PáginaI12 En España

Desde Barcelona 

Dos años pasaron desde aquellas elecciones municipales que cambiaron el monocromático mapa político de España. Ciudades como Madrid, Valencia, La Coruña o Barcelona no sólo dejaron atrás décadas gobernadas por el Partido Popular (PP) sino que abrieron la puerta de sus intendencias a “gente común”, a personas con una larga trayectoria dentro del activismo social pero al margen del del aparato institucional y político. 

Barcelona, constante en ese movimiento democratizador de las estructuras de poder, dio un paso más este mes de mayo y, para cubrir la licencia por maternidad de la alcaldesa Ada Colau tras el nacimiento de su segundo hijo, colocó al mando provisional de su gobierno a Gerardo Pisarello, jurista tucumano que hasta entonces ocupaba el cargo de Primer teniente de alcalde. En su amplio despacho del Ayuntamiento de la capital catalana, Pisarello conversó con PáginaI12, compartiendo su experiencia de estos dos años de gobierno y, cómo no, unos buenos mates.  

–¿Qué significa para usted ser el primer alcalde latinoamericano de Europa? 

–Estoy muy orgulloso, como argentino y como ciudadano de esta ciudad de adopción que ha hecho posible algo como esto. Soy consciente de lo que significa simbólicamente que Barcelona nunca haya tenido una alcaldesa mujer ni un alcalde en funciones latinoamericano, es la prueba de que lo que pasó en 2015- y antes, con el movimiento de los Indignados- fue realmente una primavera democratizadora. 

–Por estos días Argentina tuvo un lugar destacado en la agenda del gobierno municipal, con su participación en la protesta contra la sentencia del 2x1 de la Corte Suprema argentina. 

–Me he manifestado en condición de alcalde y también como hijo de un asesinado y torturado por la dictadura (N.de la R: el militante radical Angel Gerardo Pisarello). Salimos a la calle porque hay crímenes aberrantes, sobre todo aquellos cometidos por el Estado, que constituyen una caída en la condición humana y no pueden quedar impunes. El “Nunca más” pronunciado con tanta determinación por la población argentina es una suerte de segunda oportunidad para la humanidad. Por eso, aprovecho para mandar un abrazo muy grande a toda la gente que lleva tanto tiempo luchando contra la impunidad y, especialmente, para las Madres y Abuelas que levantan sin descanso la bandera de la memoria, la verdad y la justicia. Nunca van a marchar solas, siempre estaremos a su lado. 

–Otro drama humanitario ante el que el gobierno y la ciudadanía de Barcelona se implican profundamente es el de las personas refugiadas. ¿Qué margen de acción les queda tras el repetido rechazo de Mariano Rajoy a activar el proceso de acogida? 

–Queremos que Barcelona sea una ciudad refugio porque creemos que si no lo hacemos nosotros la alternativa será lo que ahora estamos viendo: la degradación moral de Europa y el auge de la extrema derecha. Estamos acogiendo a refugiados y haciendo una inversión muy fuerte en servicios de asesoría jurídica (tenemos el servicio de atención a los solicitantes de asilo y de refugio más fuerte de toda España) pero seguimos presionando al Estado para que esté a la altura de esta tragedia. 

–A punto de cumplir dos años en la alcaldía, llega el momento de balance. ¿Cuáles son los principales retos pendientes? 

–Conseguimos cambiar de manera significativa la agenda política, que se hablara de cosas que antes no se hablaba como las desigualdades, la feminización de la política, el cambio climático o la regulación del turismo. La inversión social ha crecido un 50%, las becas comedor se han triplicado, la inversión en vivienda se ha cuatriplicado y, poco a poco, comenzamos a mostrar que hay otro proyecto de ciudad en marcha. 

–Pero... 

–La emergencia social es preocupante y nuestra obsesión es que la cohesión social por la que Barcelona es famosa no se pierda. Se está incubando en la ciudad una burbuja inmobiliaria alarmante que provoca que mucha gente tenga que irse fuera por el precio desmedido de los alquileres. Frente a eso estamos siendo contundentes: las inversiones productivas que quieran generar retorno social a la ciudad son bienvenidas, las especulativas que tengan como efecto echar a la gente de sus barrios son lisa y llanamente enemigas de la ciudad.  

–¿Cuál va a ser el accionar del Ayuntamiento en relación al referéndum de autodeterminación que el gobierno de Cataluña planifica para este año? 

–La política del PP, centralista y autoritaria, que niega la diversidad nacional existente en el Estado español provoca que, lógicamente, la mayoría de la población de Cataluña pida ser escuchada en un referéndum sobre el tipo de relación que quiere tener con España. Es una exigencia legítima y uno de los principales instrumentos para desbloquear un conflicto que se arrastra desde hace años. 

–Usted siempre fue un férreo defensor del movimiento municipalista como motor de transformación política, económica y social. Ahora que ya lleva dos años trabajando “desde adentro”, ¿sigue creyéndolo? 

–Sí, absolutamente. La necesaria democratización de Europa será municipalista o no será. Gran parte de la crisis que vivimos viene de la imposición de una ideología individualista y de la competencia ilimitada, lo cual debe ser revertido. Tenemos la obligación de mostrar que poniendo la cooperación y las necesidades de las personas en el centro es posible tener formas de organización social y económica no solo más justas sino más eficaces. La ciudad es el espacio de proximidad a la ciudadanía donde la regeneración democrática es posible, ¡y yo me he vuelto más municipalista que nunca! 

–¿Cree que sigue vivo el impulso de cambio promovido por Podemos o es una fuerza que se está diluyendo? 

–Pienso que posiblemente muchos de los cambios que esperábamos no se produjeron tan rápido como parecía pero que, sin duda, si uno mira lo que ha ocurrido en los últimos dos años en toda España, puede verse un auténtico terremoto político. El bipartidismo clásico está herido de muerte, el PP sigue gobernando pero ha perdido millones de votos y tiene ahora por caerle encima una moción de censura que impugnaría su implicación en casos de corrupción gravísimos y su forma autoritaria de gobernar. Al mismo tiempo, el hecho de que haya una gran cantidad de caras nuevas en el Senado, el Congreso y los Ayuntamientos era algo inimaginable hace algunos años.  

–¿España salió de la crisis? 

–No, a pesar de los datos de una cierta reactivación económica, lo cierto es que ha caído el desempleo pero la ocupación existente es precaria y obliga a muchos jóvenes a seguir yéndose del país. El modelo económico en el que vivimos ha fracasado y desgraciadamente las elites que gobiernan no aprenden la lección de que la enorme desigualdad que tenemos se debe a una relación muchas veces obscena entre lo público y lo privado. Ahora la alternativa es un cambio democrático profundo porque, si eso fracasa, corremos el riesgo de que los Le Pen o los Trump de turno ganen todavía más fuerza.