La Argentina arrastra toda una historia en la centenaria Copa Davis. Desde aquella primera serie que jugara contra Suiza, en la derrota 4-1 en Ginebra, acumuló interminables años de ilusión, amargura, esperanza, festejos y tristezas, un cóctel variado que llegó a su fin en 2016, cuando el equipo conducido por el capitán Daniel Orsanic saldó la eterna deuda y se consagró campeón del mundo.

En ese recorrido anida un cúmulo de historias por las que la Argentina, potencia en el mapa del tenis desde la aparición de Guillermo Vilas a principios de los años '70, no pudo lograr el objetivo mucho tiempo antes. Una de las etapas más sombrías fue la que tuvo lugar después de la era Vilas-Clerc y previo a la irrupción de La Legión: la década infame del tenis argentino.

Varios actores del ambiente sostienen que la debacle comenzó el fin de semana del 25 de septiembre de 1992, en la derrota 3-2 ante Dinamarca en Aarhus, la serie que sentenció el descenso a la Zona Americana, aunque el derrumbe se originó bastante antes: el 2 de octubre de 1991, exactos 30 años atrás.

Aquel día, en Londres, se llevó a cabo el sorteo del Grupo Mundial para la Copa Davis 1992 y la Argentina, que debía ser cabeza de serie número siete, fue perjudicada y despojada de su preclasificación. El azar en el bolillero resultó catastrófico: el primer rival del '92 sería nada menos que Estados Unidos de visitante, la peor opción posible.

"Davis, nos perjudicaron", resaltaba la revista El Gráfico del 8 de octubre de 1991, en una publicación en la que explicó sin tapujos: "Un despropósito de la Federación Internacional de Tenis, que clasificó a Australia y a Holanda como cabezas de serie antes que a Argentina, pese a que nuestro país tiene jugadores mejor rankeados, y ello es lo que debe tomarse en cuenta según el inciso B del artículo 9 de la competencia. La protesta de la AAT fue refutada por la FIT con argumentos poco sólidos, como considerar subjetivamente que los progresos de los holandeses merecían ser premiados".

La decisión de la ITF fue arbitraria. Con el ranking de aquel momento de Alberto Mancini, Guillermo Pérez Roldán y Martín Jaite, Argentina sumaba 109 contra 111 de Holanda. En función de ese cálculo tendría que haber sido séptimo preclasificado pero fue desplazado por Australia y Holanda, que mandaron al equipo de Francisco Mastelli a la crueldad del bolillero en un sorteo en el que no hubo presencia de dirigentes argentinos. "Nos durmieron", diría cualquier criollo.

"El mismo día del sorteo, apenas nos enteramos del disparatado resultado, lo llamé a Brian Tobin -sucesor en la presidencia de la FIT del francés Philippe Chatrier- para reclamarle por la irregularidad cometida", contó Martín Rosenbaum, entonces titular del Comité de Copa Davis de la Asociación Argentina de Tenis, en diálogo con El Gráfico. Y explicó: "Todas las excusas que dieron fueron irrelevantes. En el caso de Australia se avaló en su legítima tradición tenística. Pero en el caso de Holanda primero me dijo que habían considerado la muy buena actuación en el 5-0 frente a México y después se apoyó en el avance de varios jugadores en el circuito masculino. Acá se ha violado claramente el reglamento. Sólo que la FIT se aferra a que el inciso B del artículo 9 dice que 'también' se tomarán en cuenta los promedios de los tres mejores jugadores... Ese 'también' les da un margen de duda".

Argentina, en efecto, debió viajar a Estados Unidos para afrontar una primera ronda imposible. La serie, del 31 de enero al 2 de febrero de 1992, arrojó un contundente 5-0 a favor del local en el Mauna Lani Racquet Club de Hawaii. Mancini, Javier Frana, Christian Miniussi y Jaite, en su última serie con Argentina, no pudieron ofrecer resistencia ante el poderío de Pete Sampras, Andre Agassi, John McEnroe y Rick Leach. La derrota obligó al equipo de Mastelli a jugar aquella reclasificación que determinó, en septiembre, el descenso ante Dinamarca. Los dos países beneficiados por la ITF tuvieron mejor suerte que la Argentina: Australia se impuso 4-1 en la visita a Yugoslavia y Holanda cayó 4-1 ante Suiza pero mantuvo la categoría frente a Uruguay y se sostuvo en el Grupo Mundial durante 14 años en fila -perdió la reclasificación ante República Checa en 2006-.

La caída en Aarhus, provocada por el manipulado sorteo y por el catastrófico paso por Hawaii, marcó el inicio de un viaje interminable por el ostracismo: nada menos que nueve años consecutivos en la zona continental. En ese lapso hubo tres oportunidades desaprovechadas para ascender: 1-4 ante Hungría en Budapest (1993), 2-3 contra México en el DF (1996) y 2-3 ante Eslovaquia en el Buenos Aires Lawn Tennis (1998). En el medio Argentina deambuló sin oportunidades de subir y hasta debió jugar para no bajar a la Zona Americana II, la tercera categoría, en 1997. Aquella vez perdió en la primera ronda ante Chile y, pese a que los dirigentes pensaron que no había que jugar hasta el año siguiente, el equipo albiceleste caminó por la cornisa: perdió la primera reclasificación ante Ecuador en el BALTC y tuvo que medirse con Venezuela, también en el Buenos Aires, para no hundirse todavía más. Hernán Gumy, Lucas Arnold, Luis Lobo y Pablo Albano salvaron el prestigio.

El suplicio, el sufrimiento, casi un vía crucis innecesario para una potencia como Argentina, se terminó el 23 de septiembre de 2001: aquel día finalizaba la serie de reclasificación del Grupo Mundial con un 5-0 ante República de Belarús en el Córdoba Lawn Tenis. Los intérpretes del anhelado regreso a la elite fueron Franco Squillari, Luis Lobo, Guillermo Cañas y Gastón Gaudio, dirigidos por el capitán Franco Davin. Más de cuatro mil personas vibraron en el corazón del país con el nacimiento de La Legión y el final de la década infame.

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