligroso no es un hecho sino que es un juicio de valor. No es que no exista el peligro sino que según quien evalúe resultará distinta la etiqueta. Algo o alguien es peligroso para quien lo considera de peligro. Los medios, que no están en el lugar de "los hechos", los reproducen a partir de la información del principal interesado, en estos casos la policía, tanto porque la policía justifica la calidad de su intervención, como que asegura su protagonismo en la saga de intervenciones sobre víctimas "peligrosas". El periodismo no lee (o no quiere leer) ese entrelineado, y reproduce la versión del principal interesado con la consistencia de "verdad objetiva". Luego, en esa repetición de repeticiones, es muy fácil que quien está en riesgo pase a ser considerado peligroso en la sociedad.

Cómplices de esa mecánica, los vacíos del Estado habilitan el protagonismo policial o no lo impiden. También cómplice la falta de atención a casos en riesgo durante la pandemia (lo dijo la madre del caso marplatense sin que los medios le dieran importancia), o la inaccesibilidad de la medicación específica (también lo denunció la madre del caso marplatense sin lograr repercusiones en los medios). Con que solo un funcionario que en lugar de taser reclame equipos de salud y a los medios les interese, bastará para empezar a intentar imprimir otro tipo de reflejos sobre el espejo.