Opisanie świata quiere decir “Describir el mundo” y es el título con el que se tradujeron al polaco los viajes de Marco Polo. Este es también el título --bastante impronunciable en español-- de la novela de la brasilera Veronica Stigger que acaba de salir en nuestro país. La preciosa edición de Sigilo con traducción de Paula Abramo se abre con imágenes blanco y negro de los años 30 –barcos y edificios de Varsovia-- y una carta. En realidad dos cartas. Una de Natanael a su padre Opalka instándolo a viajar desde Polonia a Brasil para que se conozcan. La otra es del médico de Natanael para confirmar la gravedad del estado de salud del muchacho, de modo tal que el viaje de Opalka sea imperioso. Todo esto ocurre antes de la carátula con título y autor de la novela, con lo cual, la previa del viaje es la previa de la novela, que una vez que empieza, ya tiene las ruedas de la historia girando a toda velocidad.

Veronica Stigger (Porto Alegre, Brasil, 1973) es escritora, crítica de arte y profesora universitaria. Si bien esta es su primera novela, es autora de doce libros, dos de los cuales aparecieron en castellano: Sur (2013) y Revoltijo (2014), que recopilan obras de teatro, relatos y poemas. Ha publicado también libros infantiles. Opisanie świata viene con el respaldo de haber recibido los premios Machado de Assis, Sao Paulo de literatura a Nuevos Autores y Açorianos. Las reminiscencias a Marco Polo que trae el título son una puerta de entrada a esta novela de aventuras, viaje de descubrimientos, al enclave de citas, guiños y referencias que la puntúan, que van desde Wes Anderson, a Clarice Lispector pasando por Marcel Duchamp, Claude Debussy y una gran cantidad de alusiones a la literatura brasilera que el lector menos familiarizado con ese corpus, deberá investigar.

Apenas atravesar las primeras páginas del novela se termina de delinear el dueto protagonista, dos personajes singulares y de nombres rotundos: Opalka y Bopp. La narradora los presenta y hace interactuar mostrando sus personalidades opuestas en un contrapunto que además de ser cómico es musical. Remata cada acción con el nombre de estos seres, en un relato ágil que se vuelve rítmico, como si alguien lo estuviera acompañando con un tambor. Es el año 1939: el polaco Opalka debe abandonar su país, para ir al Brasil en busca de un hijo que no sabía que tenía. En el tren que lo llevará durante el primer tramo de este viaje se encuentra con este excéntrico y amistoso turista brasileño llamado Bopp que decide dejar atrás sus planes de gira por Europa para unirse a su travesía. El recorrido se inicia en tren, seguirá en barco, luego en auto y lo último será a pie. El camino que lo lleva hasta su hijo no es sencillo, pero tampoco es dificultoso. Está sencillamente plagado de giros insólitos, extravagancias, personajes estrambóticos, desafíos para la seriedad de Opalka, que irá rencontrándose con su pasado brasilero, a la vez que redefiniendo su presente, de padre y hombre mayor.

Desde su primer encuentro el dúo de Opalka y Bopp funciona como una pareja despareja. Todo el viaje será como una Buddy movie en la que uno y otro se complementen aportando la nota que desafine, demasiado aguda o demasiado grave, siempre en la trama del humor. Otros personajes pintorescos se irán sumando –una italiana, un ruso, andaluzas, brasileros, uruguayos, un grupo de niños de distintas partes, un perro y algunas alimañas – cada uno con su idiosincrasia, su rareza característica, que dominará alternadamente un episodio breve. Como si en vez de ser una novela con una trama extensa y acumulativa, Opisanie świata fuera una sucesión de brillantes relatos independientes, que se superponen unos con otros, como los fuegos artificiales lo hacen en el cielo.

La precisa descripción de los movimientos físicos de los personajes – expresiones de la cara, corridas, caídas—asemeja el registro al de una película muda. Es esta clase de comicidad, disparatada, corporal, la que construye la autora. Y como buena película muda, la novela de Stigger está poblada de carteles: fragmentos de una antigua guía de viajes de América del Sur, que van señalando cuestiones a tener en cuenta: “No es recomendable beber agua en los países sudamericanos. No es que sea invariablemente mala. Pero puede serlo.” Además de imágenes de publicidad y postales de la década del 30, que van abriendo más y más el texto, que como en de Marco Polo, es también un “libro de maravillas”.

Si bien la llegada al Amazonas ocurrirá y deparará nuevas sorpresas, lo central del libro, es lo que ocurre antes. El tránsito entre dos extremos tan opuestos del globo, como pueden ser Varsovia y Amazonas, en un año tan particular como 1939. El destino de Opalka --como el del polaco Witold Gombrowicz-- quedó sellado en los mares: nada más pisar suelo sudamericano, el retorno va a ser imposible. La guerra estalla y su Varsovia natal será el territorio de las más cruentas batallas. Pero de nada de esto se ocupa la novela, que trabaja más bien en el sentido contrario al de la Historia y la semejanza con la realidad. En el barco se sucederán ritos carnavalescos con Neptuno, la creación de un elefante volador, careos con posibles marcianos, la visión ensoñada de una sirena que finalmente es un cadáver y por último, la aparición lejana de un barco llamado El durazno, donde la humanidad libre navega, sin obligaciones y sin destino final.

Los pliegues que encierra Opisanie świata están dados por el dialogo abierto que su autora establece con distintos objetos culturales. Cine, literatura y artes visuales confluyen en los guiños que ejecuta Stigger, que además de escritora es crítica de arte. Dialogo abierto porque estas relaciones no funcionan como veladas referencias, sino lazos visibles, declaraciones de amor. Al final del libro se incluye el apartado "Deudas", donde muchos de estos links son explicitados, para quien le interese recorrer esta trama de hipervínculos: el cine de Miguel Gomes o de Federico Fellini aparece enlistado junto con João Gilberto, Oswald de Andrade o los padres de la narradora. En algunos casos lo citado es una obra en especial, en otros tan solo una charla ocurrida en una calle o una fecha puntual.

La llegada a Brasil encuentra a Opalka con una serie de recuerdos y otra de eventos inesperados. Una mezcla de uno y otro es el hallazgo del cuaderno de su hijo, donde escribe poemas y relatos, como este: “ Hacer un libro antiguo/ un libro de viajes/ con páginas desplegables./ La historia empezará en una ciudad grande/ -en una metrópolis- o a la orilla del mar./ Será la historia de un hombre solo/un hombre viejo/ un hombre cansado. Y tendrá un chimpancé”. 

Opisanie świata quizás sea ese libro antiguo o quizás no. Dentro de los pliegues también está lo que va a escribir el propio Opalka, que empieza cuando termina su viaje. Porque el descubrimiento del mundo, una vez más, también es interior.