E. Martínez (6): En su cumpleaños número 29, el arquero que se ganó la confianza de Scaloni en la Copa América tuvo una sola intervención, en el primer tiempo, y respondió a pura confianza, lanzándose a cortar un centro sin dar rebote. No pudo hacer nada cuando Soteldo le picó magistralmente el penal.

Molina (6): Al principio estuvo algo tímido a la hora de incursionar ofensivamente, pero con el correr de los minutos -y especialmente cuando la Selección se quedó con un hombre de más-, el lateral se animó a subir y fue criterioso. En el primer tiempo, tiró un buen centro para Lautaro que generó peligro. En defensa, tuvo un muy buen cierre sobre el final del primer tiempo, rápido y atento para retroceder.

Pezzella (6): En un partido que no requirió demasiado de su protagonismo, los dos centrales argentinos respondieron a la altura y estuvieron atentos a los pocos avances de Venezuela.

Otamendi (6): Prolijo y atento para cumplir, al igual que Pezzella, en un partido en el que la Selección los necesitó poco pero finos y despiertos.

Acuña (7): El mejor de los dos laterales de la Selección. El futbolista del Sevilla se animó a pasar al ataque y generó peligro en sus excursiones ofensivas. En defensa, recuperó y cuidó su lateral. Peleó el rebote en la jugada del gol de Lautaro, cuando el ataque parecía que se desvanecía, y entregó a Di María.

De Paul (7): El hombre del Atlético de Madrid fue uno de los mejores del equipo de Scaloni en la noche de Caracas. Ubicado unos metros por delante de Guido Rodríguez, fue el segundo pase más buscado por sus compañeros. Y no decepcionó. Recuperó tanto como el volante del Betis y, en ataque, hasta sacó un remate que se estrelló en el travesaño.

G. Rodríguez (7): El mediocampista tuvo una buena labor en Caracas. El más retrasado de los volantes argentinos estuvo atento para activar los relevos en los ataques de los conducidos por Scaloni, con movilidad, criterio y buena recuperación.

Lo Celso (7): Su fútbol, cuando está encendido, hace vibrar a cada hincha del juego exquisito. Tuvo dos pinceladas espectaculares: a los 39 minutos, se corrió a la derecha para inventar una profunda diagonal que no pudo conectar Lautaro; a los 46, la hermosa asistencia filtrada en la jugada del gol.

Messi (7): El 10 de Argentina llegó a Venezuela por primera vez como hombre del PSG y casi se va lesionado tras un planchazo que dejó a la Vinotinto con diez. Como siempre, fue el más claro en ataque, el que movió los hilos para generar profundidad y el que le imprimió velocidad a la ofensiva de Argentina. Le dio verticalidad al juego en la maniobra del 1-0 y encendió el ataque en la jugada del 2-0, cuando cedió a Lautaro.

L. MARTINEZ (8): La pelota de Argentina no llegó siempre con demasiado vértigo ni claridad al área de Venezuela. Como es habitual, el jugador del Inter exigió, presionó, se movió y mandó a la red la única bola que lo encontró cómodo de cara al arco. En el segundo tiempo, cuando la ofensiva argentina encontró precisión, estuvo a tono y participó de los dos goles para el 3-0.

Di María (6): Ubicado por la banda derecha, no tuvo el mejor inicio en el estadio Olímpico. Desperdició una clarísima oportunidad, cuando Messi le cedió un pase profundo y Velázquez se resbaló, y le dio un mal pase a Lautaro. Despertó su fútbol corriéndose a la izquierda, en la jugada del 1-0, para inventar un pase en plena doble marca y ceder a Gio Lo Celso.

A. Correa (7): Ingresó a los 61 minutos por Lo Celso y, junto a su homónimo de apellido, refrescaron el ataque de Argentina. Atento para capturar el rebote y poner el 3-0.

J. Correa (7): Entró en lugar de Di María, a falta de media hora de juego, y le sumó vértigo a la ofensiva. Buen creador de espacios en la jugada de su gol.

A. Gómez (-): Se ubicó sobre la izquierda, cuando reemplazó a Lautaro, y trató de tomar contacto con la pelota. Un pisotón suyo provocó el penal del descuento venezolano.

E. Palacios (-): El ex jugador de River no tuvo demasiada partipación.

Dybala (-): Ingresó por Guido Rodríguez cuando el trámite del partido ya estaba resuelto. No tocó demasiadas pelotas.