“¿Qué hicimos? Eso fue lo primero que pensé cuando ganamos. Creo que la foto lo refleja”. Así comenzó la charla con Luciano De Cecco, quien fue elegido el mejor armador de los Juegos Olímpicos de Tokio, en los que Argentina consiguió el segundo bronce de su historia al igual que en Seúl '88.

La Selección salía el 20 de mayo desde Buenos Aires para jugar la VNL en Italia y prepararse para la gran cita deportiva. Pero antes de comenzar todo se complicó: 9 de los 18 jugadores elegidos por Marcelo Méndez no viajaron por tener Covid o ser contacto estrecho y cuando pudieron incorporarse tres de ellos fueron sancionados por no cumplir con el aislamiento.

Pasaron 83 días juntos, pero no sabían que iba a ser así. La idea era volver a Argentina antes de partir hacia la capital japonesa, pero las complicaciones hicieron que el plantel decidiera quedarse en el exterior. Jugaron dos amistosos con Italia y se entrenaron en Kagoshima, Japón, hasta que el 20 de julio aterrizaron en la Villa Olímpica. Lo que sigue ya es historia conocida.

-¿Cómo influyó el hecho de estar tanto tiempo juntos?

-Para los que tienen familia fue más difícil, pero todos teníamos el mismo objetivo y el mismo compromiso. Estar tanto tiempo ausente no ayudó, pero es lo que tocó para cumplir el sueño. La medalla fue el regalo más grande al compromiso y la paciencia que todos hemos tenido.

Al llegar de Tokio, los jugadores debieron aislarse: “Le mostré la medalla a todos mis amigos por WhatsApp y por Zoom. El aislamiento no me dejó disfrutar nada la primera semana”, confesó De Cecco.

-¿Tomaste noción de lo que se generó?

-Cuando estábamos allá veía por Twitter lo que pasaba acá. Miraba las redes sociales después de los partidos, pero no me daba idea de la magnitud de lo que se vivía. 

-¿Por qué ganaron la medalla?

-Si vos me preguntás si íbamos a buscar la medalla antes del torneo, no tengo ni idea. Nos empujamos al límite todos los días para competir y tener la oportunidad de luchar por algo grande. No tuvimos un comienzo fácil, estuvimos complicados. Fuimos a dejar todo lo que teníamos, pero también podía ser que no pasáramos la zona.

-¿Hubo un partido en el que se dieron cuenta de que estaban para más?

-Fue todo un día a día. Después del Covid no programo más nada en mi vida. Nos inculcamos la mentalidad de que había que ir partido a partido porque cada uno era una final y estábamos para jugarle a cualquiera.

Al cerebro de la Selección Argentina siempre se lo ve con el mismo semblante: “Yo me sentí tranquilo en todos los partidos. Creo que mi cara lo demostró mucho. Me dicen que parezco oficinista, que no sonrío, pero era lo que yo necesitaba para estar bien. La verdad que no conozco otra forma de jugar y más para ayudar al equipo”.

-¿Vas a estar en el próximo ciclo olímpico o pensaste en el retiro?

-Falta mucho, no es momento para pensar aún. Voy a disfrutar de la medalla y de lo que conseguimos. Voy a estar en el Mundial del año que viene si el técnico me lleva, pero después veré.

Cómo tomar impulso

Toda la familia del vóley deberá estar a la par para que este logro pueda darle un envión a este deporte que en la última edición de la Liga Argentina sólo contó con siete equipos.

-¿Qué necesita el vóley para desarrollarse?

-Dirigentes que estén comprometidos, que trabajen y traten de explotar esto que logramos porque si no lo hacemos ahora, no lo hacemos nunca más. No sé cuántas veces se va a ganar una medalla y va a ser este boom. No sé cómo van a explotar la imagen de la Selección si no usan este resultado como trampolín.

-¿Cómo pueden ayudar ustedes como jugadores?

-El compromiso que tiene el equipo con la Selección va a seguir. Hay que mantener el legado y la huella para los que vienen atrás, para que los que van a ser referentes tengan algo para motivarse. Estamos a 15000 kilómetros, tenemos contrato y obligaciones con los clubes en el exterior y a fin de año no volvemos a Argentina. Sólo podemos hacer charlas por zoom y eso no alcanza. 

-¿Y qué deberían hacer los dirigentes?

-Los clubes tienen que tener una integridad deportiva y dirigencial. Para que el vóley pueda seguir en crecimiento hay que cambiar la mentalidad y el esquema. Tratamos de que no desaparezca, en lugar de fortalecer lo que tenemos, esa es la parte de la mentalidad argentina que no me gusta. Si hay que hacer hay que hacerlo bien, y sino seguiremos como siempre. Estoy hace muchos años y la gente es la misma. Creo que tienen una oportunidad única. Veremos el resultado de acá a unos meses.

-¿Vendrías a jugar la Liga o pensás que alguno de tus compañeros lo haría?

-No, no creo que ninguno venga a jugar a Argentina ahora y menos como está la Liga. Este año se van como sesenta jugadores al exterior. Eso te da la pauta de cómo está el vóley en el país, pero ojalá en algún momento se pueda volver a lo que era antes.

Dependerá de jugadores, dirigentes, periodistas y de todo el ambiente del vóley, que esta medalla sirva para darle el impulso que necesita o habrá que esperar 33 años más para volver a ver otro logro inesperado de este deporte argentino.