Hace catorce años, en unas vacaciones con amigos, Nicolás Stupenengo saltó al mar desde unas rocas y sufrió un grave accidente. Tenía 34 años y un futuro prometedor como actor y director de cine. Mucho cambió en el instante en el que cayó al agua, porque desde allí se convirtió en usuario permanente de silla de ruedas. Pero la adversidad no lo detuvo y hoy cuenta su historia en primera persona en el unipersonal Nicolás anda.

Dirigida y escrita por Nahuel Martínez Cantó, la pieza de teatro documental pone en escena a Nicolás, quien comparte anécdotas de su vida luego del accidente a través de su testimonio y de filmaciones caseras que él mismo hizo en el pasado y que lo tienen como protagonista. Junto a él, su perra de asistencia Sofía también acapara la atención del público y ayuda a matizar un relato tan potente como inspirador.

“El hecho de que esté Sofía conmigo despierta mucha empatía en el público. Las reacciones que más escucho son cuando Sofi hace algo, como cuando le pido que se siente y no lo hace, porque ahí la gente se ríe. Ella me permite registrar a los espectadores y eso es fantástico”, comenta el actor y cineasta.

Nicolás Stupenengo trabajaba en producción y dirección de cine antes del accidente, y ya llevaba varios años de estudios de actuación. Sus primeros trabajos como actor fueron en distintas publicidades, algunas de las cuales se proyectan en la puesta. La frustración lo invadió cuando supo que no podía volver a caminar, pero el dolor se volvió fortaleza, y en escena se reconstruye ese pasaje hacia la resiliencia. “Yo no quiero dar un mensaje de que se puede, porque eso sería atrevido de mi parte. Lo que sí quiero contar es lo que yo pude y puedo hacer con esto que me pasó”, afirma.

El proceso de trabajo comenzó antes de la pandemia, luego de un evento fortuito, según revela Martínez Cantó. “Yo estaba investigando sobre la discapacidad y sobre la construcción de la identidad a partir de los relatos propios. Y un día por Facebook alguien compartió un video de Nicolás donde él hablaba de una situación de discriminación que le había ocurrido cuando no lo dejaron entrar al Hipódromo de Palermo con su perra de asistencia. A mí me impactó esa historia, y por eso le mandé un mensaje y le conté que estaba investigando sobre la discapacidad para hacer una obra de teatro. En el primer encuentro que tuvimos me enteré de que él era actor y director de cine. Así arrancamos y cuando empezó la pandemia seguimos por Zoom”, cuenta el director.

Pasaron más de dos años hasta que lograron estrenar, y esa tenacidad -aseguran ambos- también forma parte del espíritu de la propuesta. “Esta obra no habla sólo de nosotros y de la discapacidad sino que habla también de la constancia y de lo que es hacer teatro independiente, porque durante un año seguimos trabajando, cada uno desde su casa, sin saber si íbamos a poder estrenar. Finalmente se pudo y eso para nosotros es un orgullo”.

-¿Cómo es la experiencia de contar la propia historia de vida en un escenario?

Nicolás Stupenengo: -Estaba con ganas de volver a actuar. En el tiempo que llevo como usuario de silla de ruedas, que ya son catorce años, hice algún comercial y venía hablando con varios contactos pero no había ninguna propuesta concreta. Y cuando apareció esta posibilidad me encantó porque es algo muy genuino. Esta obra hace que pueda mostrarme como soy y desde ahí contar mi vida. Y si de esa manera ayudo a otros, me parece que está buenísimo.

-¿De qué manera trabajaron la dramaturgia?

Nahuel Martínez Cantó: -La construcción de la obra empezó con un proceso de acopio de material. Tuvimos un primer año de encuentros semanales donde fui entrevistando a Nicolás y luego empezamos a armar núcleos temáticos que tuvieran que ver con cosas que pudieran ser interesantes para llevar a escena. Forjamos un vínculo, y a medida que la confianza se fue estableciendo pude ir indagando más y yendo a lugares más profundos. Fuimos encontrando juntos qué era lo que Nicolás tenía para contar. Y creo que la clave de nuestra obra es que él cuenta su historia pero no dice cómo debe ser la historia de los demás. Nosotros no venimos a bajar ninguna línea sino a mostrar una forma de vivir y de construir nuestro mundo.

-La discapacidad no es un tema muy abordado en escena, y si aparece lo hace a través de actores y actrices que no tienen una discapacidad fuera de la ficción. ¿Por qué creen que sucede eso?

N.M.C.: -Conozco algunas propuestas teatrales que incorporan a personas con discapacidad, pero es verdad que no es algo usual. Algo de lo que decimos en la obra es que la discapacidad se define en relación al entorno en el que vivimos. Entonces, en tanto el teatro independiente y la sociedad en general sigan siendo hostiles hacia la discapacidad, va a ser difícil ver sobre el escenario a actores con discapacidad. Nosotros, por ejemplo, tuvimos muchas dificultades para encontrar una sala que no tuviera escalones y eso para Nicolás es un problema. Algunos seguramente quedan en el camino por esta situación. Tenemos que pensar la discapacidad de manera integral y no sólo en relación al teatro.

N.S.: -Tenemos que hacer un cambio cultural. En la Capital Federal hay cuatrocientas mil personas con discapacidad, de las cuales la mitad andan en sillas de ruedas. Un porcentaje de ese total quizá sean personas que desean dedicarse a la actuación pero, ¿qué posibilidades les damos? Hace un tiempo fui a ver una obra a un teatro de la calle Corrientes y me dieron un palco, pero cuando vieron que yo estaba en silla no sabían cómo hacer para subirme hasta ese lugar por escalera. Entonces ahí, empezando por la infraestructura, ya existen complicaciones.

-¿Cómo creen que podría revertirse esta situación y qué aporte puede realizar Nicolás anda en este aspecto?

N.M.C.: -Nuestro aporte fundamental es el de visibilizar a través del hecho de que haya una persona con discapacidad sobre el escenario. Me reconforta ver que el público demuestra mucho interés. Cuando termina la obra, muchos me preguntan sobre Nicolás y cómo logró todo lo que hace. Siento que hay avidez por conocer y me parece que eso tiene que ver con la falta de información que hay acerca de la discapacidad. Creo que estamos ocupando ese lugar.

N.S.: -Hoy estamos despersonalizando la discapacidad por no conocerla. Y por eso la visibilización es lo más importante, porque eso nos va a dar la posibilidad de naturalizar la discapacidad. Y a su vez eso nos va a llevar a darnos cuenta de que en definitiva todos somos personas.

* Nicolás anda puede verse los sábados de septiembre a las 19, en Moscú Teatro (Ramírez de Velasco 535).