Ciento treinta y ocho. Tal es la cantidad de víctimas que se le adjudican a Dexter Morgan. Eso sí, el cálculo no considera al protagonista de la entrega que hoy vuelve Paramount+ y Flow. En el cierre de la octava temporada, las autoridades daban por muerto a este Jekyll y Hyde de Florida: buen vecino, forense de la policía, algo freaky pero querido por todos, por un lado; asesino serial, ángel exterminador y psicópata ávido de sangre, por el otro. Lo que volvía más retorcido el asunto era su estricto modus operandi -el código Harry- que solo le permitía asesinar a criminales indeseables. “Sobre todas las cosas, Dexter es un adicto, esa adicción le costó perder a la gente que más le importa. Muchos de ellos murieron, así que siente la responsabilidad de esa adicción”, le dice Michael C. Hall, el actor que se ponen en la piel del asesino, a Página/12 vía Zoom. Y no hace falta aclarar que el contador de occisos aumentará con Dexter: New Blood...

El ángel exterminador estuvo en el podio de villanos simpáticos y antihéroes oscurísimos que poblaron la ficción televisiva del nuevo siglo (Tony Soprano y Walter White pelean el oro). Tan cierto como que su despedida hace ocho años, dejó inconformes a una extensa base de fans. Hasta el propio Hall piensa que estos nuevos ocho episodios vienen a reajustar ese finale que enseñó a un barbado Dexter en algún lugar de los Estados Unidos. La corrección obligó a un cambio de escenario (Miami por Iron Lake) y una nueva identidad para el sujeto (ahora se llama James Lindsay) aunque el ADN de esta historia no tardará en resurgir. “Había que crear un mundo totalmente nuevo sobre algunas piedras basales”, explica Hall.

También reaparece su fantasía particular con el país donde se radicaron su anterior pareja e hijo. “Creo que la Argentina representa el mundo que no tiene permitido tocar. Hannah, su exnovia, crio allí a Harrison, mientras él decidió que lo mejor sería desaparecer sin dejar rastro alguno. Para él es un lugar bello y misterioso con el que no puede involucrarse porque se hizo una promesa. Es un concepto agridulce”, dice el intérprete. En la nueva parte de la saga, entonces, Dexter despierta de su hibernación en un entorno diametralmente opuesto al del calor y las camisas floreadas de Miami. El especialista en análisis de salpicaduras de sangre ahora trabaja como vendedor en un local de armas, habla con su hermana muerta, tiene nueva novia, la jefa de la policía local Angela Bishop (Julia Jones) y se apega a una vida monacal que, según el actor, mantienen a su criatura “relativamente” bien previniéndolo del mal.

-En el comienzo se lo ve corriendo en el medio de un bosque nevado y se escucha The Passanger, de Iggy Pop. ¿Qué clase de pasajero es Dexter? ¿Hacia dónde se dirige en esta etapa de su vida?

-Sabíamos que necesitábamos algo que reintrodujera al personaje de una manera nueva y distinta al modo en que lo conocíamos. Poner ese tema fue una idea de Scott Reynolds, nuestro guionista. La canción ofrece como una garantía de viaje ventoso. Y por supuesta la letra de Iggy Pop es ideal. Es como si el pasado oscuro de Dexter estuviera resonando en su mente. Lo vemos en medio de este ritual corriendo en un bosque: así es como se mantiene abstemio de su deseo de matar. Intuitivamente se sintió perfecto y una vez que lo probamos en la secuencia inicial supimos que no podía haber otra canción. Es un tema icónico, pero a la vez no está asociado necesariamente con nada, así que ahora reclamamos ese derecho (risas).

-¿Qué implica el cambio de Miami a Iron Lake para la serie y el personaje en particular?

-Dexter desarrolló sus instintos asesinos allí y tiene sentido que ahora busque un entorno gélido. La última vez que lo habíamos visto había quedado en alguna parte del noroeste. Se las arregló para cruzar la frontera norte de todos los Estados Unidos hasta llegar al estado de Nueva York. Se comprometió a echar lazos con la comunidad de Iron Lake, pero sigue estando bastante solo, en realidad. Una de las relaciones más fuertes es con su hermana muerta. Recontextualizamos el programa dándolo vuelta. Lo que antes era calor ahora es frío, la humedad y lo pegajoso ahora es congelamiento. Se siente bien. Estar en un ambiente distinto es lógico. Quiere mantener las cosas calmadas como para que no se vuelva a desencadenar su adicción por la sangre, no debe haber nada que le recuerde eso. Quiere redefinir su vida, tiene nuevo nombre, hace lo mejor que puede para dejar atrás lo que hizo. El punto es que no quiere que Dexter Morgan muera del todo. Esta temporada, sobre todo, muestra que no podés escapar de tu pasado.

-¿Fue fácil volver a ponerse en las botas de este personaje? ¿Qué teclas hubo que presionar?

-Tuve a este personaje conmigo durante ocho años y toda la preparación de ese tiempo estaba ahí. No se perdió. Me aferré totalmente a la idea de donde lo habíamos dejado, me hice un boceto mental de ese ínterin para conectar el antes y el ahora. Y sí, fue un montón de tiempo, pero estaba listo para salir. Sólo hubo que apretar los botones.

-La mirada y las muertes están. ¿En qué momento de la producción sintió su retorno?

-Fue en el primer día de rodaje completo. Filmamos todo como si fuera una película de diez horas, por lo que una de las primeras escenas que grabamos se van a ver hacia mitad de la temporada. La escena en cuestión sucede cuando Dexter entra a un bar y no se anticipa un regadero de sangre, aunque finalmente eso suceda. Por eso tuve que reaccionar como Dexter lo haría frente a una pileta de sangre. Había que generar el shock y la transmutación. Hice la escena y me dije "Ok, acá está mi muchacho". La campanita atrás de mi garganta empezó a sonar (risas).

-La temporada tiene vida por sí misma, no se regodea de regalitos para fans a excepción del personaje de John Lithgow y algunos otros detalles. ¿Esa fue la intención que eligieron?

-No puedo decir nada sobre el Trinity Killer. La búsqueda del showrunner (Clyde Phillips), los guionistas y Marco Siega (el director y productor) fue esa. Estamos en un nuevo lugar, pero de algún modo se siente como que es el mismo tipo que emergió de ese otro mundo que antes conocimos. No queríamos hacer solo el viejo Dexter rodeado de nieve: la gracia de esto era hacerlo diferente, especialmente a nivel interno del personaje. Mantener a la gente original del programa fue una de las claves.

-Su primera víctima en esta temporada es un idiota, un mal tipo, pero no la clase de homicidas que él solía ajusticiar. Esa línea de largada es interesante para un personaje tan estricto como Dexter...

-Es alguien que posiblemente entraría dentro de “el código” puesto que no se hace cargo del todo de las personas que murieron por su culpa. Pero sí, teniendo en cuenta el estándar de Dexter, es como un apéndice. Dexter lo mata en un momento que está en un subidón, acaba de aparecer el hijo al que no vio por muchos años y eso activa algo en él. Y además este tipo le dispara a ese ciervo en el bosque que para Dexter era como un santuario. Para él, ese animal era algo inmaculado, puro; el tipo lo destruye y ahí pierde la cabeza. La relación de Dexter con el asesinato en este nuevo entorno implica no desarrollar nada personal y eso es muy peligroso.

- ¿Alguna vez señalaste que “la auténtica tragedia de Dexter es su apetito por la humanidad mientras lidia con el hecho de meter a quienes ama en problemas”? ¿Esta dualidad se mantiene o ha cambiado?

-No sé si ha cambiado fundamentalmente, eso es algo que no lo se preguntará a la audiencia y también se lo cuestiona él, pero ciertamente cambió su conducta. Se mantuvo abstemio, no ha matado a nadie por un largo tiempo, así que esa idea es algo muy presente. Es verdad: está su necesidad indulgente de convertirse en un ser humano y tener relaciones reales, pero a la vez, los que tuvo más cerca han sido víctimas de sus acciones. Está como en una cápsula de protección penitente. El hecho de que tenga esa necesidad de purga sugiere que no sea 100% un monstruo. Si fuera 100% monstruo lo habría justificado de otro modo. Tiene que convivir con esa monstruosidad y mantenerla a un nivel bajo. Lo que cambió es que antes tenía dos caras: esa vida pública perfecta y mentirosa, y la otra en la que habitaba un auténtico asesino serial. Gradualmente eso se fue mezclando, las líneas se fueron borroneando, el caos emergió y ahora vive esta vida que se ganó, donde el antiguo pasajero está enterrado e inactivo. Lo que invitamos a ver es el desorden que empieza a aparecer de nuevo.

-Entonces, ¿Dexter va a venir finalmente a la Argentina?

- No puedo decirlo (se ríe). Sólo van a tener que mirarlo y enterarse por sí mismos.