El mundo imaginario del hombre común, el que aflora en los paseos callados en colectivo, el que se cuela entre las obligaciones. El último reducto del alma donde todo es posible. Es ahí y no en otro lado donde nace el arte de Alejandro Marmo.

Quizás fueron los años transcurridos en el taller de su padre o la desazón de la década de 1990, cuando el mundo productivo se desmantelaba, a la par de los sueños de tantos trabajadores como aquellos que conoció en su infancia en Villa Bosch, lo que lo llevó a encontrar en aquel universo su fuente de inspiración, incluso mucho antes de concretarlo en una obra.

Lo explica sencillo, aunque no lo sea tanto. El imaginario colectivo tiene vida propia y él, a través de su arte, lo materializa a través del hierro, en la vía pública. Allí donde todos confluimos.

Sus obras, en gran medida, son realizadas con desechos y con la participación colectiva de obreros y personas que por algún motivo se sienten excluidas de la sociedad. Una manera poética de demostrar que el descarte siempre puede renacer en belleza.

“En esta época de tanta conectividad con emoción digital, la telepatía popular puede dejar una metáfora, para encontrarnos en un puente que construya lenguaje y comunicación social”, afirma el artista de 50 años, cuyo proceso creativo se inicia con una “idea que va tomando fuerza y el dibujo, después, sigue ese impulso de la energía de la obra”.

Con esa fuerza instaló en 2011 los murales de Evita en el edificio del Ministerio de Desarrollo Social, la obra que cambió la postal de Buenos Aires. La más visible pero no la única con la que plantó bandera en la 9 de Julio, donde además emplazó La sirena y El Obrero, murales de El Padre Mugica, Arturo Jauretche y la Estrella del Diálogo Interreligioso.

Las advocaciones populares de la fe también llegaron a las calles y al epicentro del cristianismo. En 2014, con la bendición del Papa Francisco, su pastor, como él lo denomina, instaló en el Vaticano dos de sus obras más significativas: El Cristo Obrero y La Virgen de Luján.

Sus Abrazos, que reflejan la cultura del afecto, del diálogo en la diversidad a través de líneas simples de universal compresión, están en los barrios populares, al igual que los murales en homenaje a curas villeros y la propia Evita. Y también en escenarios internacionales como el aeropuerto de Fiumicino, Italia, o las ciudades de Tokio y Viena. Contrastes, de eso está lleno el camino de Alejandro Marmo.

--¿Por qué elige representar figuras de la cultura popular y llevarla a las calles?

--No lo elijo, hay una fuerza natural ya son parte del imaginario colectivo. Me dejo llevar por un magnetismo de emoción social. La calle es el living del pueblo.

--Siempre trabajó con participación colectiva y eso se vio obstaculizado por la pandemia, ¿Cómo consigue que el hombre común siga involucrado con su arte?

--La pandemia sumó a la fascinación por el desencanto por todo, el desgano y la bronca pero la sublimación de esa actitud marginal es una fuente inagotable de recursos esperanzadores para sobrevivir, el hombre común siempre tiene esperanza, es construir con esa estética .

--¿Cómo trabaja eso con aquellos que por distintas circunstancias perdieron la capacidad de soñar?

--Siempre hay sueños de archivo para renacer, la decisión es entrar a ese mundo o resignarse a la oscuridad de los finales sin resurrección. El arte es una red social de hierro en la calle para renacer en la búsqueda de lo imposible que es generalmente lo más importante. La incertidumbre es la virtud del pensamiento creativo. Todo lo que vive ahí no muere nunca. La esperanza de participar tiene que ver con la incertidumbre de no saber dónde podemos terminar con la construcción de obras. Puede ser que el abrazo en esta época partida es un proyecto que da pérdida en términos exitistas, lo que no tengo ninguna duda que nos despierta el entusiasmo por seguir teniendo esperanza.

--¿Cuál sería la pérdida?

--El Abrazo hoy sigue siendo utopía. En una realidad partida. La herida social mal llamada grieta se cura desde los hechos culturales.

--Siempre habla de la capacidad del arte de transformar las vidas. ¿En que transformó la suya?

--Transformó la mirada para ver belleza en lo humano. Para mí la cima de la verdadera evolución es ser un padre común y corriente con ideas que juegan a crear postales. Y que mis hijos cuando caminen por la calle sientan que los acompaño.

Diego iluminado

Músicos como Charly García, Luis Alberto Spinetta, Gustavo Cerati, Mercedes Sosa y Sandro también forman parte del repertorio de obras que en 2021 llegaron a las calles. Al igual que la serie “Corazones”. que cobró nuevo impulso en un contexto de crisis social y sanitaria. La pieza más reciente de esta serie fue colocada en el Congreso de la Nación y fue Intervenida con los colores del orgullo LGBT + por Florencia de la V.

Y si de ídolos populares se trata, la máxima expresión llegó con el Diego Maradona de Alejandro Marmo, que fue instalado en el Estadio Único de La Plata. “Diego Iluminado” es el nombre de la obra que homenajea aquel “Gladiador de la pos modernidad”, como describe el escultor.

El trabajo, que según Marmo “despierta el entusiasmo por la Argentina”, también tiene su réplica en el barrio de La Boca. Ésta fue visitada por Víctor Hugo Morales, dueño de aquel relato inolvidable del mejor gol del máximo ídolo argentino.

Puesto a reflexionar sobre esta pieza, el escultor asegura que lejos de sentirse “autor”, es la sociedad la verdadera creadora de este tipo de trabajos. “El corazón del pueblo está impregnado en la luz y en el hierro”, enfatizó.

“Diego Iluminado” fue declarada de "Interés Cultural" por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y contó con el apoyo de la diputada Gisela Marziotta y de Emiliano Ojea, quien acompaña y ayuda a la Fundación Arte en las Fábricas, presidida por el artista.

La obra tiene por delante un camino que la llevará por distintos barrios de CABA y pueblos del interior hasta llegar al templo del prócer: la ciudad de Nápoles, a través de gestiones conjuntas con la Embajada de Italia en Argentina.

Alejandro Marmo también es autor de El Coloso de Avellaneda, ubicado en las orillas del Riachuelo y de la constelación de estrellas de la ciudad de Navarro, entre tantas otras obras de gran porte. Su arte cruzó las fronteras, para llegar hasta Italia, Japón, Austria, España y Centroamérica.

El próximo 29 de septiembre inaugurará en Rosario la “Esquina de los Corazones de Hierro”, en la Plaza del edificio de Justicia Penal. El trabajo es impulsado por la Fundación Arte en las Fábricas, la Defensoría General a cargo de Jaquelina Balangione y la Municipalidad de Rosario.