La negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene un capítulo local en las variantes temporales para el acuerdo dentro del Frente de Todos, pero cuenta con un capítulo internacional que se expone de manera visible desde hace algunas semanas. Una trama política que empezó a virar a un escenario menos simple para Argentina, luego de la presión de los sectores más conservadores del establishment financiero a la titular del organismo, Kristalina Georgieva. La búlgara quedó en el cargo, pero ahora más observada por Estados Unidos, el dueño político del organismo. 

En ese contexto, los negociadores argentinos despliegan una doble estrategia para cerrar el acuerdo antes de marzo: por un lado, consolidar el apoyo de las potencias europeas para que en la reunión del board del FMI en diciembre haya gestos concretos a pedidos nacionales. Por otro, diálogos constantes en Estados Unidos, tanto con cuadros de peso del FMI como con referentes diplomáticos y del gobierno de Joe Biden. En el medio, el FMI, vía su vocero, confirmó que el trabajo sigue en una dinámica pro acuerdo y negó operaciones que metan ruido en la negociación. 

En este contexto, hay que leer no sólo los desafíos hacia adentro del Frente de Todos con el tema deuda, sino lo que ya tiene condimentos de thriller internacional: la trama global en la que se da la negociación. Casi en el mismo momento en que el Banco Mundial le apuntó a Georgieva por supuestos favores a China en un informe de negocios mientras era directiva de ese organismo, la agencia de noticias Bloomberg difundió globalmente una negativa del FMI a debatir la quita de sobretasas que acababa de plantear Argentina. Esa versión circuló en cables horas antes de la llegada del ministro de Economía, Martín Guzmán, a Washington, para verse precisamente con una Georgieva que aún no tenía definido si seguiría o no al frente del FMI por estar pendiente la investigación del caso China. Hoy, todo ese paquete debe verse en clave geopolítica. Es que el mismo vocero del FMI confirmó que en diciembre se tratará, efectivamente, la cuestión de la sobretasa. 

¿Qué es lo que dio curso a esta historia? Una pulseada del ala más dura de Estados Unidos contra las fuerzas de Europa y una parte del partido demócrata en los organismos internacionales. La marcada de cancha a Georgieva fue un llamado de atención a un cuadro político que avanzó en el FMI con una mirada no progresista pero sí urticante para el establishment económico y político estadounidense. Es que los conservadores que responden a Estados Unidos mandan hoy en casi todos los organismos. Dos casos de peso, David Malpass en el Banco Mundial y Mauricio Claver Carone en el BID. En ese contexto, no resulta extraña la reunión reservada que mantuvieron el domingo por la tarde noche el ministro de Economía, Martín Guzmán, con el número dos del FMI, Geoffrey Okamoto. Un japonés ala dura que estaba en el organismo, en otro cargo, cuando la administración de la francesa Christine Lagarde le concedió al gobierno de Mauricio Macri el crédito de 45 mil millones de dólares, un préstamo político con aval del entonces presidente Donald Trump. 

Esa charla de Guzmán y Okamoto fue amable, aclaró varios puntos políticos y acercó posiciones. Pero el frente americano se trabaja, también, desde lo diplomático. El embajador Jorge Arguello, según supo Página I12, pasa los días articulando con el partido demócrata y funcionarios clave del gobierno de Biden. Con una piedra en el zapato: la postura ciento por ciento halcón del nuevo embajador estadounidense en la Argentina, Marc Stanley. 

El resto de la estrategia favorable al Gobierno argentino sigue siendo Europa. Cuatro encuentros tuvo Guzmán con un futuro líder europeo de peso. La referencia es para el alemán Olaf Scholtz, ex ministro de Economía de ese país y el sucesor natural de Angela Merkel. Con el encargado de formar gobierno en Alemania charló con bastantes coincidencias en Berlín (viaje por el Club de París), Venecia (reunión de ministros del G20), Roma (G20 de presidentes) y Washington (visita y encuentro con el FMI). Alemania es, detrás de Estados Unidos, la segunda silla de peso en los organismos. El resto del respaldo del viejo continente ya está garantizado luego de las repetidas giras del presidente Alberto Fernández y el apoyo del G-20 a los pedidos argentinos. 

Formalismos, mitos y memorandos

Por medio de una conferencia de su vocero, Gerry Rice, el FMI confirmó su compromiso de continuar las negociaciones con la Argentina por la deuda que mantiene el país con la entidad, y adelantó que "hacia fin de año" el directorio del organismo tratará su política de sobretasas, en línea con el mandato reciente del G20.

"Georgieva se reunió con Fernández en las reuniones paralelas al G20. Fue un encuentro bueno y productivo, y luego del mismo Kristalina dijo, y la voy a citar textual: nuestros equipos deben trabajar juntos para identificar políticas adecuadas para los desafíos económicos que beneficien al pueblo argentino. Entonces, continuaremos trabajando juntos en cuestiones técnicas", apuntó Rice. 

En la misma línea, dijo que "seguimos comprometidos en ayudar a Argentina en políticas que refuercen la estabilidad económica, proteger a los pobres y sentar las bases de un crecimiento privado sostenido". También fue consultado sobre la posibilidad de un waiver, una especie de prórroga para que Argentina tenga más tiempo para pagar. "Lo del waiver es un rumor infundado, no tengo mucho más que agregar a ese asunto", expresó el vocero, y remitió a que eso mismo ya había manifestado el propio ministro Guzmán. 

Rice ratificó una vez más que el programa en el cual trabajan los técnicos del Fondo con la Argentina es de Facilidades Extendidas, que tiene un plazo de 10 años. En ese marco, Argentina busca posponer vencimientos por una deuda cerca de 45.000 millones que, según el cronograma original, prevé un pago de 19.000 millones en 2022 y otro monto similar en 2023, y luego en 2024 el pago del resto.

En este escenario, ¿qué se puede esperar? La expectativa oficial y de los negociadores del FMI es un cronograma razonable de cierre, que sería el siguiente: un gesto fuerte en diciembre en el marco de la asamblea del FMI, un memorando de entendimiento en enero y la firma del acuerdo luego de la mitad del mes de febrero.