Navegar por arriba de los árboles, cruzar en altura espejos de agua, apreciar la belleza de sierras y montañas, son sensaciones indescriptibles. Animarse suele ser lo mas difícil. Después la aventura se desarrolla con vida propia. Nos referimos a disfrutar de un viaje en tirolesa. Llamada también tirolina, dosel, canopy, es basicamente una polea suspendida por cables montados con un declive o inclinación. Por acción de la gravedad, la persona se desliza por un cable mientras se sostiene de la polea. Indefectiblemente, se llega al destino, a una altura inferior al del lugar de partida.

Las tirolesas existen desde hace cientos de años utilizadas en las zonas montañosas del Himalaya y Los Alpes. En la actualidad se utilizan en prácticas militares y tambien como atracción turística.

Donald Perry, estudiante de posgrado de la Universidad de California en la decada del ´70, investigaba en la selva tropical de Costa Rica. Su objetivo era un doctorado en biologia. La tarea en la jungla no era sencilla. En una soleada mañana, Donald logró llevar a cabo una idea que rondaba en su cabeza hacia días. Diseñar una tirolesa, que le permitiera volar por la jungla. Los lugareños comenzaron a llamarlo “el hombre mono”.

En la provincia de Buenos Aires se puede disfrutar de un descenso de tirolesas desperdigadas tanto en el conurbano como en el interior. Tigre, Berazategui, Tandil y el Partido de La Costa permiten la aventura.

Es muy recomendable la tirolesa de Necochea, “Lago de los Cisnes”. Como toda tirolesa hay que subir por una escalera al punto más alto, el punto de lanzamiento, y desde alli se inicia el viaje.

Por supuesto, para disfrutar del vuelo otra vez hay que regresar subiendo al punto de lanzamiento.

La industria nacional imita a la tirolesa. Pero sin placer. Para el presidente Javier Milei y su equipo de gobierno la situacion de la industria nacional es el reflejo del intento “absurdo”, según ellos, de negar las “ventajas naturales” que tiene nuestro país en la produccion de materias primas, que fue desvirtuada cuando se desarrollo el proceso industrial. Los lectores de esta columna ya saben que la visión de Milei sobre la historia económica mundial es por lo menos limitada. Los países centrales, como por ejemplo Estados Unidos, utilizaron recetas de carácter proteccionista para poner a resguardo su naciente industria a fin de protegerla de las manufacturas inglesas, que hacia finales del siglo XIX eran las mas competitivas a nivel mundial.

Fue Alexander Hamilton, en 1789, primer secretario del Tesoro de EEUU en el primer gobierno de George Washington, quien en su Informe sobre las Manufacturas de 1791 argumentó que la Independencia de EEUU necesitaba una política que fomentara el crecimiento de la industria manufacturera.

Francisco Suárez-Dávila en “Alexander Hamilton: creador del Estado Desarrollador” (2019), plantea que los pilares básicos de la estrategia de Hamilton eran: gestar una política industrial que protegiera las manufacturas nacientes contra las importaciones inglesas; crear una politica industrial para apoyar manufacturas, mas allá de aranceles, incluyendo incentivos y políticas de estímulo.

Para Hamilton, como para quienes continuaron su legado, EEUU debia salirse del corset  de David Ricardo, que recomendaba que cada nación se especialice en aquella actividad económica en la que es relativamente mas eficiente. Si EEUU hubiese seguido los consejos de Milei sería un país pobre, restringido a la producción de materias primas, vinculado como país satélite a Inglaterra.

El imperio inglés, con Enrique VII, advirtió que los Paises Bajos tenian una prosperidad notable, que les impedia competir con ellos en la industria textil. Por ello aumentaron impuestos y prohibieron temporalmente la exportación de la lana virgen, advirtiendo que la brecha tecnológica con los Países Bajos le resultaba inalcanzable. Luego de años de medidas proteccionistas, en conjunto con otras políticas lograron imponerse sobre sus adversarios. Tomaron el trono de país hegemónico en el llamado Sistema-Mundo (concepto construido por Immanuel Wallerstein) en reemplazo de los Países Bajos. Luego este “sitial” lo perderian al finalizar la Segunda Guerra Mundial a manos de EEUU.

Volvamos a la Argentina, aunque siempre recordando que la historia es el único laboratorio que tiene la politica, y muy en particular la economía politica.

Según el último Informe de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, Argentina en 2024 enfrentó la mayor caída industrial del mundo con un descenso del 9,4 por ciento. Analizado por “Mision Productiva”, el núcleo es la caída en la demanda interna, pérdida del poder adquisitivo del salario y lo que consideran “un desarme significativo de politicas industriales”. ¿Políticas Industriales? ¿Qué es eso?.

Milei contesta esos interrogantes. En su discurso ante la UIA en el acto por el Día de la Industria en septiembre del 2024 dijo: ”La mejor politica industrial es tener una buena politica fiscal y monetaria… La reducción de una politica industrial al plano fiscal va a contramano del vigoroso apoyo estatal, que se observa a nivel mundial”.

A título de ejemplo, tanto en varios países europeos centrales como periféricos el gasto en política industrial como porcentaje del PIB ha pasado del 0,39 al 0,70 por ciento. Por lo contrario, en la Argentina se desmantelan politicas industriales y la apreciación del tipo de cambio dificulta exportaciones tanto como facilita importaciones.

La derogación vía DNU 40/2023 de los programas “Compre Argentino” y “Programa de Desarrollo de Proveedores” están en linea con una política aperturista que fue acordada con el FMI.

El propio consultor Orlando Ferreres, de inocultable simpatía por las políticas aperturistas debe reconocer que “hacia adelante seguimos esperando que la industria expanda su nivel, aunque los riesgos se han incrementado: la recuperación salarial se detuvo en los últimos meses, afectando la recuperación de la demanda que anticipamos, a su vez las últimas bajas arancelarias a las importaciones junto con el contexto cambiario podrian perjudicar a sectores puntuales”.

Aun con la sutileza de “puntuales”, está claro que asistimos a una nueva etapa de la llamada “desindustrializacion compulsiva”.

El panorama en términos de destrucción del entramado pyme es desolador, desaparición de más de 12.000 empresas, con el consiguiente desastre en términos de destrucción de capital y empleo.

La sobrevivencia del entramado industrial argentino está en serio riesgo. A esto le sumamos que las industrias pagan un costo de gas muy por encima del precio internacional. Al respecto, el document “Vaca Muerta debe servir primero aquí”, del Instituto de Energia Scalabrini Ortiz, ilumina sobre el tema. El costo total del gas,  incluyendo gastos indirectos y administrativos, es de 54 dólares/Mm3. Sin embargo el precio de venta mayorista es de 129 dólares/Mm3. El Instituto afirma que “ello implica un beneficio bruto sobre los costos del 133 por ciento. Calculan un sobreprecio de alrededor de 1679 millones de dólares, lo que nos lleva a la conclusión que podría tenerse un precio entre 20 y 30 por ciento más barato, lo que contribuiría a una mejora sustancial en la competitividad de la industria local”.

Asistimos al intento ¿final? de destrucción de la industria nacional. Es una vuelta sin retorno a finales del siglo XIX: economia primarizada, sin derechos laborales y con salarios de subsistencia. Milei quiere complementar la motosierra con la tirolesa. Doble peligro.