Osvaldo Camparo no entendía cómo alguien podía llorar a mares viendo “El Planeta de los Simios”, eso lo comprobó en un cine de Devoto allá por el 69, donde una mujer sentada detrás suyo no paraba de lagrimear y sonarse la nariz. Película excelente de ciencia ficción, con ese mundo dominado por monos, y con un Charlton Heston lejos de “Ben Hur” y de “Marabunta” interpretando a un astronauta desesperado. Era una de las preferidas de él, ya la había visto varias veces, pero no era una película para llorar ¡Caramba!... ¿Qué le pasará a María Magdalena sentada detrás mío? --se preguntaba-- ¿Se acordará que la vio con algún novio? ¿El actor le recordará a alguien que le rompió el corazón?
Terminó la peli, con ese impactante final y salieron todos a la sala a esperar la siguiente, recordemos que por esos años en los cines daban dos films, y muchas veces juntaban alguna joya cómo “El bueno, el malo y el feo” con “Pimienta y Pimentón”, por decir un ejemplo.
No había mucho público y Osvaldo vio a la mujer en un rincón que seguía secándose las lágrimas con un pañuelo, se acercó a ella y como si fuera su amigo de toda la vida, le preguntó qué le pasaba.
--Disculpame... Te veo muy angustiada y que no parás de llorar... y supongo que no es por esta película ¿Te pasó algo grave?
La respuesta de ella fue inmediata.
--Sí, sí... es por la película --dijo y Camparo quedó sorprendido.
--¡Pero no es una película para llorar! ¿Te dieron lástima los monos? ¿Cornelius?, mirá que es gente maquillada... no son reales --le dijo canchereando.
A la chica se le escapó una sonrisa en medio de tantas lágrimas.
--Sí, ya lo sé... pero te cuento... en mi familia son todos muy antiperonistas ¿Vos sabés?
--¡Claro --exclamó el hombre--, y vos no tuviste mejor idea que venir a ver una película de gorilas! --la sonrisa de la mujer ya se transformó en una breve carcajada, sólo le duró unos segundos y su cara volvió a apostar a la tristeza.
--El personaje ese del Dr. Zeius... Zoius..., uno de los simios de la película --Zaius... Dr. Zaius, la corrigió
--Sí, sí... ese... ese mismo... me hace acordar mucho a mi abuelo, justamente él era el más antiperonista de todos --la mujer no se animaba a decir gorila, pero por lo que contaba, era uno de los peores.
--Mirá, mirá esto --dijo la chica, y sacó de su cartera una foto antigua--, este era mi abuelo... ¡Decime si no se parece bastante al personaje! ¡Es igualito!
La verdad es que no se parecía absolutamente en nada, pero Camparo trató de seguirle la corriente por compasión --Y, sí... tiene un aire.
--Mi abuelo se llamaba Luis Bidone y él era uno de los que más criticaba a Perón, lo odiaba... en las reuniones familiares tomaba dos copas de vino y empezaba a insultarlo.
--Sí, creéme que conozco varios así... también algunos de mi familia.
--Es más --siguió la muchacha--, muchas veces cuando estábamos todos juntos en su casa, no se podía nombrar a Perón, una vez uno de mis hermanos lo hizo de chico, y el viejo le puso ají molido en la boca... ¡Era terrible!
--Uffff... La verdad que sí... era muy gorila.
--Pero bueno, era mi abuelo ¿Viste? y yo era su nieta preferida... realmente dejando la política de lado, yo lo quería muchísimo... conmigo era muy dulce, no era una mala persona.
--Entiendo --le dijo Osvaldo.
--Cuando murió... de manera horrible, lloré toda una semana... y de vez en cuando, me acuerdo de él y me pongo a llorar a mares, como cuando vi a ese personaje muy parecido... no lo puedo evitar.
En la sala sonó la chicharra para avisar que comenzaba la siguiente película, “El bebé de Rosemary”.
--Espero que la actriz Mia Farrow no le haga acordar a alguna tía de su familia gorila --pensó el hombre.
Entraron nuevamente y esta vez, en la oscuridad del cine, el hombre se sentó atrás de Luisa, así se llamaba la llorona según le dijo.
A él le quedó la incertidumbre de hacerle una última pregunta, y no se iba a quedar con las ganas, así que delicadamente se acercó a la butaca de ella y se la disparó en voz baja.
--Disculpame... me dijiste que tu abuelo murió de manera muy fea... ¿De qué falleció?
--El día del bombardeo a Plaza de Mayo en el 55... estaba justo ahí --dijo sonándose la nariz.