Desde Brasilia

Tancazo golpista. Jair Bolsonaro, escoltado por los jefes de las fuerzas armadas, asistió al desfile de vehículos de guerra realizado en el centro de Brasilia. Despues de meses encabezando caravanas de motocicletas, tal vez inspiradas en la coreografía motorizada de Benito Mussolini , ahora el capitán retirado subió un escalón más en su marcha desestabilizadora. Bendijo un cortejo de tanquetas y carros de combate que se paseó frente al palacio legislativo.

Lo visto este martes fue "patético" declaró el expresidente, Luiz Inácio Lula da Silva, favorito de cara a las elecciones del año que viene frente a un Bolsonaro desgastado ante la opinión pública pero al parecer sólidamente respaldado por generales, almirantes y brigadieres. Y considerado como líder, o "mito", por los integrantes de las milicias paramilitares.

Ejercicios militares

Las unidades llegadas este martes a Brasilia participarán en ejercicios militares la semana próxima en Formosa, una ciudad del vecino estado de Goias. Se trata de maniobras realizadas cada año desde 1988, pero ésta fue la primera vez que hubo semejante desplazamiento hasta el Palacio del Planalto sólo para entregarle una invitación al gobernante. Es obvio que el convite fue un pretexto para que los uniformes verde oliva se desplieguen , durante algunas horas, en la capital de la República.


A las 8.30 de la mañana un militar con pesadas ropas de combate subió la rampa del Planalto hasta cuadrarse frente a Bolsonaro. Los pasos desangelados, esforzados, del efectivo castrense y un humo negro despedido por un vehículo blindado debido a la aparente mala combustión le dieron a la escena un aire de caricatura. Así lo vieron algunos medios, incluso del grupo Globo, el imperio ahora arrepentido de su pasado bolsonarista. En las redes sociales la cortina de humo alimentó burlas y comparaciones con la tira de dibujos animados Los Autos Locos. La prensa internacional se hizo eco en seguida de los hechos. El diario inglés The Guardian tituló    "Bolsonaro´s  Banana Republic".

Con este evento Bolsonaro intentó presionar a los diputados horas antes del inicio de una sesión convocada para tratar la reforma del sistema de votación con urnas electrónicas al cual el gobierno quiere reemplazar por votos impresos, alegando que el modelo en vigor se presta a fraudes.

Las chanzas sobre el ocupante del Planalto son cosa de todos los días. El ex capitán es tanto o más patético que el exdictador peruano Alberto Fujimori o que el tirano filipino , Rodrigo Duterte, los tres llegados al poder a través de elecciones. Sin embargo estos rasgos de personalidad del brasileño están lejos de convertirlo en alguien inofensivo. Es frívolo subestimar su competencia -y su obsesión - para implantar un régimen totalitario, sea una dictadura o algo que se le parezca. Más allá de las sátiras la situación política de este país gigantesco es dramática: su sistema repubicano se ha corroído poco a poco con las embestidas cotidianas, y la este martes fue una de las más alevosas.

Después de este paseo militar de este martes resta menos democracia de la que había el lunes. Porque quiérase o no los legisladores al votar sobre la reforma del sistema electoral tendrán en cuenta el parecer de los jefes castrenses y el capitán jubilado al cual responden. Hace un mes los comandantes militares y el ministro de Defensa, Walter Souza Braga Netto, advirtieron al Senado que no se tolerarían investigaciones de corrupción sobre militares, tras lo cual los senadores parecieron amansarse.

Lula

Luiz Inácio Lula da Silva tampoco se privó de usar ironias en su comentario sobre el aparatoso convoy desplazado hasta la casa de gobierno. Definió como "patética la escena" en la que Bolsonaro "recibió una invitación" para asistir las simulaciones de combate que se va a realizar en Goias. Recordó que los expresidentes José Sarney, Fernando Henrique Cardoso, Dilma Rousseff y Michel Temer nunca hicieron una ceremonia igual para recibir a los efectivos antes de las maniobras.

El jefe del Partido de los Trabajadores desmitió versiones sobre su intención de redactar una carta pública dirigida a los militares con ánimo conciliador. "No hay ninguna carta para los militares, si hubiera alguna carta sería para el pueblo brasileño y dentro de éste están los militares". Y concluyó deplorando la superpoblación de generales en en el gobierno, "Si un militar quiere hacer política que renuncie a su cargo , se saca el uniforme y hace campaña, ahí no hay problema".

Partido militar

La rampa del Planalto simboliza con su inclinación bastante pronunciada el camino esforzado que lleva a la cima del poder republicano. Allí arriba se ubicaron este martes los jefes del Ejército, Marina y Aeronáutica: general Paulo Sergio Oliveira, almirante Almir Garnier Santos y brigadier Carlos Almeida Baptista. Junto a ellos estaba el ministro de Defensa, general retirado, Walter Souza Braga Netto. Los cuatro son la cúpula de una agrupación no existente en la justicia electoral, el partido militar.

Una de las posibles lecturas del tancazo de este martes es considerar a ese partido como el principal apoyo de un presidente que ni siquiera tiene filiación partidaria luego de haber roto con el Partido Social Liberal y fracasar en su proyecto de crear la Alianza para Brasil, la cual nunca reunió el número de firmas requeridas para ser reconocida.

El partido de los generales, almirantes y brigadieres se reunió este martes en el Planalto - donde ocupan los principales ministerios - para intimidar a los diputados que se aprestaban a discutir la restauración del voto de papel, un capricho de Bolsonaro que no cuenta con gran respaldo en el Congreso.

En la noche de este martes o a lo largo de la semana, cuando concluya la votación , se sabrá si triunfó el proyecto oficialista a favor del sufragio a la antigua o permanecen en pie las urnas electrónicas, que es la hipótesis con más chances de victoria por el momento.

Si fracasa el proyecto gubernamental será una derrota para el partido militar pero no un tiro de gracia. Su existencia tiende a perdurar ya sea para presionar en las elecciones (los militares hicieron saber que vetan el retorno de Lula) o proseguir con los ataques como el dado este martes, que son una suerte de microgolpes que van acabando con el régimen político.