10 RESPUESTAS

1. Estas pequeñas historias fueron inventadas para contar una vida que idealicé para el poeta. Seguramente alguna cosa mía debe haber en ese ideal. Por ejemplo, en realidad nunca me descubrieron practicando el acto solitario. Pero un compañero del internado hacía eso para que lo descubrieran, solo para quedarse leyendo en la hora del recreo. A él no le gustaba jugar, solamente quería quedarse leyendo. Terminó de embajador brasileño en Moscú y en otras capitales. Todas esas historias acercan semejanzas.

2. En el caso de los abuelos hay una semejanza. Queda bien claro que con la edad las personas vuelven a la infancia. Yo no conocí a ningún abuelo mío. Mi madre contaba algunas historias de cuando su abuelo era muy viejo. Ellos vivían en un lugar a dos leguas de distancia de Culabá. En el medio de un camino él se bajó de un caballo para orinar. El caballo se dio vuelta y quedó en dirección a la chacra. El abuelo montó y volvió a la chacra. Se bajó, entró a la chacra y le dijo a mi madre: ¡Eh Culabá cambió mucho, ahora tienen vacas en la calle! Guardo algunas de esas historias, me veo en ellas y me convierto en poemas con ellas.

3. Yo ya escribí que las palabras entran en celo cuando les hago caricias. Ellas hasta me invitan. Y yo acepto su invitación. Y tenemos una relación casi carnal, para el poema. Todas las palabras que uso me contienen. Parece realmente que el lenguaje fuera mi concubina. Yo pensé seriamente en eso y me hallo un pervertido.

4. Solo ando por caminos ignorados. Nunca sé lo que está al final, La primera frase sugiere las otras. Voy ciego. Solo percibo el aroma de las palabras. Llego al final del poema con sorpresa. Soy comandado por las palabras. No me conduzco a mí y menos aun a los lectores. No tengo la misión de enseñar. Para mí la poesía es una manifestación errática.

5. Existen muchas maneras de no decir nada sobre nosotros mismos. Las memorias son la mejor manera. En verdad, en mi caso, lo que hago es aumentar lo que no sucedió.

6. Estoy pensando en volver a la Teología del Trasto. No será un libro de poemas. Ni tampoco un libro de meditaciones tipo Levítico en el que se converse sobre la pureza y las impurezas del ser humano. Lo que querría es sacralizar el trasto.

7. Martha (N del T: Martha Barros, hija, artista, quien realizó tapas e ilustraciones de los libros de su padre) vive en Río de Janeiroy hace sus artes por allá. Yo vivo aquí en Campo Grande, y cometo mis poemas aquí. Fue el editor quien nos juntó. Él dijo que Martha también le da importancia a lo insignificante. Creo que tenemos almas gemelas.

8. Yo nunca dije cómo debe ser la poesía. Porque yo tampoco sé. Creo que la poesía no resiste el examen de la razón. Repito: en poesía tenemos que tirarle piedras a la razón. 

9. Creo que el inconsciente es el lugar donde las palabras se están formando.Ese es el sótano de la poesía. Después de que la palabra sale del sótano. tenemos que limpiarla de sus placentas. Duele secar lo oscuro de las palabras.

10. Pienso que cualquier arte, no solo el de la poesía, ha de cargar un don de eucaristía. El arte debe ser para siempre una comunión de la Naturaleza de Dios con nuestra propia naturalecita particular. Es por eso que el estilo es particularidad.      


CEPILLO

Yo tenía ganas de hacer como los dos hombres que

vi sentados en la tierra cepillando hueso. Al principio creí

que aquellos hombres no estaban bien. Porque se la pasaban

sentados en el suelo todo el día cepillando hueso. Después

aprendí que aquellos hombres eran arqueólogos. Y que

hacían el servicio de cepillar hueso por amor. Y que

querían encontrar en los huesos vestigios de antiguas

civilizaciones que estarían enterradas por siglos

en aquel suelo. Entonces pensé en cepillar palabras. Porque

había leído en algún lugar que las palabras eran

caparazones de clamores antiguos. Yo quería ir detrás de los

clamores antiguos que estaban guardados dentro de las

palabras. Yo sabía también que las palabras poseen

en su cuerpo muchas oralidades remontadas y muchas

significancias remontadas. Quería pues cepillar las

palabras para escuchar la primera mueca de cada una,

Para escuchar los primeros sonidos, aunque todavía

bígrafos. Empecé a hacer eso sentado en mi

escritorio. Pasaba horas enteras, días enteros

dentro de mi cuarto, encerrado, cepillando palabras.

Entonces mis amigos preguntaron, ¿qué hacía todo el día

encerrado en aquel cuarto? Les respondí, medio

entresoñado, que estaba cepillando palabras.

Les pareció que yo no estaba bien. Entonces tiré

el cepillo afuera.


Este texto y este poema pertenecen al libro Memorias inventadas del poeta de Mato Grosso Manoel de Barros, nacido en 1916 y fallecido en 2014 en la ciudad de Campo Grande. Con traducción de José Ioskyn acaba de ser publicado por Griselda García editora.