“Burbujeante”. Así propone el aire Cynthia García para la primera mañana de la AM 750, donde empezará su programa La García este lunes a las 6. “Lo burbujeante es la chispa, es el tono, una alegría radial para que tenga el programa y que despierte el interés”, explica la periodista a Página/12. Para ella, la información de un programa típicamente matutino debe ir acompañada por una sonoridad con “frescura” y “dinámica” que sintetiza en el verbo “burbujear”.

García propone comenzar la mañana con información, pero lejos de la tónica indignada (eso que en algún momento se llamó “crispación”) que recorre a otras opciones de la misma franja horaria. “No es que no haya cosas que indignen, pero la indignación como encuadre, como tono permanente de un programa, empobrece el ejercicio del periodismo y le quita la cuota de analítica que requieren los fenómenos sociales, políticos y culturales”, considera. “Con la indignación, además, corremos el riesgo de abonar a la antipolítica”, advierte y plantea “salir de la línea comunicacional de la indignación”.

En contraposición a ese espíritu que intentan imponer los medios hegemónicos, la periodista propone “un contenido intergeneracional, con puentes interetarios, construir una audiencia ciudadana que recupere una línea de radio-servicio, y además buena música, ecléctica”. Atenta a que es una hora en que muchos padres y madres llevan a sus pibes a la escuela, La García también incluirá la sección “Chiquillada”, como suerte de guiño a ese momento. García cuenta con orgullo que la acompañará “un equipo periodístico que va hacia adelante, que genera contenidos propios”, integrado por Alan Longy, Mauricio Polchi, Emanuel Herrera, Sergio Altieri, Analía Graffigna, y dos columnistas de lujo: Luis Bruschtein y el juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Eugenio Raúl Zaffaroni. “El programa tiene ese espíritu de ir hacia adelante, contarte lo que va a pasar, la agenda de gobierno y de oposición, y generar debates: mi idea es dar espacio radial a distintas ideas y voces, debatir con el entrevistado , poner en discusión ideas”. La “nota fuerte” de cada día, anticipa, será a las 8.

-¿Qué te proponés para este programa?

-Me propongo ejercer el periodismo, comunicar una agenda popular, latinoamericanista, con perspectiva de género. Soy una mujer al frente de un micrófono, y las mujeres faltamos en los medios y los roles de conducción. Esto ya es ganancia colectiva. Me propongo que mi voz no sea una voz individual, sino que exprese lo coletivo. Y también hacer un buen programa de radio.

-Mencionaste la perspectiva de género, que es una parte importante de la propuesta: ¿cómo se incorpora eso al programa?

-Es una centralidad. En La García comunicamos con lenguaje inclusivo. Esa es una decisión política. No es que me parezca que esté bien o mal tal o cual modo de usar las palabras. Tampoco es que hay que hablar sí o sí en lenguaje inclusivo. Nosotros tomamos esa decisión porque si no dejamos fuera a la mitad del planeta. Tenemos una mirada sobre diversidad y géneros central. Haya una columna o no, el programa ya tiene nuclearmente una perspectiva de género y diversidad.

-¿Cuál es tu primera mañana "ideal"?

-Una en la que logremos contarle a la ciudadanía, a la porción de la audiencia que nos va a escuchar, lo que pasa desde ese espíritu de Gabriel García Márquez: vivir para contarla. Informar. Generar, si se puede, nodos conceptuales. A las 7 voy a desarrollar un concepto: la indignación como fenómeno comunicacional, política vs. marketing. Conceptos que puden estar linkeados a lo que está pasando o no. Que esos conceptos fluyan, se desparramen, generen masa crítica. No tenemos la vocación de llenar el aire, no es cubrir tres horas con cajoncitos que se llenan. Hacemos contenido periodístico con horizonte de emancipación. No quiero comunicar cualquier cosa. Quiero informar, contar, transmitir experiencias, recuperar la atmósfera porteña. Transmitimos desde la Ciudad de Buenos Aires, una ciudad vertiginosa pero bellísima. Tenemos la idea de una escalera con descansos: vértigo informativo, títulos de noticias, entrevistados, pero descansos. Ahora, descanso no es adorno. No es una nota color, sino algo constitutivo para lograr el burbujear radial que pensamos.

-Hoy el "indignacionismo" parece recorrer todos los medios, ¿cómo ves ese fenómeno? ¿Por qué querés evitarlo explícitamente en tu programa?

-La indignación es producto de la dificultad de accionar sobre el diagnóstico. Muchas veces ocurre que el diagnóstico de lo que pasa lo tenés, pero como no tenés, no sabés o no está en tus posibilidades accionar sobre eso, el recurso es la indignación es un modo de resolver la incapacidad. Ponele: ¿cómo accionás sobre el diagnóstico pandemia, inflación, neoliberalismo? Pero hay que pensar una nueva semiótica del combate ideológico-político-cultural-comunicacional. Creo que hay que salir de la línea comunicacional de la indignación. Después hay otra cosa que es más conceptual: la indignación es pasividad. Vos te enojás, te indignás, hacés catarsis al decirlo y listo. Lo que quiero ejercer comunicacionalmente tiene una vocación por dar la discusión, el debate, dar la pelea y pasar a la acción, por generar acciones performativas. Ese es el marco conceptual de por qué quiero evitar la indignación.

-¿Por eso elegís el término "ciudadanía"?

-No existe “la” verdad, la que hay es la verdad dominante. Hay puja de intereses y verdades relativas. Toda esa complejidad que uno lo tiene que traducir en un atractivo periodístico y un título. En este tiempo de hilo de Twitter, por no decir 280 caracteres, eso necesita mucho trabajo. La indignación como formato empobrece. Le quita la analítica que debemos tener los periodistas incluso antes de comunicar. Porque cuando uno genera analítica, eso tiene elementos de amoralidad, uno no lo piensa desde la subjetividad, ahí aparece la cuota de objetividad, como un análisis académico, que en el proceso de comunicación luego sí estará atravesasdo por posturas, ideología y subjetividad. Es un proceso complejo para que al aire se transmita simple y lo más claro posible, y que abone a los derechos a la comunicación, a la información. En esa idea, buscamos construir audiencias más ciudadanas que indignadas. Eso no significa que uno no tenga posturas. Y también es bueno tener un mensaje claro, no de medio-centro, no de término medio. Jugar a ser del medio es jugar a ser periodista, es sarasa periodística, no periodismo.

La García, como programa de radio, “encastra” dentro del proyecto homónimo, el portal de noticias que la periodista generó con la debacle macrista. “Venimos generando desde esta plataforma un concepto de gran escritorio donde la mesa central está en la web, que fue el espacio donde estuvimos hasta que pudimos retonar al sistema de medios”, cuenta. En la imagen, cada cajón del escritorio es una red social. Como tantos otros colegas, Cynthia perdió sus espacios de trabajo con la llegada del macrismo al poder. Al punto que este espacio en la AM 750 supone su regreso a la conducción en la primera mañana radiofónica. “Durante el macrismo logramos travestir esa línea direccional de las redes sociales y convertirnos en un medio en redes. Nunca fue un satélite de otra cosa. Pero todo fue producto de la necesidad, ¿eh? No sé si no hubiera existido el macrismo, si lo hubiéramos hecho. Pero tuvimos que hacerlo”. Atenta a esa experiencia digital, la periodista se plantea para su programa –donde además de conducir llevará el rol de productora ejecutiva- la búsqueda por “atrapar el interés del oyente con la capacidad de síntesis para plantear cosas complejas en poco tiempo y sin ser solemnes”.

Quizás por eso la cortina musical se presenta en un tono bien arriba. Compuesta por Alejandro Sanz (un músico y humorista, homónimo del cantante melódico español) y su hijo Joaquín, canta en su estribillo “La García, La García,/ Amanece la alegría de empezar un nuevo día / La García, La García,/ con la fuerza de quien dice la verdad con valentía”.

-Señalaste en otra entrevista que "el macrismo rompió la lógica del periodismo", ¿cómo fue eso?

-¡El macrismo rompió la lógica de todo! Vino a instalar en la centralidad de la política un modelo neoliberal que no teníamos desde la década del ‘90. El macrismo viene a instalar un proyecto económico de intereses personales y de negocios, y de deformación de las reglas democráticas. Si entendemos la democracia como intentar sacarle el poder a las elites para distribuirlo entre los más, el macrismo rompió eso. Y lo hizo sin tener un proyecto de país. Porque a diferencia de la oligarquía argentina histórica, de la que uno puede estar en las antípodas ideológicas, al menos la oligarquía tenía un proyecto de país: agroexportador. El macrismo no lo tuvo. Sólo era funcional a intereses personales y hacer fuga de capitales. Endeudamiento sin posibilidad de pago. Esa erosión de los zócalos de la patria cambió la lógica de todo.

-¿Cómo viste ese proceso?

-Hizo tres cosas iniciáticas: empezó a perseguir dirigentes del kirchnerismo, con Milagro Sala como la primera presa política, en connivencia con el sistema bipartidario de Jujuy. Ese fue un tubo de ensayo que luego se replicó en lo que conocemos como lawfare y que persigue la cabeza de Cristina Fernández de Kirchner. Pero ya lo de Sala era un mensaje de disciplinamiento. Además, el macrismo puso el eje en el desempleo y por eso empieza a despedir empleados públicos. Con La García empezamos con los whatsapp de los primeros despedidos del macrismo, que fueron los del Ministerio de Cultura. No teníamos dónde comunicarlo e inventamos un espacio. Recuerdo que había una reja, como en un cuento de Urondo. De un lado estaban los que pasaban, del otro los que quedaban afuera. Y en el medio alguien con una planilla diciendo sí o no. Esa imagen me marcó muchísimo y armamos fue iniciática para La García. Recuerdo un video de un empleado de Ministerio de Economía, que filmó cómo lo despedían y era obvio que era por cuestiones ideológicas. Le habían revisado el Facebook y nos indignaba. Bueno, mirá luego la red de espionaje que armaron, ¿no? Había una cosa muy del dolor que se venía. Porque el macrismo, sobre todas las cosas, fue muy cruel. El desempleo también era disciplinatorio, porque bajaba todos los reclamos salariales. Si echan a todo el mundo vos no vas a pedir que te aumenten el sueldo. Y por último deroga gran parte de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, genera un cerco mediático y arma listas negras. Eso nos cambió toda la lógica. Yo tenía muchos espacios y de repente no tenía dónde comunicar. Pero no me pasó sólo a mí. Fueron más de 3000 periodistas sin laburo. Y no teníamos dónde comunicar. Ahí dijimos “bueno, armémoslo en el living de casa”.

Ese living, finalmente, volverá a la radio en la AM750, este lunes desde las 6. Y nuevamente se escuchará la voz de la García.