La Suprema Corte bonaerense confirmó la condena a 22 años de prisión de Daniel Lagostena, por el homicidio de su pareja, Erica Soriano, ocurrido hace 11 años. María Ester Romero, la mamá de Erica, expresó su satisfacción por el fallo, pero dijo que todavía falta saber “toda la verdad”, porque el cuerpo de su hija nunca apareció. Deseó que “algún cómplice se quiebre” y lo diga, porque Lagostena “nunca va a decir qué hizo con Erica porque, como dijeron las pericias psiquiátricas, es un psicópata de manual”. Reveló, por otra parte, que fue estafada por un supuesto detective que le hizo creer que su hija estaba viva.

Erica Soriano desapareció el 20 de agosto de 2010, cuando tenía 30 años y estaba embarazada. La Corte provincial rechazó por “inadmisible” el recurso extraordinario presentado por la defensa de Lagostena. La sentencia original fue dctada en 2018, luego de una penosa búsqueda e investigación, por el Tribunal Oral 9 de Lomas de Zamora. El año pasado, la sentencia fue ratificada por la Sala I de la Cámara de Casación de la provincia y ahora por la Corte bonaerense. A pesar de los sucesivos rechazos a su postura, Norberto Oneto, el defensor de Lagostena, anunció que acudirá “en queja” ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

La sentencia original, ratificada dos veces, condenó a Lagostena por el delito de “homicidio en concurso ideal con aborto”, dado que se confirmó que la víctima estaba embarazada. Varios testigos del juicio se refirieron al “maltrato psicológico” que sufría Erica de parte de su pareja. Lagostena le cuestionaba cómo se vestía, el maquillaje que usaba, sus contactos telefónicos, los lugares a los que iba y las personas con las que tenía relaciones de amistad.

La persecución era tan insoportable que le controlaba los pasajes del transporte público y todo dato posible para controlar los horarios y las actividades que ella desarrollaba. Celoso y posesivo, llegó a hackear el correo electrónico de ella y a revisarle en forma sistemática su celular. En el fallo del Tribunal Oral 9 se calificó de “pesadilla y calvario” lo vivido por la víctima como consecuencia de la persecución a la que era sometida.

Tras la condena, Lagostena se encuentra detenido en la Unidad 1 de Olmos. En la causa se determinó que el 20 de agosto de 2010, Lagostena y Erica concurrieron al consultorio de un ginecólogo, en la Capital Federal, y luego regresaron a su casa en Lanús. Esa noche, una persona no identificada hasta hoy utilizó el teléfono en ausencia de la pareja. Esa persona sería el eventual “cómplice” del que siempre se habló.

El condenado dijo que esa noche discutió con Erica y que ella se fue a la casa de su madre, algo que nunca ocurrió. En el allanamiento a la casa, luego de la desaparición, se comprobó que la chimenea estaba caliente y encontraron restos de poliéster que se correspondían con una prenda íntima de Erica. Ese día hizo 24 grados y por eso se intuye que lo que se hizo fue quemar toda la ropa de la víctima, para simular que se había ido de la casa por propia determinación.

Lagostena tenía vínculos con propietarios y empleados del rubro funerario que lo podrían haber ayudado a deshacerse del cuerpo, que nunca apareció. Por esa razón, María Ester Romero afirma que todavía resta saber “toda la verdad”. A los 71 años, dice que “el dolor está ahí”, siempre presente. Dijo que espera el fin del aislamiento social por la pandemia para “volver a insistir” para saber qué hicieron con su hija.

Recalcó que eso es “algo muy pendiente” y espera que “alguien que haya estado en ese momento (el del crimen) o lo haya ayudado” a Daniel Lagostena “pueda saber qué pasó exactamente” ese 20 de agosto de 2010. Agregó que el hombre condenado por el crimen “nunca va a decir qué hizo con Érica porque, tal como dijeron las pericias psiquiátricas, es un psicópata de manual".

Agregó que al asesino de su hija “no le importa en absoluto lo que le pasó a Érica. Ser psicópata no es una enfermedad, es una condición y no es algo que no se pueda cambiar o de lo que se pueda rehabilitar”. La madre de la víctima dijo que no pierde las esperanzas de conocer “toda la verdad” y recordó el mal momento que vivió cuando un supuesto detective privado le dijo que Érica estaba con vida.

"Se llama Pablo Jesús Iglesias y me hizo creer que yo podía estar equivocada y que mi hija podía estar con vida. Ese hombre fue lo peor, no solamente porque me sacó plata, sino porque me dijo que mi hija estaba en Misiones y había una testigo. Pero era todo mentira. Lo denuncié pero nunca estuvo preso, nunca pasó nada”.