”Al menos para mí la marcha comenzó cuando partí de mi calle de tierra, con mis pancartas pintadas en el piso y ayudada por mis seres amados. Luego cinco de nosotros nos juntamos en Paraná para iniciar la caminata frente al Cabildo. Así lo viví yo… Una pioja de General Rodríguez”dice Karina Urbina a casi 30 años de haber puesto sus pasos junto a los de un grupo de gays y lesbianas para caminar aquella Primera Marcha del Orgullo de la Ciudad de Buenos Aires. La marcha de Karina tiene ribetes particulares. Su memoria de aquel evento histórico nos permite reconstruir facetas nuevas y darle al relato oficial matices y volúmenes. Ella, le ha puesto a ese recorrido un nuevo punto de partida que evidencia su particular condición de clase, sus opresiones específicas y los desafíos de ser la primera activista transexual de Argentina.

Cada quién le ha puesto a la marcha sus propias expectativas, ansiedades y emociones. Para algunes puede ser una jornada más de encuentro con amigues, fasito y celebración. Para otres una intensa jornada de rosca y activismo. Hay quienes se pondrán los brillos a escondidas en la estación del tren, cuando se sientan a salvo de agresiones y estén lejos del barrio. Habrá quienes no vengan, quienes no puedan optar por algo distinto al silencio y se queden en su casa mirando stories de Instagram y deseando poder romper el closet. Esos relatos perdidos, personales y subterráneos también son nuestra historia y permiten recomponer un relato muchas veces simplificado, acotado a las narrativas convenientes para los sectores políticos en disputa dentro del movimiento y resumidos en una confusa lista de consignas.

Revista Flash - Julio de 1992 - Fondo Marcelo Ernesto Ferreyra CEDINCI

La primera marcha del orgullo fue una proeza que pasó un poco inadvertida en los medios de comunicación. En medio de un masivo paro de docentes y una marcha que convocó a 60.000 maestrxs, estudiantes y padres en defensa de la educación pública los 300 gays, lesbianas, travestis y transexuales reunidxs en el Cabildo lucían como una curiosidad. Sus pancartas, antifaces y consignas fueron retratadas por los medios como una extraña fauna. “Éramos 300 valientes personas que avanzamos por la Avenida con reclamos de dignidad. Algunos llevaban los hermosos antifaces diseñados por Marcelo Benítez, un artista plástico y activista legendario. Esto por temor a perder sus trabajos”, recuerda Karina. Lejos estaba aquella primera manifestación de nuestros tiempos actuales de parafernalia, carroza y piel desnuda. En aquellos años la policía acosaba los lugares de reunión de gays y lesbianas con interminables razzias. Muchas veces tras la detención llamaban por teléfono a tus familiares para exponer que habías sido detenido en una fiesta de homosexuales. Perder el trabajo o el apoyo de las familias era una situación a la que gays y lesbianas se podían enfrentar, no así las travestis y transexuales que jugadas el todo por el todo ya no tenían nada que perder.

Lejos de ser “timorata” (como algunos señalan) la marcha del orgullo provocó escándalo. Para la sociedad porteña de esos años ver a lesbianas besándose en las calles agitaba la monotonía del invierno. Si bien en su mayoría quienes marcharon fueron gays y lesbianas, Karina Urbina y la organización que ella lideraba TRANSDEVI (Transexuales por el Derecho a la Identidad y la Vida) convocaron a la comunidad trans a reunirse fuera del teatro San Martín previo al inició de la marcha. Acudieron a la cita algunas pocas personas, entre ellos varones trans que militaban junto a Karina. La sigla LGBTIQNB+ que ahora nos parece inconmensurable, en aquellos años era todavía un espacio en construcción. Karina fue una de las primeras activistas transexuales en manifestarse públicamente en reclamo por su derecho a la identidad. Sus intervenciones performáticas frente al Congreso, portando enormes pancartas y carteles donde reclamaba la sanción de leyes que garanticen su derecho a ser reconocida como mujer, vinieron tras una larga batalla judicial en la que la Corte Suprema de Justicia le negó la modificación de sus documentos y el acceso a cirugías de afirmación corporal. Ella, en canales de televisión, periódicos y revistas exigió antes que nadie el acceso al trabajo, la salud, la educación y la ciudadanía.

Karina fue al mismo tiempo protagonista y testigo. Su mirada registró los eventos en un entrañable cuaderno Gloria de 24 hojas en dónde, con su característica sagacidad y humor, ilustró a modo de un fanzine la conmoción que aquella marcha significó para ella y para el grupo de activistas que la impulsaba. Ese cuaderno es el relato del núcleo duro de la comisión organizadora, el retrato de las emociones atravesadas durante la marcha con el condimento satírico del ingenio de Karina. También fue la respuesta al abordaje que los medios le dieron a la marcha desde el humorismo gráfico, y del impacto que esto tuvo en el riñón del activismo de lesbianas, gays y transexuales.

Cuaderno Personal de Humor de Karina Urbina - Fondo Marcelo Ernesto Ferreyra - CEDINCI

Karina relata: “La primera marcha gay-lesbiano-transexual en Buenos Aires tuvo un éxito y una repercusión mayor de lo prevista (al igual que "Pino" Solanas con el Frente del Sur). A continuación algunas fotos de este evento único”. Junto a fotografías de un festejo futbolístico Karina señala jocosamente a Eduardo Antonetti (ex activista de la CHA y activo participante de la ICM - Iglesia de la Comunidad Metropolitana), Alfredo Manes y Rafael Freda (activistas de SIGLA - Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina).

Cuaderno Personal de Humor de Karina Urbina - Fondo Marcelo Ernesto Ferreyra - CEDINCI

El relato continúa haciendo hincapié en las máscaras y jugando con las imágenes de un Ayrton Senna enmascarado: Más allá de que las organizaciones convocantes llevaban máscaras y antifaces no faltó gays (sic) desconfiados y distraídos que temían ser reconocidos.” En la Revista Humor de Julio de 1992 también retratan a los enmascarados protagonistas de la marcha, en una tira cómica del ilustrador gay José Cuneo.

Dibujo de Cuneo para Revista Humor - Julio de 1992

Karina no deja de ironizar sobre las tensiones internas del movimiento. Es importante recordar que la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), no participó de la convocatoria a la primera marcha algo que Karina retrata con la siguiente frase: “Pero el más asombrado fue Alejandro Zala Zarina, ex presidente de la CHA que nunca creyó en ‘masas’ de locas y tortas”. Incluso bromea sobre sí misma: “La más beneficiada por el éxito de la marcha fue Karina Urbina. La prestigiosa transexual recibió una generosísima donación anónima y aprovechando la abultada cifra incrementó sus estructuras para una mejor y eficaz militancia.”

Cuaderno Personal de Humor de Karina Urbina - Fondo Marcelo Ernesto Ferreyra - CEDINCI

Lejos de ser timorata, el ingenio transexual de Karina juega con el escándalo y el asombro de quienes fueron testigos de la por entoces curiosa marcha. Junto a la imágen de una marcha donde tres mujeres llevan velas escribe “Aquí vemos a Teresa de Rito (vicepresidenta de la CHA) acompañada por dos travestis que llevan vibradores luminosos” y coloca en la sección “Beso escandaloso” al entonces presidente Menem dando algunos de esos besos que sellaron las alianzas políticas que lo condujeron a la reelección.

Cuaderno Personal de Humor de Karina Urbina - Fondo Marcelo Ernesto Ferreyra - CEDINCI

Este curioso documento trae a la memoria la mirada de una activista fundamental, escasamente recordada en su justa dimensión. Karina se acercó al movimiento por los derechos civiles para personas LGBT+ muy tempranamente. Sin empachos, muestra las tensiones e internas que siempre habitaron al movimiento y nos propone senderos para habitar y reconstruir una memoria libre de compromisos partidarios y personales que a veces vuelven opaca nuestra historia. Este cuaderno de humor, nos deja un mapa con nuevas directrices, nuevos personajes y también una nueva actitud para habitar la política. Lejos de sentirse humillada o controvertida por el uso satírico que hacen de su imágen los humoristas gráficos, Karina se reapropia de ese lenguaje para contar su propia historia y la de sus amigos. Torna el chiste en forma de denuncia y juega más allá de las fronteras de la corrección política, una actitud que bien podríamos recuperar, para abordar nuestra realidad y nuestra historia a veces insoportablemente asediada por el deber ser militante. Y sobre todo, le imprime al relato de los eventos una voz transexual que escapándose de las fronteras de la carne clama reconocimiento y disputa lo establecido. Una voz que aún hoy precisa escucharse en medio del a veces ruidoso espectro de lo queer.

*Las imágenes de archivo han sido cuidadosamente obtenidas y trabajadas en el contexto de un proyecto de investigación mayor. De ser posible utilizarlas citando debidamente las fuentes y reconociendo el presente material de divulgación.