Randa Testigo es una muestra comisionada por el Museo de la Historia del Traje a la artista, docente e investigadora tucumana Alejandra Mizrahi quien tuvo a su cargo el desarrollo de la propuesta curatorial. Se exhibió en CABA y, posteriormente, en Tucumán, en el Museo de la Independencia, Casa Histórica para los tucumanos y ‘Casita de Tucumán’ para el resto de los argentinos. Allí estuvo abierta un par de meses, pero recientemente las autoridades de la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación decidieron adelantar la apertura de la muestra que estaba programada para suceder a Randa Testigo. La decisión fue tomada luego de una verdadera ola de agresiones y amenazas dirigidas a Cecilia Guerra, directora del Museo de la Independencia, a la curadora y a la reconocida artista tucumana, Carlota Beltrame que participaba de la muestra con una obra patrocinada por los organizadores. Una decisión desafortunada que funcionará como incentivo para aprietes futuros y como estímulo a la autocensura.

No es la primera vez que grupos ultra conservadores de la provincia reaccionan con tanta virulencia frente a una intervención artística en el espacio público. En esta oportunidad la furia estuvo dirigida a la obra de Beltrame llamada Revés de la trama. En muchos casos los agresores reivindican solapada o abiertamente la última dictadura cívico militar y en particular el Operativo Independencia –experiencia piloto del dispositivo represivo de secuestro, tortura y desaparición–, comandado antes del golpe del 1976 por Acdel Vilas y luego por Domingo Bussi.

Una consecuencia de los repudiables ataques a artistas y funcionarios fue, paradójicamente, invisibilizar la muestra instalando la discusión sobre la intolerancia y, en particular, sobre la contraofensiva neoprocesista local que, es importante decirlo, no deja de estar en consonancia con las nuevas ultraderechas que emergieron en las recientes elecciones nacionales.

Me parece importante volver sobre algunos aspectos de la muestra curada por Mizrahi y no quedar atrapados en la maniobra de captura discursiva de los agresores. Hay tres dimensiones en Randa Testigo que merecen ser destacadas. Una concierne a la operación curatorial, otra a la operación museográfica y la tercera, a la operación artística, la de Beltrame.

La primera operación, la curatorial, consiste en la creación de un espacio de intercambio e interferencias entre tres bienes culturales con lógicas diferentes: artesanía, diseño y arte. En Randa Testigo se exhiben trabajos recientes de las randeras (recogidas en MUMORA, Museo Móvil de la Randa), diferentes piezas históricas, algunas colaboraciones entre randeras y diseñadores de indumentaria y entre randeras y una artista contemporánea. Quisiera insistir en que aquí se podría ver algo más que una colaboración formal. También hay un trabajo de desterritorialización de las lógicas culturales que subyacen en esos bienes.

Nos hagamos algunas preguntas. ¿Qué ocurre con el arte contemporáneo cuando obra y forma de vida dejan de ser separables? ¿Qué ocurre con la artesanía cuando emergen de ella afectos y percepciones que desbordan las formas de mirarlas? ¿Qué sucede con el diseño cuando es 'relocalizado' por una forma de producción, la randa, que mantiene una alianza innegociable con la forma de vida de la que procede? Cuando aceptamos ver artesanías, diseño y arte bajo la luz arrojada por estas migraciones disciplinares, encontramos nuevas posibilidades que escapan del cercado institucional que habitualmente opera en nuestras miradas. La apuesta de Mizrahi pasa por articular un espacio para estos desvíos.

La randa es un tejido artesanal con las características de un encaje. Si bien tiene un extenso estirpe –llega a las colonias con las damas españolas–, actualmente es realizado por muy pocas mujeres de una comunidad rural del sur tucumano. El paraje se llama El Cercado. Este nombre parece condensar buena parte de la historia y de los antagonismos nacionales, pero hace referencia a los cuatro ríos que delimitan la comuna. Allí viven, mayormente, familias de trabajadores rurales.

La curadora proponía pensar la randa en virtud de tres ejes conceptuales, Hábitat, Materialidades y Corporalidades y según tres relaciones, Artesanía, Diseño y Arte. Habitar, construir relaciones materiales con el entorno, explorar lo que pueden los cuerpos. Atravesar cercados para constituir otras sensibilidades. En este sentido, son elocuentes los tres vídeos realizados por Mizrahi junto con la joven realizadora tucumana Alina Bardavid (se pueden visitar en la web, https://eltrajevirtual.cultura.gob.ar/?page_id=995).

Situado el contexto curatorial, quisiera ubicar ahora lo que podríamos identificar como la operación museística. Ésta, concierne al equipo que conduce Guerra. La exhibición de Randa Testigo en la provincia responde a la voluntad de relacionar el Museo de la Independencia con el arte contemporáneo. Queda revelada la potencia de esta operación. La historia es un work in progress. Lo es en todos partes, sin dudas. Y Tucumán no sólo no es la excepción, sino que también fue, y aún es, una suerte de condensador de los antagonismos nacionales. Una superficie de proyección del inconsciente político argentino tanto como un nudo neurálgico de las luchas populares libradas a lo largo de su historia. La disputa por sus sentidos alcanza intensidades dramáticas. Muchas veces, sangrientas.

Pero el arte, justamente, interrumpe la Historia. Y las interrupciones permiten pensar. Abrir el Museo de la Independencia a las intervenciones artísticas supone instalar un cerebro colectivo en el cuerpo de la memoria tanto nacional como regional. En última instancia, lo que no se tolera de Randa Testigo es esa potencia capaz de generar sensibilidades sismográficas respecto del presente de nuestro pasado.

Dicho esto, desplacemos la atención a la obra de Beltrame. Para esta muestra, Revés de la trama fue realizada por encargo. La artista propuso recuperar un hecho casi olvidado de la historia política argentina que, justamente, tuvo a la Casa Histórica como escena. Se trata de la acción de un comando de Montonero que en 1971 tomó el museo el tiempo necesario para pintar en las paredes de la Sala de la Jura una serie de consignas. Beltrame 'traduce' a randa una de las fotos que documenta esa acción de tal manera que su sombra proyectada en la pared reproduce la imagen fotográfica que en el textil propiamente dicho apenas se vislumbra. Se pliegan en la operación diferentes técnicas tanto de registro y como de la memoria. Formas de hacer memoria, de producirla, reproducirla y recrearla. Ciertamente, como el hilo de la randa es blanco, en una primera mirada no se distinguen las figuras. Solamente se revela la imagen cuando se advierte la sombra arrojada por el tejido.

Revés de la trama funcionó, finalmente, como la sábana blanca que dejó ver uno de los fantasmas de la Casa. Pero adelantarse a identificarlo con Montoneros sería imprudente e inexacto. Aquí la montonera que ronda en la Casa Histórica viene de más lejos y, para ser sintético, es la historia de todas las luchas populares derrotadas. Eso que Walter Benjamin –que Beltrame suele citar por su invitación a ‘cepillar la historia a contrapelo’–, llamaba 'la tradición de los oprimidos'.

El contrapelo de la historia es aquello que en el presente nos demanda recuperar la herencia de posibilidades acumuladas en todas las luchas que nos anteceden. A su manera, en el complejo contexto de esta muestra, la randa lo testifica.

Revés de la trama es un site specific. Fue realizada para reemplazar otra obra de Beltrame que actualmente es propiedad de la Secretaría de Patrimonio. En el guión curatorial original era la pieza que se iba a exhibir. No obstante, la cuarentena impidió su traslado al Museo de la Historia del Traje. La obra en cuestión se llama La Utopía (2014 - 2018) y está integrada por 29 piezas en randa que hacen referencia a la iconografía política de la insurgencia argentina. Como su traslado a Tucumán era demasiado costoso se decidió financiar una nueva obra. Así aparece Revés de la trama. Una fábula involuntaria casi perfecta.

* Ensayista y docente de la Universidad Nacional de Tucumán