Cada vez más legisladores demócratas, golpeados por la decisión del senador Joe Manchin de rechazar un elemento importante del plan climático del presidente Joe Biden como el programa de energía limpia, están pensando en un plan B: un impuesto sobre la emisión de dióxido de carbono. Con un impuesto de ese tipo, las industrias contaminantes pagarían una tarifa por cada tonelada de dióxido de carbono que emiten.

En los últimos días, mientras los funcionarios de la Casa Blanca buscaban llegar a un acuerdo, Manchin les dijo que no apoyaría ninguna legislación que incluyera un programa de energía limpia. Manchin, cuyo estado (Virginia Occidental) es un importante productor de carbón, aseguró que el abandono de los combustibles fósiles "dañará la independencia energética del país y empeorará el cambio climático", de acuerdo al New York Times. Su figura de demócrata "rebelde" es un dolor de cabeza para una Cámara Alta que reparte 50 senadores entre repúblicanos y demócratas.

Un programa de energía limpia recompensaría a las empresas de servicios públicos que pasen de quemar petróleo, gas y carbón a utilizar energía eólica, solar y nuclear, y penalizaría a las que no lo hagan. Está diseñado para obtener el 80 por ciento de la electricidad del país de fuentes limpias hacia 2030, frente al 40 por ciento actual.

Una vez que la oposición de Manchin al proyecto se hizo pública el viernes, varios compañeros demócratas expresaron su indignación. "Tenemos la obligación moral y el mandato de gobierno de aprobar políticas que aborden el cambio climático", advirtió el Caucus Progresista del Congreso. Y la legisladora Alexandria Ocasio-Cortez aseguró en su cuenta de Twitter: "Este problema es más grande que la ideología. Es un imperativo moral para la humanidad y el futuro de nuestro planeta reducir y eventualmente eliminar las emisiones. Hay muchas formas de hacerlo, pero no podemos darnos el lujo de rendirnos".

Ante el malestar frente a la casi segura eliminación del programa de energía limpia de la agenda de Biden, que ocurre mientras los científicos aseguran que este tipo de políticas son necesarias para evitar los impactos más devastadores del cambio climático, los demócratas salieron a proponer un impuesto al carbono. "He tenido un proyecto de ley de precios del carbono en mi escritorio durante los últimos tres años esperando el momento", dijo el senador y presidente del Comité de Finanzas del Senado, Ron Wyden, quien se mostró "sorprendido" por la cantidad de colegas que acudieron a consultarlo recientemente sobre este tema.

Pero un impuesto al carbono también puede constituir un problema para el gobierno de Biden. Las industrias podrían traspasar sus costos más altos, dejando al presidente y sus aliados demócratas vulnerables a los señalamientos de que suben los impuestos a la clase media en un momento en que la inflación y los precios de la energía están aumentando. 

Los ambientalistas, en tanto, sostienen que un impuesto al carbono permite que las empresas sigan contaminando, aunque a un costo más alto, lo que daña de manera desproporcionada a las comunidades de menores ingresos. Hasta el momento no se sabe si Manchin, cuyo voto es crucial para la agenda legislativa de Biden, apoyaría un eventual impuesto al carbono.