“El sentimiento revolucionario tiene que ver en la identificación que encontré cuando conocí a Cristo”, asegura Daniel Ortega. “Tengo una familia católica, cristiana, pero en un contexto de rebeldía. Mi padre estuvo con Sandino, mi madre estuvo detenida. Primero conocí a Cristo bien rebelde y luego conocí a Sandino”, explica el presidente de Nicaragua.

Ortega nació en 1945 en el seno de una familia pobre en la localidad La Libertad, departamento de Chontales, Nicaragua. Su padre era un empleado contable que había combatido junto a Augusto César Sandino resistiendo la invasión norteamericana al país entre los años 1927 a 1933. “Mi primer acercamiento a Sandino fue a través de mi padre”, recuerda Ortega. “Todos los días se hablaba de él en mi casa, desde que tenía 6 o 7 años escuchaba historias. Mi padre estuvo con Sandino y guardaba cartas de él.” Fruto de esa vinculación fue detenido como prisionero político. La madre es también encarcelada y acusada por la Guardia Nacional de Somoza de estar en posesión de misivas políticas codificadas, aunque ella declaró que se trataban de “cartas de amor”.

La familia de Ortega estaba compuesta por seis hermanos, dos de los cuales fallecieron siendo muy pequeños por enfermedades que en su momento no pudieron ser tratadas. Daniel pasó a ser el mayor y lo secundaban tres hermanos que también se enrolaron en la lucha contra la dictadura y fueron activos partícipes de la construcción del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Humberto Ortega, fue uno de los nueve comandantes de la revolución sandinista y jefe del Ejército entre 1979 y 1995; Camilo Ortega, que murió en combate en 1978, y una hermana, Germania, también fallecida. “Mi padre me llevaba a las marchas estudiantiles con mis tres hermanos, ahí empezamos a realizar actos de sabotaje contra vehículos de la Guardia y de la embajada norteamericana”, rememora. A partir de ahí, su inclusión en la lucha revolucionaria no tuvo marcha atrás.

En enero de 1960, con 14 años, se incorpora a la Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN), un movimiento civil de oposición al somocismo que adoptó el ideario de Sandino. La represión del Gobierno fue instantánea y Ortega, a pesar de su edad, es detenido y torturado. Luego de liberado, las autoridades transmitieron a sus padres que todos los hijos habían sido expulsados de la escuela a la que concurrían en la ciudad de La Libertad, lo que forzó el traslado de la familia entera a Managua donde se radicaron en la periferia.

El ingreso al FSLN

La cárcel lo marcó y su vinculación con la política se fortaleció. En 1961 ingresa a la Universidad Centroamericana de Managua para estudiar abogacía, pero un año después abandona la carrera para unirse al FSLN. Rápidamente se convirtió en un estrecho colaborador de Carlos Fonseca, el principal líder del FSLN en ese momento. Recibió la misión de organizar los Comités Cívicos Populares de resistencia a la dictadura, así como una red de comandos armados para realizar acciones de guerrilla urbana, como sabotajes y robos de bancos para aprovisionarse de fondos. Con 20 años, fue ascendido a comandante y miembro de la Dirección Nacional del FSLN, donde a partir del año siguiente adquirió el mando sobre el denominado Frente Interno.

A inicios de 1967 participa en un sonado robo de una sucursal del Bank of América para financiar la guerrilla. En octubre de ese año integra un comando guerrillero que ajustició al sargento Gonzalo Lacayo, uno de los dos máximos torturadores de la Guardia Nacional de Somoza.

Tres semanas después, con 22 años es apresado en una casa de seguridad en Managua. A esa altura de la vida, ya había sido detenido “seis o siete veces”, recuerda Ortega. “La primera, a los 14 años fui a la cárcel y nos encontramos con los dos verdugos del somocismo, los sargentos Gonzalo Lacayo y Torres López. Después tuve varios encuentros con ellos en las sucesivas detenciones. Aprendimos a conocernos hasta que nos encontramos un día. Habíamos tomado la decisión de ejecutar a Lacayo y luego a todo su equipo”.

La muerte de Lacayo a cargo del comando fue en pleno centro de Managua y generó una fuerte ofensiva de la Guardia Nacional. “Cuando me capturan, me encuentran la lista de todos los esbirros que íbamos a matar después”. A Ortega lo trasladan a un centro de tortura que era en la propia casa presidencial de Somoza, en un sótano que había ahí. “Llamaron a todos los que estaban en la lista para que me torturaran. Aquello era un desfile, yo me di por muerto, yo pensé que me iban a matar. Teníamos la certeza de que la revolución iba triunfar, pero también de que no la íbamos a ver triunfar. Estábamos todos preparados para morir”. El sargento Torres López se ensañó particularmente con él ya que era el segundo en la lista de ejecuciones. Ortega, tiene una visible cicatriz en su frente generada por un profundo corte en su cara a partir de esos apremios. Una patada en su rostro del propio Torres López le ocasionó una herida cuya marca aún mantiene.

La cárcel y Cuba

En la cárcel estuvo siete años en condiciones de aislamiento total. Considerado un sandinista “muy peligroso” lo alojaron en un establecimiento especial donde había 120 celdas, pero solo 7 prisioneros. El 27 de diciembre de 1974, un comando sandinista irrumpe en la casa del ministro del gobierno de Somoza, José María Chema Castillo, donde se ofrecía una fiesta de fin de año para diplomáticos, políticos y empresarios. En el operativo logran secuestrar a decenas de connotadas figuras políticas que luego intercambian por la liberación de 14 presos políticos, un millón de dólares en efectivo y un avión para que los traslade a Cuba. Entre los liberados, se encontraba Daniel Ortega.

Con 29 años, realiza entrenamiento militar en Cuba y retorna clandestino a Nicaragua. Se convierte en uno de los referentes de la corriente sandinista denominada “tercerista” que daban prioridad a las acciones de guerrilla urbana y al reclutamiento social para lanzar una insurrección general contra la dictadura de la que pudiera formar parte la ciudadanía urbana y organizaciones políticos de centro izquierda. “En octubre de 1977 pasamos de ser una guerrilla a una insurrección. Comenzamos a tomar los cuarteles en diversas partes del país y aprovisionarnos de armas. Aquello era imparable”, recuerda. El 17 de julio de 1979 Anastasio Somoza huye del país, luego de un cerco político y militar sandinista. “A los dos días entramos en Managua. Ya en ese momento el Frente tenía el control de Managua y de las estaciones de radio y televisión. Cuando veo por televisión la imagen de Sandino, me hizo llorar. Ahí me dije, ‘hemos triunfado', eso me convenció de que habíamos ganado”, señaló.

El gobernante

Al triunfar la revolución se constituye una Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional compuesta por cuatro personas donde Ortega, con 33 años, desempeña el cargo de coordinador. Al mismo tiempo, pasa a integrar el ámbito de dirección política colectiva del FSLN que se nuclea en torno a nueve comandantes que representaban las diversas corrientes sandinistas.

En 1979, el país estaba devastado: el PIB nicaragüense se había reducido más de un 25% solo ese año y el balance humano de la guerra civil era estremecedor: unos 50.000 muertos, 120.000 refugiados o exiliados en el extranjero, y 600.000 personas sin hogar, todo en un país de poco más de tres millones de habitantes.

Daniel Ortega fue en buena medida el artífice para alcanzar credibilidad internacional en esa etapa, logrando el reconocimiento de gobiernos de Europa y América. La clave fue su defensa del pluralismo político, la no alineación exterior y el modelo de economía mixta. A principios de septiembre de 1979, Ortega junto a otros integrantes de la Junta fue recibido en la Casa Blanca por el presidente Jimmy Carter, quien le concedió un paquete de ayuda por valor de 118 millones de dólares.

Pero esa amplitud se resquebrajó a partir de la decisión del FSLN de no llamar a elecciones hasta 1985. Esto generó un quiebre en la alianza política y abrió camino para que grupos de derecha iniciaran un hostigamiento al sandinismo con el apoyo de la nueva administración en Estados Unidos liderada por Ronald Reagan. La dinámica del conflicto derivó en la creación de grupos armados denominados "Contras", organizados y financiados por Wahington. El regreso de la guerra llevó al gobierno a recostarse en el apoyo cubano y soviético, lo que terminó inscribiendo el conflicto en el marco de la guerra fría.

En el contexto de una agresión externa creciente, el 4 de noviembre de 1984 tuvieron lugar las primeras elecciones generales desde el triunfo de la Revolución. Daniel Ortega había sido elegido por aclamación dentro del FSLN como candidato presidencial. Aquellas elecciones demostraron el fuerte arraigo popular que tenía el FSLN: con participación del 75%, Ortega venció en las elecciones con el 66,9% de los votos, en tanto que el adversario mejor situado, Clemente Guido Martínez, del Partido Conservador, obtuvo solo el 14%. Los sandinistas se quedaron con la mayoría de la Asamblea Legislativa y Constituyente, con 61 de los 96 escaños, uno de los cuales lo ganó la esposa de Ortega, Rosario Murillo.

Cinco años más tarde, en nuevas elecciones el FSLN es derrotado por una amplia alianza política encabezada por Violeta Chamorro, que había sido una de las integrantes de la Junta de Gobierno en 1979. Por aquellos años, había recrudecido la agresión de “la Contra” y el país, cansado de la guerra, finalmente votó por un cambio. “Vamos a respetar la legalidad y vamos a entregar el gobierno. Pero vamos a gobernar desde abajo”, dijo Daniel Ortega al reconocer los resultados.

Desde 1990 hasta el 2006, desde la oposición se convirtió en el líder indiscutido del sandinismo y asumió como secretario general del FSLN. En las sucesivas elecciones de 1996 y 2001 volvió a ser candidato a la presidencia, pero perdió en las dos oportunidades. Sin embargo, en base a su capacidad de negociación y manejo de los hilos del poder, logró un pacto político con el ex presidente liberal Arnoldo Alemán que implicó entre otras cosas, un cambio de las reglas electorales.

En el año 2006, Daniel Ortega protagoniza su quinta campaña presidencial y logra un triunfo con el 38% del electorado. A partir de ese momento, despliega un conjunto de reformas políticas que le permiten volver a ganar en las elecciones del 2011 y también en el 2016.

Su estrategia para retener el gobierno ha sido en los últimos años la ilegalización de partidos y la persecución y encarcelamiento sistemático de opositores políticos, incluyendo a muchos de sus ex compañeros sandinistas.

Este año, ilegalizó tres partidos políticos y confinó a la cárcel a siete candidatos presidenciales lo que allanó el camino a una contienda electoral sin adversarios. Además, forzó el exilio de muchos dirigentes y condenó a prisión a otros. Entre los detenidos recientemente se encuentra el exguerrillero Hugo Torres Jiménez quien en 1974 integró el comando que luego del secuestro masivo logró canjear a los rehenes por la liberación de varios sandinistas. A sus 73 años, el pasado 13 de junio de 2021 fue detenido y encarcelado por “traición a la patria”. Antes de su captura, publicó un video a través de Instagram donde declara: “Hace 46 años arriesgué la vida para sacar de la cárcel a Daniel Ortega y a otros compañeros presos políticos. Así son las vueltas de la vida y los que una vez acogieron principios en favor de la justicia, en favor de la libertad, hoy los han traicionado. Estos son zarpazos desesperados de un régimen que se siente moribundo, que no tiene asidero legal, que no tiene justificación alguna desde el punto de vista institucional y jurídico como para permanecer en el poder más allá de noviembre de este año”.

Según Torres Jiménez, “esto no es un régimen legal, nuestra lucha sí lo es. Nunca pensé en esta etapa de mi vida que iba a estar luchando de forma cívica y pacífica contra una nueva dictadura”.

Daniel Ortega se enfrenta esta semana a su octava campaña presidencial en nombre del FSLN que nunca en la historia ha tenido otro candidato que no sea él. En su primera etapa, gobernó durante 11 años (1979-1990) y en la segunda etapa lleva 15 años (2006 – 2021). La fórmula sandinista vuelve a incluir esta vez como candidata a vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo, que también renovaría su cargo. De ganar las elecciones, Daniel Ortega completaría un nuevo período de 5 años, sumando un total de 31 años en la primera responsabilidad del Estado en Nicaragua. 

* Agencia Regional de Noticias.