VAL 7 puntos

Estados Unidos, 2021

Dirección y guion: Ting Poo y Leo Scott.

Duración: 109 minutos.

Estreno en Amazon Prime Video.

“Estoy decidido a hacer Hamlet cuando tenga 27 o 28 años”, dice un joven Val Kilmer, parado en el umbral de sus primeros papeles en el cine, lejos de Shakespeare y las rutilantes tablas de Broadway. El fragmento de video hogareño, registrado por él mismo a comienzos de la década de 1980, es apenas un botón de muestra del enorme acervo de grabaciones realizadas por el protagonista de The Doors, entre otros títulos de alto perfil made in Hollywood. Grabaciones cándidas y hasta ahora inéditas guardadas en un depósito de su casa, que ahora ven la luz como contrapunto pretérito de un presente que difícilmente pueda describirse como luminoso. Aquejado por un cáncer de garganta que logró combatir y destronar, la traqueotomía a la que tuvo que someterse sólo le permite hablar de manera metálica y esforzada. “Tuve que elegir entre comer y respirar, y sin respirar no se puede comer”, reflexiona en cierto momento delante de su hijo, responsable de aportar la voz en off que acompaña el viaje de toda una vida y una carrera en la pantalla (y, finalmente, un poco también en el teatro).

Hay algunos momentos en los cuales el film dirigido por Ting Poo y Leo Scott coquetea con la celebración de glorias pasadas, pero el grado de sinceridad y nula auto conmiseración de Kilmer obturan la posibilidad de que el proyecto mute en ego trip desmedido. O bien en oda lastimosa. Nacido en California en 1959, el joven Val ingresó a la prestigiosa Juilliard School sin haber cumplido la mayoría de edad, pero antes de esos primeros pasos en el oficio de la actuación Val le dedica espacio a la vida familiar durante la infancia y la adolescencia, en particular el recuerdo amoroso de los primeros cortos amateurs realizados junto a su hermano mayor. El divorcio de los padres y, en particular, la muerte accidental del más pequeño del clan Kilmer, marcan un primer encuentro con los golpes de la vida, a veces bajo el signo de la tragedia. “Por más sexo, más drogas, más alcohol y menos Tom Cruise”, recita entre risas junto a un par de amigos algunos años más tarde, cuando las puertas del éxito se abrían gracias al papel protagónico en ¡Super secreto!, la comedia del trío Zucker-Abrahams-Zucker.

A partir de ese momento conviven el pasado y el presente, del mega fenómeno de Top Gun (junto a, claro está, Tom Cruise) a las proyecciones llenas de nostalgia del western Tombstone (1993), pasando por la interminable firma de autógrafos en un pequeño reservado de la Comic Con. Pero si hay un rol que marcó a fuego su carrera ese es el Jim Morrison de The Doors; previsiblemente, Val vuelve una y otra vez al film de Oliver Stone, trazando incluso algunos paralelos entre el personaje y el actor, cuya vida personal también sufría algunos reveses, como el divorcio de su esposa, la actriz británica Joanne Whalley. Hay también lugar para la revelación de interés cinéfila, como algunos detalles del complicado rodaje de La isla del doctor Moreau, dirigida por John Frankenheimer y protagonizada por un Marlon Brando que… no siempre es Marlon Brando, como confirman las videograbaciones de Kilmer en el set.

En los últimos tramos, Val se concentra en un unipersonal sobre Mark Twain que el actor escribió y logró poner en escena antes de la enfermedad. Un proyecto personal y querido, lejos de presupuestos millonarios y taquillas ídem. Val puede leerse como una exposición en primera persona de la interacción entre actor y personaje, la fama y la imagen pública, la vida privada y la maquinaria de hacer éxitos. “Todos los niños quieren ser Batman, pero no creo que quieran ser el actor que interpreta a Batman”. Así recuerda Kilmer su paso por el ajustado traje de látex del justiciero superheroico, rol que parece estar en las antípodas del ansiado Hamlet. Por momentos, la película adopta el tono de la catarsis, como si fuera una forma de lidiar con los demonios personales y exorcizarlos (como ocurre durante cualquier representación actoral) frente a una audiencia.