Mauricio Macri volvió a recusar al juez federal Martín Bava, que hace un mes intenta indagarlo por el espionaje a los familiares de los 44 tripulantes del ARA San Juan, el submarino que se hundió en noviembre de 2017. El nuevo pedido para apartar al magistrado, a quien Macri acusa de ser parcial, prejuzgar y de apurarse para indagarlo antes de las elecciones, sucede a dos días de una nueva convocatoria --la cuarta que cursó Bava-- y después de que se frustrara la audiencia de la semana pasada después de que la defensa del expresidente advirtiera que no había sido relevado del deber de guardar secreto en cuestiones sensibles de inteligencia. Bava ya rechazó el pedido del líder del PRO y envió el expediente a la Cámara Federal de Mar del Plata para que ese tribunal defina si debe permanecer al frente de la causa.

La nueva recusación que planteó Pablo Lanusse, abogado defensor de Macri, gira alrededor de lo que sucedió en Dolores el jueves pasado cuando Macri finalmente se presentó ante Bava, después de esquivar la citación en dos oportunidades. La indagatoria no se hizo porque Macri no estaba relevado del deber de guardar secreto, aunque podría haberse hecho. Qué pasó al interior del edificio de la calle Buenos Aires de Dolores es, por el momento, arena de confrontación entre el juez y la defensa del expresidente.

El juez citó a Macri el 1 de octubre. Ese mismo día, Bava le preguntó a la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño, si correspondía levantar el secreto en el caso del expresidente. Cinco días después, Caamaño respondió que ella no era quien debía hacerlo por el rango que ostentó Macri y que, en caso de que mencionara cuestiones relativas a la inteligencia nacional en su declaración, éstas debían reservarse.

Macri recién se presentó en Dolores el jueves 27 de octubre. Cuando el secretario del juzgado leyó el oficio de Caamaño, Lanusse saltó y preguntó si estaba el levantamiento del secreto. Lo que sucedió en los minutos posteriores es básicamente la esencia que discuten Bava y Lanusse. El juez dice que tanto Lanusse como el fiscal Juan Pablo Curi sabían qué había contestado Caamaño desde días antes. En el caso del defensor, él fue al juzgado a ver la documentación el 19 de octubre; en el caso de la fiscalía, el 26 de octubre. En la interpretación del juez, esto quiere decir que podrían haber pedido que se lo relevara antes de la audiencia para evitar que se frustrara.

Por el contrario, el abogado de Macri califica de “bochorno vergonzante” lo que sucedió en el juzgado e insiste en que el juez dijo que se trató de un “error” suyo que no estuviera el permiso para que Macri declarara. Por eso, Lanusse pide que se coteje su escrito con la filmación de la audiencia. Después, el defensor del expresidente marca la rapidez con la que el juez pidió el relevamiento y se alarma porque el gobierno nacional --a través del presidente Alberto Fernández-- respondió a las horas con un decreto para asegurar que Macri pudiera declarar. Para Lanusse, la respuesta del Ejecutivo nacional desnuda “la injerencia externa contra la normal marcha de ese expediente y los intereses políticos que lo enturbian”.

A las horas de la segunda presentación, Bava rechazó in limine la recusación de Macri. El juez sostuvo que no había argumentos "sensatos" para pedir su apartamiento de la causa. Además, explicitó que él creía que no era necesario el relevamiento del secreto para que Macri declarara el jueves pasado en Dolores. Bava remarcó que Macri no es ni fue agente de inteligencia, y que, además, la ley de inteligencia no ampara delitos como los que se investigan en la causa. "Los hechos que se investigan ante estos estrados no versan en lo absoluto sobre situaciones de riesgo para la seguridad interior y/o para la defensa nacional y por ende no revisten el carácter de secreto", resaltó.

A contramano de lo que dice Lanusse, si hay algo que no es normal es la marcha del expediente desde que Macri entró en escena. A diferencia de los otros once imputados que fueron indagados, la única declaración que lleva más de un mes sin sustanciarse es la de Macri, que ahora apuesta a que la Cámara Federal de Mar del Plata corra a Bava de la causa. Un día antes de la audiencia de la semana pasada, los camaristas Alejandro Tazza y Eduardo Jiménez rechazaron una recusación del expresidente contra Bava y lo confirmaron al frente del expediente. Sin embargo, esa resolución también terminó encorsetando al juez que subroga en Dolores al darle una serie de recomendaciones para avanzar con pie de plomo. Los camaristas le remarcaran que debía manejarse con mesura y recato.

La recusación --ya rechazada por Bava-- estaba desde la tarde del lunes en Mar del Plata. Es probable que Tazza y Jiménez la examinen el martes y decidan si piden prueba o si hacen la audiencia que reclama Lanusse. Una de las pruebas que solicitó el abogado de Macri es que se vea la grabación de la audiencia.

Por el momento, Macri sigue citado para el miércoles a las 12. Antes de su audiencia, el juez le tomará una ampliación de la indagatoria al primer director operacional de Contrainteligencia de la AFI macrista, Diego Dalmau Pereyra, que pidió volver a declarar. Si Bava logra indagar a Macri, el juez estaría en condiciones de resolver su situación en diez días.

Para entonces, el expresidente tiene planeado estar en Arabia Saudita. Su abogado pidió autorización para que viaje, por invitación del príncipe saudí, entre el 15 y 25 de noviembre. La abogada querellante Valeria Carreras ya se opuso y denunció que Macri está actuando de mala fe en la causa. El juez aún no se pronunció, pero ya le había dictado la prohibición de salida del país el 1 de octubre, decisión que está actualmente siendo revisada por la Cámara Federal marplatense.