El expresidente Mauricio Macri volvió a recurrir a factores exógenos para excusarse o disimular la caída de su popularidad. Esta vez le atribuyó a la policía bonaerense algún tipo de responsabilidad por la escasa participación que tuvo el acto que se le organizó en Dolores antes de su presentación a indagatoria por el espionaje a familiares de marinos del ARA San Juan, donde no obtuvo la expresión de apoyo que se esperaba.

Los manifestantes solamente ocuparon un tercio de la calle sobre la que se montó el palco, y parte de la vereda de la Plaza Castelli y la Municipalidad local.

“Hay gente que lamentablemente está en la ruta porque había más controles policiales que los normales”, dijo para dar a entender que ese era el motivo por el cual había poca gente.

Lo que los organizadores esperaban era otra cosa: una plaza estallada de militantes de Juntos por el Cambio. Durante la semana se habló de 400 micros alquilados para esa convocatoria lanzada por las redes sociales y en términos operativos organizada por Patricia Bullrich y Hernán Lombardi.

Las cosas no salieron como se esparaba y Macri recurrió a la siembra de sospechas en otros. “Siempre hay estas maldades”, dijo para calificar los controles policiales que incomprobablemente habrían retrasado la asistencia de más adherentes en la ruta.

No es la primera vez que el ex mandatario responsabiliza a factores exógenos para justificar su falta de convocatoria. El 1 de marzo de 2016, durante la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso como presidente de la Nación, el líder del PRO culpó a la lluvia por la ausencia de movilizaciones masivas en su apoyo.

Por esos días, su gobierno ya había despedido a 300 mil personas y su imagen se desmoronaba. “Lástima el feo día. Mucha gente habrá querido venir”, dijo en el automóvil presidencial que lo trasladaba, desde Casa de Gobierno hasta el Congreso, por una avenida Rivadavia con pocos vítores, algunas banderas y apenas unas pancartas y gritos.

Durante sus cuatro años de gobierno, Macri tuvo plazas vacías frente al Congreso. Para disimularlo y tener al menos una imagen de liderazgo, llegaba al palacio legislativo, subía las escalinatas, miraba hacia la calle y saludaba a los fotógrafos apostados en una avenida vacía.