A los 36 años Martín Cardetti se retiró del fútbol profesional. Después de unos meses de párate para acomodar su cabeza y procesar que ya no iba a estar más dentro de una cancha, encontró la manera de seguir relacionado con la pelota y decidió convertirse en director técnico. Los primeros pasos como DT los dio en Boston River de Uruguay, al tiempo se fue a Costa Rica y llevó a la máxima categoría a Atlético San Carlos. En 2019 continuó su viaje por Ecuador y tuvo un breve paso por el Mushuc Runay. Hoy se encuentra en Colombia y apuesta fuerte al Bogotá Fútbol Club, un equipo que milita en la Categoría Primera B. 

“Tuve seis meses sabáticos, hasta que empecé a buscar alternativas para hacer algo. Fui manager, me empecé a capacitar, a seguir entrenadores, a hacer pasantías. Me junté a charlar con técnicos, hice cursos y arranqué algo en Boston River. Estaba todo el día con los juveniles, con la primera y ahí fue que empecé a sentir el gusto al entrenador. Cuando terminé el curso de DT, me salió la posibilidad de ser entrenador en Costa Rica y empezó mi carrera con título”, dice Cardetti a Página/12.

–A principios del año pasado, en una entrevista dijiste “todo lo que no hay que hacer como técnico lo aprendí de Ramón” ¿Por qué?

–Lo dije desde el plano personal. Nadie va a discutir a Ramón Diaz con todo lo que hizo y los logros que tuvo. Me refiero más que nada al trato que tuvo hacia mi persona. Es eso lo que jamás haría con mis jugadores. Desde el lado personal la pasé muy mal y eso me daba fuerzas todos los días para trabajar más duro y demostrarle que podía jugar en River.

¿Cómo era ese trato?

–No tenía trato directamente. Me hacía sentir como que no era parte de lo que quería. Ahora que tengo la posibilidad de ser entrenador, siempre digo que si hay alguien que no entra dentro del esquema pretendido lo mejor es ir de frente y decir las cosas. A veces hay momentos que duelen, pero lo mejor es ir de frente. En mi caso siempre preferí eso y no que me dijeran las cosas por la espalda o enterarme por otros compañeros. Pero bueno, eso ya quedó en el pasado. Todo lo que aprendí que no había que hacer lo aprendí de Ramón Díaz, porque era todo lo que hacía conmigo. No me decía las cosas de frente. Yo era muy consciente cuando podía jugar y cuando no, y los jugadores que tenía delante: Francescoli, Salas, Ángel. En esa época sabía que podía ser un buen suplente y a base de goles me fui metiendo y logré uno de los máximos objetivos personales: salir goleador del campeonato argentino.

El Chapulín festeja el ascenso con Atlético San Carlos, de Costa Rica.

Cardetti inició su carrera como futbolista en Rosario Central y fue parte del equipo campeón de la Copa Conmebol de 1995. En aquella formación legendaria acompañó, entre otros, a Eduardo “Chacho” Coudet, Omar “Negro” Palma, Raúl “Mono” Gordillo, Pablo “Vitamina” Sánchez y Rubén “Polillita” Da Silva. De la experiencia victoriosa en el Canalla, luego pasó a River. El equipo de Núñez puso el ojo en el delantero retacón, que guapeaba y hacía goles, y en 1997 se alistó en el Millonario. Integró el plantel del tricampeonato y se anotó unos créditos en la Supercopa del ‘97 que lo tuvo a Marcelo Salas como amo y señor del área. Pero el Chapulín no la tuvo fácil. Con Ramón Diaz alternó banco y titularidad, hasta que la cosa no dio para más y se fue a juntar minutos al Salamanca de España. En su regreso a River y con el Tolo Gallego al mando, vino la reivindicación. Hizo vibrar las gargantas en las tribunas y terminó metiéndose a los hinchas en el bolsillo. Ganó confianza, partidos como titular y en 2001 salió goleador del torneo Apertura. 17 goles fue su marca en ese campeonato.

¿En qué momento percibiste el final de tu carrera como jugador?

–El final lo empecé a ver después de Colón. Creía que tenía para un año más y quise volver a Central, volver al club que me dio todo, y no me dejaron. En su momento estaba (Ariel) Cuffaro Russo y quería jugar con los juveniles. Después Central se terminó yendo al descenso. A lo mejor hubiese terminado una carrera espectacular yéndome al descenso con el club de mis amores... Tuve ofertas para irme a Ecuador y Colombia, pero no quise. Yo quería terminar mi carrera en Central, pero como no pude me terminé retirando porque no quise jugar en otro lado.

El chapulín, además de las camisetas de Central y River, anduvo por España, México, Colombia y defendió los colores del Paris Saint-Germain en Francia. Fue compañero de Ronaldinho. “Si hay algo que no me quejo es de la carrera que hice como jugador. Cinco clubes de Argentina, jugué en Francia, España. Gracias al fútbol he conocido lugares que jamás pensé que iba a conocer. Soy un agradecido total a mi carrera de futbolista, sobre todo pensando en el nivel que tenía jugando entre grandes como Francescoli, Salas, Saviola, Aimar, Omar Palma, Polillita Da Silva, Ortega, Ronaldinho. Con las ganas y las cualidades que tenía hice más de lo que muchos esperaban. Tengo el honor de decir que soy uno de los 17 argentinos que jugó en el París Saint Germain”, dice.

¿A qué entrenadores ves como referentes?

–Siempre hablé con gente allegada. (Leonardo) Astrada fue uno, después fui a ver entrenamientos de (Jorge) Almirón y me junté con el Tolo (Gallego). Con él he tenido varias charlas. Además de lo buen entrenador, nunca me falló. Siempre fue sincero y me vino de frente. Aprendí mucho de él. Creo que hoy capacitarse es lo más difícil, porque todo ha cambiado mucho. Principalmente los jugadores

¿Y de los técnicos actuales?

–Gallardo, Pochettino, el Cholo (Simeone), el Chacho (Coudet). El tema es que Pochettino tiene a Messi, Neymar, Mbappé y yo tengo otro tipo de jugadores. No puedo mirar tanto para fuera. Lo que intento estudiar de esos entrenadores es el trato, la forma de ser, la impronta, el cómo charlar delante de un grupo. Pero lo más importante está en el trabajo diario. Puedo tener los trabajos de todos los entrenadores, pero si no los transmito de esa manera no es lo mismo. La cuestión pasa porque el grupo confíe en uno y el jugador salga a defender lo que vos queres. Son ellos los que te hacen famoso o que te vayas a casa.

¿Qué cambios ves en los jugadores de hoy?

–Cada vez son más jóvenes, porque los clubes no tienen mucho dinero para invertir. Está todo mucho más difícil que antes. Hoy están las redes sociales. Los jugadores cada cosa que hacen la publican y es mucho más complicado mantener la privacidad del grupo. Los jugadores te hablan de las redes como si fueran una parte de su cuerpo.

Desde tu lugar de entrenador, ¿Cómo acompañas ese proceso?

–Muchas veces aconsejo que si están con una botella no suban fotos, porque después te investigan los clubes que te van a contratar. Trato de inculcar que cuiden la imagen. Hoy existen los memes, muchas tonterías, que en algún momento te pueden llegar a perjudicar. Nadie sobrevive a un archivo. Hay que tener cuidado.

¿De qué forma incluís la tecnología en el cuerpo técnico y en el plantel?

–Se usan mucho los grupos de whatsapp para pasar videos, partidos y para ver distintas jugadas con más profundidad. Eso está muy metido en los equipos. Hay más información: catapult, drons, videoanálisis. La tecnología está muy incorporada y hay que ir capacitándose a todo lo nuevo que va apareciendo. Y lo digo desde mi lugar que tengo un cuerpo técnico de cuatro o cinco personas. Gallardo debe tener 20, 30 personas que le hacen un montón de cosas.

¿Con qué tipo de juego te sentís más identificado?

–Con el de la presión alta, que el equipo ataque, que juegue en la cancha rival. Obviamente que después hay errores y cosas que no se pueden controlar. Eso es lo lindo del fútbol. Por más que lo estudies, lo mires y le digas al jugador todas las cosas que puede hacer, va a haber equivocaciones y aciertos y ahí está el resultado. Uno le da todas herramientas a los jugadores, pero después esta cómo se levantan. Y después están los jugadores que por más táctica que le hagas, sin son desequilibrantes, habilidosos, se pasan a dos o tres, hacen el gol y no hay táctica que valga. El jugador que tiene talento siempre va a sobresalir y te va a hacer la diferencia en un partido.

Si tuvieras que enumerar algunos aspectos importantes de todos estos años de entrenador, ¿Qué es lo que más destacarías?

–Que es un aprendizaje muy bueno en cuanto a administrar carencias. No me arrepiento de nada, la verdad que sigo siendo un trotamundo. Lo fui como jugador y ahora como entrenador. Me da felicidad porque aprovecho a conocer y seguir aprendiendo. El día a día de estos clubes me hace aprender algo todos los días.

¿Te ves dirigiendo en Argentina?

–Es mi sueño dirigir en Argentina. No lo pude hacer nunca. Tuvimos cerca de un club de B Nacional hace poco –no quiere decir cual– y no se nos dio. El sueño máximo es Central. En algún momento sé que lo voy a dirigir.