“Desde que tengo recuerdos siempre estuve muy en contacto con lo performático, tanto acompañando a mis papás en sus casas como observando y recorriendo esos espacios, siendo parte como una esponja que absorbía la información”, dice Tomás Wicz sentado en un bar al aire libre de Colegiales. Es un mediodía primaveral en el que la gente pasa caminando sin barbijo y estornudando con frecuencia; el polen es inclemente.

Tomás, nacido como Tomás Mordkowicz hace 24 años, es el hijo del guionista Jorge Maestro (autor de Zona de Riesgo, Montaña Rusa y Amigovios, entre otras decenas de programas célebres de la televisión argentina) y la actriz Alejandra Rubio, del palo del teatro. Esa infancia entre bambalinas y estudios de grabación tal vez sea lo que lo llevó a decidir que su vida profesional también fuera por el lado de la actuación. Su primer proyecto profesional fue un cortometraje independiente que rodó cuando tenía 14 años y a eso le siguió su primer hit en el mainstream: la adaptación teatral de La Novicia Rebelde en la que fue uno de los hermanos Von Trapp junto a Ángela Torres.

Andy, un personaje central en una serie mainstream, es no binarie. Ángela es hoy su mejor amiga y su compañera de elenco en Días de Gallosla primera serie original de HBO Max en Argentina. Ahí hace de Andy, un fotógrafo metido en la movida del freestyle que está en medio de un triángulo amoroso entre su amiga Rafaela (Ángela Torres) y León, un rapero en ascenso (Ignacio “Ecko” Spallatti), quien le despierta varios ratones a Andy.

El personaje de Andy es no binario: se maquilla, habla en lenguaje inclusivo y lidia con los prejuicios del afuera. Y haber interpretado a ese personaje es parte de lo que llevó a que Tomás se replantee su propia identidad de género, como explica en esta charla con SOY.

Criado en escuelas públicas porteñas y entre bambalinas, el primer amor artístico de Tomás fue el universo Disney. Se miraba gran parte de la programación de Disney Channel, a los seis años se compró el disco de Hillary Duff y hoy dice medio en broma medio, medio en serio, que Disney es su ansiolítico. Después de todo, la verdadera patria es la infancia. Hoy, al tiempo que se puede ver su rostro en carteles que promocionan su serie por toda Buenos Aires, se sube a los escenarios para interpretar al hijo de Julieta Díaz en la adaptación de la novela Precoz, de Ariana Harwicz, y tiene un dúo musical, Plastilina, junto a Paloma Sirvén, con quien recorren las fiestas y los escenarios indie de la escena nocturna actual.

Tomás se luce en Plastilina, la banda que formó con Palu Sirvén en 2019. Ambxs grababan temas desde sus casas en pandemia. 

Muchas veces se habla de los centennials como si todes fueran iguales y tuvieran los mismos intereses. ¿Cuáles creés que son las claves generacionales que compartís con tus amigues?

--Creo que lo que nos conecta es un ideal de apertura, de libertad, de cuestionarnos, como un ejercicio constante de estar cuestionándose e identificando patrones o cosas heredadas que tenemos ganas de romper porque nos empezamos a dar cuenta que hacen daño.

¿Por ejemplo?

--Y, por ejemplo, toda esta forma medio heteronormada de vincularse: la monogámica. Es como que está la idea y el deseo de que construir algo distinto es un lugar más sano y después está lo que te pasa, ¿no? Y ahí nos entendemos mucho porque entre nosotres nos permitimos ser y asumir dónde tenemos nuestras limitaciones también.

Es que tampoco están solos; después salen afuera y se encuentran con una selva.

--Absolutamente. Vos estás en tu casa y podés estar en tu mundo y poner tus reglas, imaginando tu escenario ideal, y después salís y te encontrás con una selva con muuuchas cosas.

¿Cómo navegás por esa selva?

--Y… te ponés a pensar y te das cuenta de que inclusive pensando que vivís de una forma abierta y que se corre de lo heteronormativo, mirás un toque para afuera y te das cuenta de que estás en una burbuja. Me siento en una burbuja de persona de clase media, blanca, progre, de Capital Federal. Es algo que me di cuenta con el activismo de personas que se corren de esos lugares como tal vez más de privilegio que ocupo yo.

En Precoz, Tomás (junto a la actriz Julieta Díaz) se luce como el hijo de una madre bastante intensa que tiene que sobrevivir a varias catástrofes personales. 

Precoz y Plastilina, proyectos sensibles

Plastilina, tu dupla con Paloma Sirvén, nació durante la pandemia. ¿Cómo fue el proceso creativo?

--El proyecto con Palu lo veníamos gestando y explorando bastante tiempo antes del primer lanzamiento. Sentíamos que teníamos ganas de poder arrancar un proceso creativo personal que tuviera que ver con la música y nos llevó tiempo entender por dónde ir, ir componiendo e ir plasmando nuestras ideas. Nuestro primer lanzamiento, en diciembre de 2019, fue bastante después de empezar a trabajar en nuestro deseo de hacer música. Pero bueno, pasaron tres meses y nos agarró la pandemia... justo cuando había salido todo a la luz se vino todo ese momento. Con Plastilina le encontramos algo muy positivo a esos tiempos: me acuerdo de que el primer día le mandé un mensaje a Palu, en chiste, que decía: “Che, hagamos un EP a distancia”. Empezamos a componer por Whatsapp, yo me bajé un programa para producir en la compu y empecé a explorarlo y aprendí a usarlo mientras componíamos las canciones. Hasta que de pronto nos encontramos dedicando todo nuestro tiempo de ese momento de incertidumbre, pandémico y en cuarentena, a componer y plasmar nuestras sensaciones y frustraciones de ese momento en canciones. Todo el proceso creativo de ese EP de cuatro canciones que se llama El Hechizo fue 100 por ciento compuesto, producido y grabado a distancia. De hecho, con Palu no nos vimos las caras hasta dos meses de haberlo lanzado. Sacar este EP nos abrió las puertas del circuito indie local; las canciones empezaron a entrar en playlists y moverse un montón. Yo creo que en ese momento estaba todo el mundo en su casa y con la necesidad de encontrar contención en algún lado y el disco habla mucho de ese momento de incertidumbre, así que sirvió como compañía para muchas personas.

Estás todas las semanas en una obra de alta exposición como Precoz. ¿De qué se trata esa puesta que explora los límites del amor malsano?

--La obra se centra en un vínculo madre-hijo muy intenso, donde la madre expone y relata con mucho detalle y por momentos de manera poética y por otros de manera cruda y literal, el momento que está atravesando. El hijo cumple un rol como más de observador de todo ese despliegue emocional que la madre va manifestando. Es una obra fuerte porque tiene como protagonista al vínculo endogámico de madre e hijo de dos personajes que están muy solos y sólo se tienen el uno al otro, en un mundo que está constantemente señalándolos por su manera de vivir. En esa soledad y en ese desamparo solamente se tienen a ellos mismos.

Es un laburo en el que se entregan mucho con Julieta, en el que están muy comprometidos a nivel corporal y sensorial.

--Sí, hay toda una búsqueda en lo que es la puesta, la escenografía, en cómo está planteada la obra. El escenario está bastante vacío: es un sillón, unas paredes, una iluminación sutil y los dos cuerpos en escena con ese texto. Hay algo de los cuerpos en constante movimiento y construyendo todos los escenarios que los personajes van atravesando con mucha cercanía e intimidad. Con Julieta nos llevó mucho trabajo y mucha entrega.

Días de gallos y la exposición de una serie para el gran público

¿Qué sentís con la serie en la calle y tu cara empapelando la ciudad?

--Mirá, la ciudad estuvo empapelada dos semanas y fue raro. Era como que una parte de mí nunca entendió que era yo el de las fotos. Uno cuando piensa en que algo así le suceda cree que entiende cuál va a ser la sensación que tenga en ese momento y después cuando lo estás viviendo es distinto, ¿viste? Es una sensación medio indefinida, porque por momentos era de emoción y de orgullo y por el otro lado era también de miedo y sentirse re expuesto. Creo que era como una combinación de ambas cosas y también era entender que todo el trabajo que habíamos hecho estaba sucediendo y se estaba por exhibir, con el miedo y la manija que genera.

¿Y aparecieron muertos en el placard, de esas personas que vuelven a saludar cuando el otro está en un momento de mayor visibilidad?

--(risas) No, ¿sabés que no me pasó eso por suerte?

¿Es un personaje querido para vos el de Andy?

--Sí, totalmente. Lo amo por el hecho de que sea un personaje no binario y que traiga la temática queer a una serie que no habla a priori de eso. Cuando recibí la propuesta, me hizo querer al personaje y al proyecto de entrada. Me pareció una jugada muy novedosa y a la vez muy necesaria. Lo que significa para mí estar haciendo a este personaje en una serie de esta magnitud me hace adorarlo. Y más allá de la temática que trae a la historia, siento que Andy es un personaje muy adorable. Es alguien súper sensible, súper intenso y que me permitió a mí como actor jugar con un montón de matices y divertirme mucho al momento de interpretarlo.

No nos cuentes por favor si al final de la serie hay un beso entre tu personaje y del de Ecko…

(risas) No digo nada, no digo nada.

¿Y cómo es tu relación con las apps de levante?

--Mi relación con las apps de citas es medio histérica, o sea por momentos siento como muy firmemente que no me gustan y me parecen una mierda recontra vacías, como una salida a la necesidad de sentirse validado, y a veces es como divertido. En el último tiempo dejé de usarlas y estoy tratando de que me pasen cosas en el plano de lo real y de los encuentros reales. Con lo vincular tengo como todo un issue, no es algo que me sea fácil.

Para nadie es fácil...

--Para nadie es fácil pero para mí es como que, no sé, lo estoy tratando de desentrañar. No sé muy bien qué es, creo que si supiese sabría cómo solucionarlo y no estoy pudiendo (risas).

¿Cuáles son los síntomas?

--Todavía estoy medio cerrado, tal vez, como inconscientemente, ¿no? Yo siento que estoy como re abierto y re disponible y receptivo pero en realidad… Es como que el movimiento de afuera refleja el proceso interno de cada uno y cuando ves que afuera no está pasando nada, no aparece nadie y no estás conectando con nadie, empezás a entender que a lo mejor tiene que ver con algo interno, con que estás vos cerrado. Y estoy tratando de abrirme más...Es como que también tengo una re exigencia o todo un preconcepto o cómo deberían ser las personas con las que me vinculo.

Andy, su personaje en Días de gallos, es no binarie


Disney tiene la culpa

Eso es culpa de Disney…

--Claro, total, tanto Disney me hizo pija (risas). Es como absorber un montón de cosas que te terminan moldeando como persona y desde ese lugar construís cosas increíbles, como también un montón de fantasmas y de cosas tremendas que te terminan limitando y siendo como una cárcel. O sea, no le quiero echar a Disney la culpa de todas mis miserias pero… Hablando en serio, me genera ese placer porque me vuelve la sensación de que el mundo es un lugar ideal, vuelvo a conectar con esa sensación idealizada que teníamos de todo. Que es, al mismo tiempo, con lo que siento que tengo que luchar a medida que voy creciendo y que voy tratando de no idealizar nada, empezando por mi mismo.

Te puso un estándar muy alto.

--No es que sea un estándar muy alto porque las personas de las que me enamoro tampoco es que son guau... O sea, les preguntás a mis amigos y te van a decir: “Es un boludo el chabón”. Hay algo que estoy tratando de romper y es esta cosa de que te enamore la imposibilidad y de que si la imposibilidad no existe el enamoramiento tampoco.

¿Con qué tiene que ver esa imposibilidad que te enamora?

--Con lo indescifrable del otro, no entender hacia dónde va, qué le pasa. El misterio es lo que más me lleva a prestarle atención a otra persona. El misterio tiene que ver más que nada con qué es lo que le pasa conmigo.

El deseo, digamos: si te responde al toque te aburre y si es más evasivo te resulta más interesante.

--Lo que es una mierda, no tiene ningún sentido. Es totalmente autodestructivo pero es real. creo que nos pasa a muchas personas. Y los encuentros que son más casuales también terminan teniendo un color muy superficial y no te permitís tampoco ver que hay una persona ahí y estar abierto a lo que esa persona tenga para darte, aunque sea en ese momento.

Grindr es un poco eso.

--Me parece un horror. Como que ese tipo de aplicaciones te propone las reglas desde un principio y después está lo que cada uno necesita o quiere experimentar. Hablo del momento en el que estoy yo ahora; no podría decirte como que está mal o está bien... Una app que está buena es OkCupid, que tiene una mirada como un poco más progre, dentro de todo.

Y demasiadas preguntas que nadie lee...

--No sé, yo las leo cuando me la bajo (risas). Por lo menos es una app que te permite saber cuál es tu identidad de género saliendo del binarismo, habla de todo el espectro con más diversidad.

En tu caso, ¿se puede decir que tuviste dos salidas del closet, una más tradicional, binaria, de decir que sos gay, y otra de decir que sos no binario?

--No tuve una salida del closet tan tradicional, digamos. Creo que fue bastante natural la manera en la que charlé eso con mis padres, que por lo general es la parte más difícil. Es como que tanto ellos como el resto de mi familia y mis amigos ya sabían; no es que yo estaba sintiendo que estaba siendo otra persona y pasé a ser otra sino como que siempre fui la misma persona y nombré quién era. También tengo la suerte de tener todo un contexto, la burbuja de la que te hablaba, que respondió a esto con mucha naturalidad. Y decir que soy una persona no binaria para mí no es hacerlo solamente en términos de cómo me identifico yo en términos de género sino también es tener una perspectiva no binaria de las cosas. Y entender que esto de decir que soy gay también está en duda.

¿Esto cuándo empezó?

--Todo el 2020 fue como una licuadora para mí, hubo todo un movimiento típico de cualquier situación límite. No es que entré en crisis pero estaba empezando a pensar que el mundo no iba a ser más como antes y eso era una oportunidad de que yo no vuelva a ser como antes y me pueda quedar con lo que sienta como más propio y genuino.

Tomás Wicz. Fotos: Sebastián Freire. 

"No quiero definirme"

¿Podemos decir, entonces, que antes de 2020 te definías como una persona gay y ahora como una persona no binaria que está cuestionándose permanentemente?

--Podríamos decir que sí para resumirlo. Es más complejo; siento que siempre estuvo en mí esto de no querer salir en una cárcel para meterme en otra… Y no por eso digo que definirse sea meterse en una cárcel porque es algo 100 por ciento personal. Pero creo que en mí siempre hubo algo medio incómodo con definirme o nombrarme de una manera; esto tiene que ver con mi búsqueda y con mi experiencia. Nombrar las cosas y salir de los closets es demasiado importante en una sociedad que está buscando todo el tiempo de ocultar o invisibilizar a identidades o sexualidades que se corran de lo heteronormativo.

¿Cómo es ahora ser una persona no binaria?

--Ser una persona no binaria es un terreno que estoy entendiendo. Hay formas de ser no binario como personas no binarias hay en el mundo, ¿no?

Precoz, de Ariana Harwicz y con Julieta Díaz y Tomás Wicz, se despide este viernes a las 20.30 y este sábado a las 21 en Dumont 4040.

Días de Gallos está disponible en HBO Max.