Apareció una nueva boca eruptiva en el volcán Cumbre Vieja, que entró en erupción el domingo en la isla de La Palma, en el archipiélago español de Canarias, por lo que debieron ser evacuadas unas 500 personas más, subiendo la cifra de desplazados a 6.000.

"Aparece una nueva boca eruptiva en Tacande, El Paso", tuiteó el servicio de emergencia del archipiélago el lunes por la noche. "Se procede a la evacuación de la población", alertó.

Las autoridades confirmaron que unas 500 personas más tuvieron que abandonar sus domicilios este martes por la mañana en el municipio de Los Llanos de Aridane, una de las localidades más afectadas por las coladas de lava.

La apertura de esta última boca eruptiva se produjo tras registrarse un nuevo sismo de una magnitud de 4,1 a las 21:30 del lunes, según el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan).

Por la televisión se podían ver largas filas de autos durante la evacuación de la noche.

Choque térmico con el mar

Las coladas de lava que expulsa el volcán Cumbre Vieja, que han ralentizado su velocidad, todavía no llegaron al mar pese a que las primeras previsiones apuntaban a una llegada a la costa en la noche del lunes.

Las autoridades advirtieron que cuando los ríos de lava caigan al mar se podrán escuchar explosiones por la diferencia térmica entre los 1000 grados que tiene la lava y los 24 que alcanza el agua del mar. Además, los vapores que producen estas explosiones pueden terminar por generar una lluvia ácida, que puede afectar la salud de las personas y los cultivos.

Humo y vuelos internacionales

El volcán expulsa columnas de humo que alcanzan centenares de metros de altura y entre 8.000 y 10.500 toneladas de dióxido de azufre por día, según Involcan. Pese a ello, el espacio aéreo de la isla sigue abierto.

El gestor español de aeropuertos Aena anunció el martes por la mañana que todos los vuelos previstos para el lunes en el aeropuerto de La Palma lograron operar, y otros 48 estaban programados para el martes.

Aunque por ahora no se reportaron víctimas fatales, esta erupción, la primera desde 1971 en la isla de casi 85.000 habitantes, causó daños importantes: las ardientes coladas arrasan con todo a su paso, incluidas un centenar de viviendas. Los daños materiales son incalculables.