Una enfermedad, un tratamiento, palabras sueltas que se vuelven poemas, poemas que se vuelven canciones, canciones que se vuelven un disco, disco que se vuelve un proyecto benéfico y de sanación. Así fue el recorrido de El ojo del alma, álbum de canciones y meditaciones de Tenchi Oddino. “Nace a partir de un proceso de salud, de atravesar un cáncer. Pasé por un montón de estadios, pero la música siempre estuvo presente, fue una gran herramienta”, cuenta Teresa “Tenchi” Oddino, comunicadora, conductora y productora, sobre este álbum que edita con el apoyo de muchos músicos argentinos, a través de PopArt.

El primer simple del disco, “Liberar”, es la punta de lanza con la que presenta este proyecto que la tiene por primera vez del lado del mostrador de la creación artística. Con música, arreglos y voz de Alejandro Kurz (El Bordo) y la participación de Valeria Acevedo, Patricio Sardelli (Airbag), Pablo Spivak (El Bordo), Alejandro Mondelo (Las Pastillas del Abuelo) y Andy Vilanova (Carajo), este tema es el primero de una serie de canciones, todas con letras de Tenchi, a través de las que se propone devolver en forma de música algo de la experiencia que atravesó durante estos años: “Para romper hay que liberar. Quería salir de la palabra ‘soltar’, que la veía muy usada. Esta canción es una liberación para la mente, el espíritu, para poder mirar la situación desde otro lugar”. El ojo del alma, además, tiene destinada parte de su recaudación al Instituto Alexander Fleming con el objetivo de ayudar a personas que están transitando una enfermedad oncológica.

En 2017, Tenchi se enteró de que tenía cáncer de mama y muy pronto supo también que ese cáncer había hecho metástasis en varios órganos. Su reacción inmediata fue doble. Primero, la de vencer una resistencia que tenía a la medicina tradicional: “Venía acumulando mucha experiencia en el plano espiritual: nueve años de constelaciones, piedras energéticas, aromaterapia, pero estaba muy cerrada a la medicina tradicional. Muy cagona con eso. Muy. Y cuando me encontré con la palabra metástasis, siento que fue un ángel, alguien que me despertó y me dijo ‘integrá’. Y ahí recordé lo que había escuchado en algún momento de Luis Alberto Spinetta, que él había ido por un camino más alternativo con su salud y que cuando quiso tomar la medicina tradicional ya era demasiado tarde. Y se me vino también mi oncóloga diciéndome que si no hacía en ese momento determinado el tratamiento, ya no se podía volver atrás. Algo se despertó. Hubo bastante lucha, no soy una paciente fácil. ¡Soy la rebelde del rock en la medicina! Pero en todos estos años logré integrar todo y llegar a una comunión y empatía”, recuerda. Lo segundo que hizo fue transformar internamente la palabra “metástasis” en “metas sí”, y proponerse, entonces, eso: tratar de reorganizar el cuerpo y la mente en función de ese nuevo desafío.

Quimioterapias, rayos, bloqueos de columna, operaciones, meses de internación, temporadas sin caminar. Nada de eso se refleja en el semblante de esta mujer que recibe virtualmente a Página/12 con una sonrisa, una potencia y unas ganas arrolladoras de contar su experiencia, de hablar de temas que en general resultan devastadores, pero que en su expresión y su energía se transforman en algo diferente. “En momentos en los que la mente se te anula, porque son palabras muy fuertes que aparecen en los diagnósticos, siento que la música tiene ese empujón, ese poder vibracional que rompe y puede ayudar a atravesarlo. Por eso lo estoy amplificando, porque a lo mejor a alguien le sirve para eso: aflojar un poquito, estar un poco más abierto. A partir de ahí, cada uno tiene su propio aprendizaje”, explica sobre la naturaleza de este proyecto, que nació hace cuatro años.

En esa época, los corticoides que le suministraban con la quimioterapia no la dejaban dormir: “Sentía que canalizaba y me bajaban las palabras y mi gran amigo Germán Daffunchio (Las Pelotas) un día me dijo que compartiera con él lo que iba procesando. Así que me puse a escribir”. Esas reflexiones/ meditaciones fueron llenando un cuaderno a la espera de su momento. Y ese momento llegó unos años después, cuando Tenchi se dio cuenta de que con esa experiencia vuelta poema podía de alguna manera ayudar a otros: “Me gusta transmitir lo que experimento. Tengo una filosofía: no hablo de lo que no vivo con mis células, átomos y moléculas. Trato de mover esa energía por si a alguien le suma. La proceso en mí y la suelto, y que vaya adonde tenga que llegar”.

Tenchi nació en Córdoba en 1969 y fue adoptada por una familia de Buenos Aires. En 2018, comenzó una campaña para encontrar a su madre biológica. A través de un video que grabó junto a Malena Guinzburg y que compartió en redes, se mostraba y contaba su historia, para ver si de esa manera llegaba a la mujer que, supuestamente, en ese momento debía tener alrededor de 64 años. Hacía poco que había sido diagnosticada y su primera reacción fue la de intentar ponerse en contacto con sus raíces. Ya en ese momento, tenía una postura muy formada en cuanto a la situación de salud que atravesaba: “Una enfermedad que ucha gente conecta directamente con la muerte, yo la conecté con la vida”, declaraba en entrevistas de esa época.

Ese mismo concepto continúa rigiendo su accionar hoy: “Se trata de transformar el por qué en el para qué. Es una vibración muy diferente de preguntarse por qué a mí. Todas las películas que hablan de algo de cáncer, te muestran la escena de la quimio y después, ¡paf! la muerte. Son muy pocas las que van al para qué: ¿qué tengo que sanar, qué tengo que aprender? Ir para adelante, en vez de aislarse en ese por qué: encerrado-pelado-muerte. Cuando me dijeron tenés cáncer, vas a hacer una quimio, a mí lo primero que me vinieron fueron esas imágenes. Es muy difícil en ese momento centrarse y abrir. La música para mí siempre fue un salvavidas. Salí de esa situación de muerte con estas herramientas y limpiando la parte que siempre es tan dura. Ahí escribí el para qué.”

-Muchas veces se entiende el arte como una manera de trascendencia del artista en el tiempo, un tipo de inmortalidad. ¿Este proyecto tiene algo de esa voluntad?

-Sí, ¡pero desde muchos años antes! Sin imaginarme todo esto, ni cómo iba a ser. A veces la vida te sorprende y te lleva por caminos que ni pensabas que ibas a recorrer. Soy soltera, soy grande, y en un momento me pregunté, ¿qué me continúa en este plano? Porque en general lo que te continúa son los hijos. Siempre, desde muy chiquita, me sentí que era música, que soy vibración. Siento que hay algo que viene de mis padres biológicos que tiene que ver con la música. En mi juego mental soy una mezcla de Ludovica Squirru y Pappo. O David Lebón. Y aunque yo creo que somos luz, que un cuerpo la habita, que no hay muerte, que son transformaciones… pero en este plano, esa pregunta acerca de qué me iba a continuar la tuve siempre y la respuesta siempre la encontré por el lado de la música.