“Llegué al teatro recién en 1976”, cuanta Bernardo Carey en conversación con este diario, antes de mencionar un momento clave de su historia profesional que tuvo lugar ese mismo año: el encuentro con Julio Ordano, director y maestro de actores, fallecido hace cuatro meses. Haber frecuentado su estudio de teatro impulsó al autor a abandonar la narrativa para dedicarse a escribir en contacto con las clases de actuación y los ensayos. Así lo explica: ”Cuando Lidia Catalano y Mara Bach, dos de sus alumnas, interpretaron una de mis escenas, creí descubrir la superioridad de la escritura representada sobre la escritura impresa”. También fue el mismo Ordano quien en 1979 estrenó Cosméticos, la primera de las obras de su autoría que subió a escena. En marzo de 2020, esta misma obra había sido elegida para abrir las puertas del nuevo Teatro del Pueblo, con el mismo Ordano en la dirección. Pero solamente se pudo realizar un ensayo general antes de la pandemia.

A manera de homenaje al director, las actrices Roxana Randon, Cecilia Labourt, Mariángeles Bonello y María Laura Cali, y la asistente de dirección Julieta Ceolin, estrenarán Cosméticos este viernes (a las 20) en la sala de Lavalle 3636. Alejandro Mateo y Roberto Traferri están a cargo de los diseños de escenografía y vestuario y de iluminación, respectivamente. Ambientada en la Buenos Aires de 1978, la obra reúne 4 mujeres sobre un fondo de inseguridad, dudas y ocultamientos. Los personajes enmascaran la verdad de acuerdo a su conveniencia y de allí el título de la obra. “Cosméticos no fue muy representada”, advierte el autor, “pero la eligen para trabajar, incluso en las provincias: en los talleres de teatro siempre hay más mujeres que hombres”, aclara sonriendo.

En 1976, Carey todavía trabajaba en la librería Santa Fe, en el horario de la noche, turno que le permitió atender a una clientela selecta. Entre otros, a Rodolfo Ortega Peña, Juan José Sebreli, Enrique Pichón Riviere y Arnaldo Rascovsky. Ordano llegó a la librería luego de leer El sillico de alivio, una obra que Carey había comenzado a escribir “como un libro de reflexión política pero que después se llenó de diálogos y se transformó en teatro”. Y si bien aquella pieza sería estrenada tiempo después por Lorenzo Quinteros en el San Martín, Ordano llevó a escena seis de obras de Carey.

-¿Quiénes son los personajes de Cosméticos?

-Doña Generosa, una mujer vieja y peligrosa. Engaña y representa el poder. En Raquel hay algo de la clase media: es indecisa, tiene una actitud contemplativa y repudia a lo que está por arriba y por debajo de ella. Ágata tiene relaciones que resultan sospechosas y quiere cambiarlo todo, como los jóvenes luchadores. Y Otilia es la expresión de lo marginal.

-Doña Generosa siempre está pidiendo colorete. ¿Qué representa el cosmético en la obra?

-El colorete es como un espejismo que oculta la realidad. El maquillaje tiene la virtud de darle una vivacidad al rostro que naturalmente no tiene. Pero hacia el final, ni siquiera el cosmético tiene la capacidad de ocultar las imperfecciones del rostro.

-¿Escribió la obra sabiendo sobre qué quería hablar?

- No sé si ahora es posible de ver, habrá que esperar a que se estrene, pero no escribí solamente una obra que transcurre entre mujeres. La escribí sobre el dominio de unos sobre otros, sobre la pelea por deshacer el poder de lo existente. Pero no solamente quería referirme a la política sino al poder en todos los ámbitos.

-Hay una fuerte opinión de las mujeres sobre los hombres.

-Sí, eso la hace actual a la obra. Ahora hay una fuerza en el pensamiento femenino que antes no había. Y ese cambio trascendental se debe a la militancia, que es mucho más fuerte que cuando se estrenó esta obra.

-¿Cómo describiría su producción?

-Me parece que tengo obras intimistas, ligadas a lo cotidiano, aunque con algo delirante a veces, y otras, de tema histórico- épico. Pero ambas miradas se emparentan de algún modo, con detalles ambiguos que a mí me gusta dejar librados a la imaginación del espectador. En estos momentos estoy escribiendo dos obras: una corta, sobre los vuelos de la muerte y la guerra de Malvinas, y la otra sobre un fin de semana que transcurre entre pistoleros funcionarios y alguna vedette.