Cansado de explicar que su apellido es el que figura en el D.N.I. y no un apodo puesto por algún amigo psicoanalizado, Leandro “Negro” Falótico es tal vez uno de los mejores cantantes argentinos de la actualidad y, seguro, el último emergente de la aristocracia tanguística de Zárate-Campana. Esa línea imaginaria que une los mayores puertos del norte de la provincia de Buenos Aires fue la cuna de Homero y Virgilio Expósito, Armando Pontier, Enrique Mario Francini y Héctor Stamponi, entre otros. Así como Homero decía ser “un zarateño que nació en Campana”, Falótico nació en Chivilcoy pero dice ser zarateño. Está orgulloso de esa muesca de origen, la lleva como una medalla en el pecho. En 2017 dedicó el disco Primero, después y al fin –la famosa línea de tiempo de “Naranjo en flor”- al cancionero de los hermanos Expósito. Ahora va más allá: si alguna vez ellos escribieron el que es uno de los boleros más cantados de la historia, “Vete de mí”, hoy Falótico consagra un álbum entero a ese género: Boleros.

El disco tiene una belleza clásica, dificil de definir. Es un disco de interiores, envolvente y pulcro, de violines, bronces y piano. Es de alguna manera también, dice, un homenaje a Daniel Riolobos. “Para mí es el mejor. Hacía todo bien cantando. Hay un video en YouTube en el que interpreta ‘Abrazame así’ en Badía y compañía que es una maravilla. Canta con una displicencia genial, mientras camina y va a saludando a cada uno del público. ¡Hasta lo saluda a Roberto Rufino, que estaba ahí sentado! Riolobos fue determinante en mi gusto musical. Otro clave fue Horacio Molina: afinadísimo, con un estilo bien definido, gardeliano, sin clichés”.

Los arreglos y el piano de Boleros son de Matías Alvarez, otro zarateño, compañero de colegio y de básquet de Falótico. Alvarez se maneja con libertad, sin abandonar el clasicismo se corre por momentos de la ortodoxia que marca el género, y es capaz de dar un imprevisto giro brasileño al final de “Esta tarde vi llover”. El repertorio fue probado en vivo poco antes de la pandemia, en sitios como el Café Vinilo, Prisma y Bargoglio. “Yo soy del tango. Conozco más del tango, es cierto. Hace mucho tiempo vengo batallando en el circuito, en diferentes agrupaciones. Lo último fue cantar en la orquesta de Rodolfo Mederos. Pero cuando empecé a hacer boleros en vivo con más determinación, le encontré el gustito. Por eso cuando nos metimos en el estudio, las canciones estaban ensayadísimas. Y probadas y aprobadas: una vez vino Chico Novarro a verme. Me temblaban las piernas. ¡Es como que hagas tango y te vaya a ver Gardel! Pero banqué la parada, y canté bien. Cecilia Orillo me hizo escuchar un whatsapp que le mandó Chico después del show, en el que le dijo: ‘Me gusta la sensibilidad de Falótico. Y me gusta que canta los temas como son’. Gran piropo”.

En la tapa se lo ve con saco y moño azul sentado en un sillón, en situación de espera. La foto fue intervenida por Tute, que con sus trazos le otorgó un aire candoroso y levemente paródico. Con un cuarteto de cuerdas, el piano de Matías Alvarez y algunas participaciones puntuales como las de Franco Luciani en armónica, el Mono Inzarrualde en flautas, Sergio Wagner en trompeta y flugel, David Cantoni en saxo y Ariel Argañaraz en guitarras, el disco transita un cancionero frecuentado y revisitado desde que hace treinta años Luis Miguel le dio una nueva vida al género. Temas como “La puerta”, “Usted”, “Contigo en la distancia”, “La media vuelta” conviven con el formidable “Amnesia”, de Chico Novarro, que abre el álbum.

A los 42 años, Falótico se autodefine como un cantante curioso. Durante mucho tiempo hizo folklore y sus héroes –algunos ya lejanos- eran “Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Víctor Heredia, esa onda”. “Cuando tenía seis años le pedí a los Reyes el disco Aquellos soldaditos de plomo. Otras voces me marcaron con el paso del tiempo: Gardel, pero también Charlo. Sinatra, Tony Bennett, Elis Regina, Ella Fitzgerald”.

¿Qué diferencias encontrás entre cantar tangos y boleros?

-Me parece que el tango es más complejo. Más dramático. El bolero admite sobre todo en lo musical algo más liviano. Será por las congas, el bongó. Tu pregunta me hace volver a Riolobos: un genio total cantando boleros, pero haciendo tantos nunca me gustó. El bolero y el tango compartieron la misma época, pero son dos cosas diferentes.

Los boleros de tu disco suenan más mexicanos que cubanos.

-Sí, no son tan percusivos, tan afro… Hay muchas cuerdas. Matías escribió unos arreglos buenísimos más cercanos a lo mexicano, es cierto. Y yo trato de meterme en la piel de un crooner, más que de un cantor. ¡Me imagino en Las Vegas! ¿Viste lo que soy? Un atorrante, de pueblo. Pero para hacer bolero tenés que creerte algo más distinguido. Por eso el saco y el moño. Pero ojo: no me interesa la parodia. Lo mío va por otro camino.

¿Tuviste en cuenta la perspectiva de género al elegir el repertorio?

-Bueno… Estoy atento en todo momento a la perspectiva de género, no sólo cuando tengo que elegir repertorio. El feminismo es un movimiento con el que uno debe aprender en todo momento, vengo de una generación en la que el machismo estaba muy naturalizado. Hoy son evidentes muchas situaciones. Pero otras no son tan visibles, están medio camufladas. Estas últimas son las que me hacen estar más atento. De hecho, en este disco grabé “La media vuelta” y no canto la letra cuando dice “yo soy tu dueño”.

¿Te pasó algo con Luis Miguel?

-El primer disco de boleros, Romance, me mató. Y pude ir a verlo al Campo de Polo cuando vino la última vez. Me parece un tocado por la naturaleza. El color de su voz, la amplitud del registro. Hasta cuando grita es amable el sonido. A mí no me gusta mucho cómo frasea pero tiene un instrumento extraordinario.

El Negro Falótico dice que este disco, que va a presentar en diciembre en el Tasso, es apenas un punto de partida. “Voy a seguir grabando boleros, sí, cómo no. Es un género que considero un poco mío. Me siento cómodo haciéndolo. Desde que empecé a cantar que lo tengo ahí: mi primer flyer decía ‘Negro Falótico: tangos y boleros.’ Lo tengo guardado”.

¿Y qué te ocurre con el tango? ¿Quedó en un segundo plano?

-No, no. Pero es cierto que hay mucho rollo con el tango… Yo me considero un cantante que también hace tangos, y no un cantor de tangos. El mundo es demasiado grande como para encorsetarse en una sola música.