Apenas pasaron unos minutos del show de Gente Conversando en El Archibrazo y, de repente, la banda deja de tocar, pone una grabación con un loop de teclados y se sienta despreocupadamente en una mesa a comer pizza. Pasan casi cinco minutos desde que el mozo se acerca para servirles y el desconcertado e intrigado público para entender de qué se trata, y el combo –después de actuar su propio nombre– vuele a subirse al escenario para seguir con el show: “Capaz que lo que hacemos no es nuevo, pero intentamos corrernos un poco del formato de una banda de rock. Muchos temas salen del caos y la improvisación que generamos: del ruido sale la armonía; a nosotros nos funciona eso”, comenta el guitarrista Detective Juan.

Con apenas un par de EP digitales (En Roseti, grabado en vivo, e Institucional; ambos de 2016) y una costumbre cada vez más arraigada de dar shows, este quinteto llama la atención por su sentido lúdico, su histrionismo y su raro talento para el collage. “Hay una cultura residual que nos interesa: la televisión berreta y la basura y la idea de lo mal transmitido nos influencian tanto como la música de Francisco Bochatón, Palo Pandolfo, Dios o Rosario Bléfari”, comenta Boicot, el bajista.

Institucional de hecho comienza con la voz del mentalista Ricardo Schiariti (luego también aparece la voz lacónica de Rodolfo Ranni) y es un disco tan breve como estimulante en el que le cantan a la “melancolía reaccionaria” y se regodean en sus expansivos delirios: “Tengo la suerte y desgracia del control mental: si te asesino, te pido disculpas. Tengo un poder que cayó en manos del mal”, canta en una Guillermo Masse, que finalmente llega al bar y anima instantáneamente la charla: “El año pasado lo vimos a John Lydon con P.I.L y estuvo buenísimo: ¡parecía Ana María Campoy contando anécdotas! Cuando algo tiene cierta búsqueda ya nos interesa, nuestras referencias pueden ser Pere Ubu, Devo, Madonna o Los Residents pero también el Maestruli de Susana o la patafísica”.

Y sigue el cantante: “Mi hermano es director de teatro, y hay un par de actores en la banda, y quizás por eso nos interesa que cada show tenga siempre algo único, algo que creo que aprendimos de Reynols y de La Manzana Cromática Protoplasmática. Creo que subirse a un escenario vestido así nomás, como si no fueras consciente de que estás dando un show, también puede ser una actitud bastante snob. Hay bastante falsa humildad en la idea de lo sencillo”, dice enfundando en una remera de Charly de Clics Modernos, toda manchada y sucia: “Vengo de la verdulería”, advierte.

El cantante y simpático verdulero sónico se desmarca de la cultura indie futbolera –”Me aburre un poco esa cultura del fútbol del indie; le creo más a Sergio Pángaro paseando vestido como un dandy por Constitución”–, y se entusiasma: “Lo que nos pasa ahora es que nos están invitando un montón a tocar y hay gente que capaz ya nos conoce:  de a poco vemos que lo que hicimos en estos últimos dos años y medio se empieza a notar”.