Siete de los nueve frentes que disputarán el 14 de noviembre las tres senadurías nacionales por Santa Fe pusieron ayer a sus candidatos en un debate organizado por la Universidad Nacional de Rosario. De los siete, uno lo hizo con el segundo, porque la ganadora de la interna de Juntos por el Cambio, Carolina Losada, declinó de participar de la compulsa y en su lugar apareció el número dos, el intendente radical de Avellaneda, Dionisio Scarpín. También rehusaron debatir Betina Florito (Unite) y JUan Argañaraz (Podemos). Y a lo largo de poco más de dos horas, por streaming desde el ECU, los siete contendientes expusieron ideas y cruzaron chicanas. El sustituto de Losada fue blanco de la mayor cantidad de estocadas, no solo por el arrugue de su compañera sino por los malabares que hizo para omitir su opinión sobre la cajoneada ley de humedales, por su apoyo al default de Vicentin y otras definiciones por el estilo.

Pero también fue el oficialista Marcelo Lewandowski destinatario de codazos argumentativos, y más de uno le auguró un rol de "levantamanos" en la Cámara Alta si accede a ella. La socialista Clara García intentó meter una cuña entre los dos frentes mayoritarios golpeando a uno y otro lado de la grieta. Patricia Frausin (Somos Futuro) dejó en evidencia su impericia en duelos de verba política. Todo lo contrario de Jorge Boasso (Primero Santa Fe), que hizo gala de su histrionismo discursivo conocido en el Concejo, aunque pifió con misoginia de entrada cuando chanceó con querer "conocer los tacos aguja de Losada, parecidos a los de Sex and the city". Por izquierda, Irene Gamboa (Frente de Izquierda y de los Trabajadores) y Mercedes Meier (Soberanía Popular), se lucieron serenas pero firmes con posiciones críticas hacia el resto, sobre todo hacia Scarpín y Lewandowski (lo obligaron a declararse a favor de la ley de humedales).

El debate transitó sobre cuatro ejes temáticos: seguridad, ambiente y desarrollo sostenible, federalismo y educación. Cada candidato se explayó primero, luego tuvieron una réplica y un cierre en cada tema. 

Boasso declamó querer ser senador porque "me cansé de los chantas: basta de planes, de ladrones, de inseguridad, de cepos, de quitar libertads, basta de privilegios políticos y de corrupción política –denuncié a cinco senadores, cuatro son de mi partido–, basta de porteños y porteñas, basta de tibios, de levantamanos, basta de Cristina", repasó en tácitas alusiones a sus competidores.

Scarpín abundó en temas económicos desde el cristal del neoconservadurismo del macrismo. "El 12 de setiembre los argentinos apostaron por su propio país, quieren otra Argentina, del trabajo, del emprendedor, de la pyme y el campo. No quieren este gobierno que nos miente y avasalla las instituciones", dijo.

Lewandowski enfocó su eje en legislar "para generar oportunidades, con educación, reapertura de industrias al revés de cuando cerraban hace un par de años". Y apeló a su condición de vecino cercano, por diferencia con la aporteñada candidata macrista. "Me conocés hace mucho, me viste en una cancha, en un bar, en un barrio, soy el de siempre y me seguirás viendo porque nací y vivo acá, mis hijos viven donde están las balaceras, no toco y me voy". 

Irene Gamboa se identificó como parte de la buena elección que la izquierda hizo en las PASO. "Sacamos 1 millón de votos y somos tercera fuerza nacional, hoy dicen que nuestros votos irán a los partidos mayoritarios y es lo que quieren ocultar, que la bronca crece. Somos el único frente independiente del ajuste. Nos convertimos en la marea histórica que conquistó el derecho al aborto, soy la historia de mi viejo perseguido y detenido por la dictadura. Resistimos al macrismo, y enfrentamos el ajuste de todos los gobiernos, incluso el actual", definió.

Frausin se presentó como ajena a la política. "Lo mío es la política educativa", dijo, y luego celebró haberse integrado a un grupo "no político, porque las cosas pueden hacerse mejor: acá pensé en encontrarme con propuestas y no con peleas de uno contra otros", lamentó.

Clara García no dejó de marcar el faltazo de Losada al debate. "Si no se animó acá, qué hará en el Senado, donde necesitamos voces valientes", la chuceó. Inevitable la referencia a Lifschitz: "Transformo la bronca de la pandemia en esperanza, por el legado que represento y por el futuro esperanzado decido dar esta lucha por un país nuevo".

Meier planteó que "cada idea que se expresa en política expresa un lugar de clase". Entonces, miró a sus contertulios pero en especial a Scarpín y siguió: "Acá están quienes representan a los poderosos que quieren el país entregado y unitario, pero también estamos quienes representamos a las mayorías populares y queremos llegar al Congreso. Somos el voto útil".