AVES DEL PARAÍSO - 6 PUNTOS

Birds of Paradise; Estados Unidos, 2021

Dirección y guion: Sarah Adina Smith.

Duración: 113 minutos.

Intérpretes: Kristine Froseth, Diana Silvers, Caroline Goodall, Eva Lombay, Jacqueline Bisset, Daniel Camargo.

Estreno en Amazon Prime Video.

Las reseñas de Aves del paraíso insisten en señalar el parentesco con dos largometrajes famosos: Suspiria, de Dario Argento (y, por lógica consecuencia, la pseudo remake de Luca Guadagnino) y El cisne negro, de Darren Aronofsky. Es lógico, ya que ambos transcurren, como el film de Sarah Adina Smith, en el competitivo mundo del ballet, en todos los casos atravesados por circunstancias fuera de lo común, aunque no necesariamente sobrenaturales. Pero en el fondo, más allá de los elementos compartidos –conceptos narrativos ligados a los traumas psicológicos o detalles del diseño de producción–, Birds of Paradise es esencialmente una teen movie recubierta con varias capas de maldad y algo de sordidez. Mucho menos un neo giallo o una investigación sobre psiquis fracturadas que un comentario ligero, pero visualmente sustancioso, del peligroso encuentro entre dos estudiantes de danza cuya relación de amor/odio va más allá del enfrentamiento artístico en la pista de baile.

A poco de llegar a una prestigiosa academia parisina de danza, la nueva alumna Kate Sanders (Diana Silvers) se agarra literalmente de las mechas con Marine Durand (Kristine Froseth), situación coronada por sendas bofetadas, de esas que dejan marcas. A pesar de ser ambas estadounidenses, las chicas no podrían tener un origen más diverso; la primera hija de un esforzado vendedor de cemento, la otra criada por la mismísima embajadora de los EE. UU. en Francia. Que el hermano gemelo de Marine, excelso bailarín, se haya tirado al río desde un puente tiempo atrás, tiene (y bastante) que ver con esa pelea y también con todo lo que sobrevendrá. Aunque las protagonistas, más pronto que tarde, dejarán las inquinas para iniciar un vínculo de amistad con mucho de simbiótico, aunque no es este el momento ni el lugar para revelar el grado metafórico o literal de esa particularidad.

Mientras avanzan los ensayos para un concurso que podría terminar con un contrato en el Ballet de la Ópera de París, siempre bajo la mirada atenta de la directora de la institución –una profesora tan curtida como viperina, interpretada con ligero sarcasmo por Jacqueline Bisset–, la historia entrelaza realidades con fantasías, pas de deux con pactos y traiciones de bambalinas, confesiones a la luz del velador con salidas a un boliche alucinógeno, y señales del paso a la adultez con recuerdos de infancia. Además de una fábula sobre un pajarillo y la creación del día y la noche que ofrece la excusa ideal para el título del film. Aves del paraíso avanza sin sorprender y su recargado estilo parece muchas veces querer ocultar cierta falta de sustancia. A pesar de ello, en tiempos de películas y series que parecen el escupitajo de algoritmos audiovisuales y no el producto creativo de personas de carne y hueso, Sarah Adina Smith logra crear un relato de crecimiento retorcido, con tonalidades de pesadilla, que mantiene el interés sin echar mano a trucos obvios de guionista.