La Sociedad de Estudios de Historia Agraria (SEHA) de España homenajeó al reconocido historiador argentino Jorge Gelman, fallecido en 2017 a los 61 años, al ponerle su nombre al premio a la mejor tesis doctoral de historia rural relacionada a Latinoamérica y la Península Ibérica del período 2018/19. "Es un homenaje a su trayectoria, pero también a su compromiso por la formación pública y a su voluntad de intervenir en el presente desde la historia", dijo a Página/12 María Teresa Constantín, su compañera por más de 30 años. Gelman, considerado por sus colegas como "uno de los máximos representantes de la Historia Agraria Argentina y Americana", obtuvo su doctorado durante su exilio en París, ciudad a la que llegó luego de pasar tres años preso entre 1975 y 1978. Si bien la mayor parte de su obra está centrada en historia social y económica del agro colonial y del siglo XIX, los últimos años de su vida los dedicó al estudio de las desigualdades sociales.

El "Premio Jorge Gelman a la Mejor Tesis Doctoral en Historia Rural” fue entregado a finales de junio por la SEHA y se convirtió en el primer premio de esa entidad en reconocer con su nombre a un investigador latinoamericanista. Entre otros cargos, Gelman fue director del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” de 2012 a 2017, lugar en el que fundó la Red de Estudios Rurales. También fue presidente de la Asociación Argentina de Historia Económica y hasta el día de su fallecimiento fue Investigador Superior del Conicet. 

"Jorge formó parte de un grupo de historiadores que formularon nuevas preguntas sobre la historia tardocolonial y de la primera mitad de siglo XIX, en particular en lo que hace a lo económico y social", explicó a este diario Alejandro Cattaruzza, historiador que fuera vicedirector del Ravignani durante el período en que Gelman dirigió la entidad. "Hizo aportes significativos a esas áreas. Algunos de ellos tienen que ver con la existencia de relaciones más modernas y de sujetos sociales extendidos que no eran considerados en la historiografía anterior, como por ejemplo la observación de que a comienzos del siglo XIX ya había labradores y personas que se dedicaban a la agricultura, tanto para el consumo como para el mercado, en ciudades del Virreinato", detalló Cattaruzza. 

El arribo de Gelman al mundo académico argentino se produjo a mediados de los '80, a su regreso de París, donde conoció a Costantín mientras ambos estaban en el exilio. "Él cayó preso a los 18 años y ahí empezó a estudiar historia con los únicos libros que llegaban a la cárcel", recordó Constantín sobre los inicios de los estudios del historiador, en plena época militante en Política Obrera. Gelman fue detenido el 1° de mayo de 1975 durante el Gobierno de Isabel Perón, en el proceso de huelga de los obreros metalúrgicos de Villa Constitución, y no fue liberado hasta 1978, ya en plena dictadura. Antes, había sido uno de los fundadores del centro de estudiantes del Colegio Manuel Dorrego de Morón, donde terminó la secundaria. Fue en su exilio en París que comenzó los estudios formales y obtuvo su doctorado en la École des Hautes Études en Sciences Sociales en 1983.

Reconocida historiadora y crítica de arte, Constantín tuvo junto a su compañero dos hijos que también son investigadores del Conicet, pero asegura que la vida académica "nunca fue el centro de la familia". "Lo que más compartía con Jorge era su honestidad intelectual. Yo sabía por las cosas que batallaba en el ámbito académico, siempre su preocupación fue que cada uno tuviera lo justo", señaló. "Para mí su velatorio fue un shock en ese sentido. Yo sabía que era un tipo querido, pero la cantidad de gente que desfiló me resultó impresionante. Desde colegas hasta alumnos que lo lloraban", agregó. 

En un documento escrito para la ocasión del premio, colegas de Gelman señalaron que "siempre se encargó de ayudar y estimular la labor profesional de los jóvenes". Allí también lo catalogaron como "uno de los máximos representantes de la Historia Agraria Argentina y Americana". Si bien sus estudios estuvieron centrados principalmente en historia argentina, Cattaruzza destacó que el reconocimiento desde España llega por los enfoques novedosos introducidos por el ex director del Ravignani, más allá del recorte territorial. Un ejemplo es su interés último en la desigualdad social como eje estructurador de sus trabajos.

"Ese interés devino de la atmósfera que se produjo con los trabajos de Thomas Piketty sobre desigualdad. El eje era aplicar el índice de Gini a los períodos estudiados, que seguían siendo los mismos, pero desde una mirada nueva con el fenómeno de la desigualdad en el centro. Eso abría una serie de preguntas anexas que tienen que ver con la organización del capitalismo rural en Argentina, relacionados a los modos de producir y las relaciones sociales: si se habían organizado de un modo plenamente capitalista antes o después de los ’80 del siglo XIX, por ejemplo", explicó Cattaruzza.   

Producto de esta etapa de trabajo es "El mapa de la desigualdad en la Argentina del siglo XIX", libro coordinado por Gelman en 2011, que aborda los orígenes de la estructura económica y social en distintas regiones, con el eje puesto en la desigualdad. En tanto, en su vasta obra de estudios agrarios se cuentan, entre otros, "Campesinos y Estancieros. Una región del Río de la Plata a fines de la época colonial", "Historia del Agro Argentino. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX", en colaboración con Osvaldo Barsky, o "Rosas, estanciero. Gobierno y expansión ganadera".

"Su voluntad era intervenir en el presente desde la historia, porque sus preocupaciones siempre fueron sociales", asegura Costantín y afirma que Gelman no faltó a una sola marcha del 24 de marzo hasta el día de su muerte. También recuerda que en su exilio en París, los dos formaban parte de los comités de solidaridad: "Recibíamos en casa a las madres, a las abuelas, formamos parte del boicot al mundial '78, nos entrevistábamos con organismos de derechos humanos, él nunca abandonó la voluntad militante". 

La tesis ganadora

En su primera edición bienal, la ganadora del premio Jorge Gelman fue Andrea Montero Mora, de la Universidad de Barcelona, por su tesis "Café, revolución verde, regulación y liberalización del mercado, Costa Rica (1950-2017)", centrada en la historia rural de Costa Rica durante ese período. Además, hubo tres menciones de honor, entre ellos para un argentino, Lucas Bilbao, de la Universidad Nacional del Centro. La mención fue por la tesis titulada "La construcción del entramado eclesiástico a través del clero secular. Iglesia, Estado y sociedad en la campaña bonaerense, segunda mitad del siglo XIX".

En su origen, el premio fue propuesto por la Doctora Rosa Congost Colomer, de la Universidad de Girona, amiga personal y colega de Gelman. Tras la aprobación de la asamblea de socios de la SEHA, Sol Lanteri, investigadora del Conicet - Instituto Ravignani, y discípula de Gelman, coordinó el certamen del que participaron tesis del bienio 2018-2019 sin distinción de país o lengua, relacionadas con la Historia Rural de la Península Ibérica o América Latina. A partir de ahora, el premio se entregará de forma bienal.