Desde  Lima

 A menos de una semana que el primer gabinete ministerial del presidente Pedro Castillo obtuviera el voto de confianza en el Congreso, controlado por la oposición de derecha, el gobierno enfrenta una crisis ministerial. El jefe del gabinete, Guido Bellido, anunció el lunes la salida del titular de Trabajo, Iber Maraví, a quien dijo le había pedido su renuncia, pero el ministro se negó a dimitir y el cambio ha quedado congelado por el presidente Castillo, que hasta el momento del envío de esta nota no había definido la situación de su ministro. Esa falta de definición agrava la incertidumbre y la crisis. Maraví, profesor y sindicalista como Castillo, es blanco de una campaña de ataques que lo vinculan con el derrotado grupo armado maoísta Sendero Luminoso, relación que éste niega.

Inmediatamente después de otorgado el voto de confianza al gabinete el viernes pasado, la extrema derecha, que había promovido sin éxito la caída del Consejo de Ministros, reaccionó amenazando tumbarse a los ministros “uno por uno”, promoviendo su interpelación y censura, una atribución del Parlamento. Maraví encabeza esa lista negra de la derecha. Con esa amenaza de la oposición sobre la mesa y una campaña mediática contra Maraví acusándolo de “terrorista”, el jefe del gabinete le pidió su renuncia. Minutos después lo hizo público y declaró que el cambio del ministro de Trabajo era necesario para “la estabilidad del gobierno” y “para mantener la armonía con las diferentes bancadas (del Congreso)”. Pero el ministro Maraví desconoció la autoridad del jefe del gabinete, no renunció y fue a buscar al presidente Castillo para pedirle que él defina su situación. Puso su cargo a disposición del presidente en una carta en la que califica como “falaces” las acusaciones en su contra y dice que el objetivo es “desestabilizar al gobierno”.

Demora

La demora de Castillo en definir el asunto alimenta las especulaciones de que el presidente le daría su respaldo al ministro de Trabajo. Una decisión que dejaría mal parado al jefe del gabinete, que ahora, descolocado, dice que su pedido de renuncia al ministro había sido “una sugerencia”. Sin mencionar a Maraví, Castillo señaló en un evento público que la oposición pretende “tumbarse ministros para colocar a sus aliados”. Maraví es considerado como uno de los ministros más cercanos al presidente, parte del núcleo de profesores que rodean a Castillo. Su caída sería un duro golpe para el mandatario. Con el ministro de Trabajo todavía en el cargo, la oposición parlamentaria presentó este miércoles un pedido para interpelarlo, con el objetivo de censurarlo, medida que lo obligaría a renunciar.

Maraví, de 60 años, es acusado por la oposición de haber participado en atentados cometidos por Sendero Luminoso en los años ochenta. Los medios han desempolvado un viejo parte policial de 1981 en el que se le acusa por ataques con explosivos contra locales públicos en la ciudad andina de Ayacucho, donde en 1980 surgió Sendero. Se dice que dos detenidos lo sindican. Pero Maraví nunca fue procesado por esos hechos, lo que el ministro esgrime como argumento de defensa y de inocencia. “Rechazo todo acto de terrorismo, venga de donde venga. Si hubiesen encontrado responsabilidad, hubiese sido condenado”, se defiende Maraví. Aunque nunca hubo un proceso judicial, la oposición difunde el contenido de ese antiguo parte policial como si fuera una condena contra el ministro. En los años de la guerra interna, miles de inocentes fueron acusados de terrorismo, muchos de ellos condenados, y otros miles fueron desaparecidos y asesinados.

Disturbios

 Maraví también se le cuestiona por una condena a cuatro años de prisión suspendida dada en 2009 por “disturbios”, por su participación como dirigente sindical en una protesta del magisterio el año 2004 en Ayacucho. El ministro asegura que esa condena quedó sin efecto. La acusación se relaciona con una política de criminalización de las protestas sociales. Maraví es dirigente del sindicato de profesores que hasta su elección encabezaba el presidente Castillo. Informes policiales lo acusan de tener vínculos con el Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales (Movadef), considerado como heredero político de Sendero que fue derrotado hace más de dos décadas. Acusación que también se ha hecho contra Castillo. El presidente y el ministro de Trabajo niegan tener cercanía con el Movadef.

A esta crisis por la incierta situación del ministro de Trabajo, se suma la acusación de una congresista de la oposición contra el jefe del gabinete ministerial por supuestamente haberla agredido verbalmente hace semanas -le habría dicho “solo falta que te violen”-, aunque recién lo hace público ahora, días después de que el gabinete obtuviera el voto de confianza. Bellido ha negado la acusación y ha dicho que es parte de una conspiración para desestabilizar al gobierno. Distintos sectores, incluidos aliados del gobierno, exigen una investigación a esta grave denuncia. Pero, sin investigación, la oposición y los medios dan como verdad lo dicho por la congresista y exigen la renuncia del jefe del gabinete.